Gabriel García Márquez |
Gabriel García Márquez y Fernando Botero, distancia entre gigantes
En una reveladora entrevista, el maestro Fernando Botero dijo que Gabriel García Márquez le cae “pesadísimo”. Aunque no entregó los detalles que lo condujeron a lanzar esta expresión, lo cierto es que el pintor y el Nobel jamás han sido amigos, ni siquiera cuando los dos pasaron los días de vacas flacas en Nueva York y en México.
Fernando Botero |
En medio de los rumores de una supuesta enfermedad, Gabriel García Márquez se incorporó con entusiasmo a la agitada vida social de México en los últimos meses. No solo asistió a la inauguración del museo Soumaya, del millonario Carlos Slim, sino que celebró su cumpleaños número 85 con tres fiestas en línea junto a sus coterráneos Roberto Pombo, el cantante Fonseca y Julio Sánchez Cristo, entre otros. Incluso se le ha visto con rigurosidad por los lados del sector de San Ángel, del Distrito Federal, donde vive desde hace años.
Ha estado en muchas partes, menos en el Palacio de Bellas Artes de la capital azteca, donde el maestro Fernando Botero llegó al octavo piso con una exposición de cuadros y esculturas monumentales y junto a personalidades muy cercanas a sus afectos, entre ellos, varios colombianos radicados en México, menos Gabo.
Botero con "Caballo de picador" |
Botero con su gato |
Botero en Bellas Artes, Ciudad de Méxicio |
De hecho, el Nobel literario no tenía por qué estar en la lista de invitados, atendiendo que el pintor antioqueño jamás lo ha considerado su amigo tal como lo dijo en la edición 1.560 de la revista Semana. “Yo a García Márquez lo he visto muy poco en mi vida. Cuando yo vivía en París, él estaba en Barcelona y no coincidimos. Nunca he sido su amigo en realidad”, dijo. Sin embargo, la declaración de este distanciamiento no fue tan contundente como la que expresó durante una entrevista que le concedió a Diego Garzón, editor de la revista Soho, y que fue incluida en un compilado de crónicas de Editorial Planeta bajo el título Historias de gigantes.
“Gabriel García Márquez me cae pesadísimo”, le dijo al periodista al tiempo que insistía en que jamás han sido amigos. Todo parece indicar, según Garzón, que a Botero le molestó hasta irritarlo la insinuación de que su obra tuviera influencia del universo literario de Gabo. No son muchos los críticos que creen que existe una relación entre Macondo y el mundo boteriano, pero todavía los hay, como Stephen Smith, uno de los editores culturales de la BBC de Londres. Hace varios años, este analista realizó la analogía que tanto le ha incomodado al artista paisa, conocido por el gran volumen de sus figuras: “Como su compatriota, el novelista Gabriel García Márquez, Botero tiene una visión nostálgica y sensual, rememorando la rústica Colombia de su juventud, sus cantinas de arrabal, sus tumultuosos burdeles”.
Botero, quien no se ha quedado indiferente ante apreciaciones y análisis como estos, siempre ha afirmado que Gabo jamás lo ha inspirado y que los primeros ‘boteros’ tenían una década cuando Cien años de soledad salió al mercado, en 1967. Si las cuentas no le fallaron, sus cuadros fueron valorados comercialmente en 1958, cuando vendió toda su primera obra en Bogotá, aunque dos años después volvió a una corta racha de vacas flacas en Nueva York. En esos días Gabo se casó con Mercedes Barcha en la Iglesia del Perpetuo Socorro, de Barranquilla, tuvo su primer hijo y se instaló en La Gran Manzana y París mientras escribía el universo mágico de su obra cumbre: Cien años de soledad.
La apatía entre García Márquez y Botero no ha sido tan mediática como la enemistad del escritor de Aracataca con el Nobel peruano Mario Vargas Llosa, que ha dado pie para todo tipo de leyendas urbanas con visos literarios, como la vez en que se dijo que los dos se trenzaron a golpes hace unos 30 años.
En resumidas cuentas, pocos se han atrevido a hablar con contundencia de la supuesta enemistad entre Gabo y Botero, y más porque el pintor reconoció hace poco que “cuando tenía 25 años leía a García Lorca, Antonio Machado, César Vallejo, Vargas Llosa y por supuesto a García Márquez”. Dijo también que admira su obra. Parece que al pintor paisa no le interesa armar la gorda.
Nota: Las relaciones entre dos artistas de semejante talla es un tema interesante, pero el texto (sin fecha y sin autor) resulta una calamidad. Casi parece una conversación de mercado. Cito una sola frase: "En esos días Gabo se casó
con Mercedes Barcha en la Iglesia del Perpetuo Socorro, de
Barranquilla, tuvo su primer hijo y se instaló en La Gran Manzana y
París mientras escribía el universo mágico de su obra cumbre: Cien años
de soledad". ¿Todo al mismo tiempo? Aparte de que se trata de un atropello gramatical, la frase carece de exactitud. García Márquez se casó en Colombia y se llevó a Mercedes a Venezuela. En ese entonces había culminado la etapa parisina, donde pasó las verdes y las maduras mientras escribía "El coronel no tiene quien le escriba". Y después de Caracas y Bogotá y la revolucionaria escala en La Habana, se fue a Nueva York. De allí venía, con mujer, primogénito colombiano y treinta dólares, cuando llegó a vivir a México. Aún era un escritor desconocido. En Ciudad de México nació su segundo hijo y escribió su obra maestra.
Una frase desafortunada dice que Botero llegó al octavo piso en el Palacio de Bellas Artes. Desde luego que se refiere a la edad del pintor, porque esta obra maestra de la arquitectura no tiene ocho pisos. El redactor debió evitar la ambigüedad.
El lector debe saber que García Márquez cumplió 85 años en el año de gracia de 2012. ¿El desafortunado cronista diría que llegó al piso "octavo y medio"?
T. A.
27 de octubre de 2014
PINTORES COLOMBIANOS
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