sábado, 10 de enero de 2015

Helmut Newton / Escultor de mujeres


Helmut Newton
ESCULTOR DE MUJERES
Por Juan Manuel Granja

A Helmut Newton la belleza se le apareció en blanco y negro, sobre los tacones de mujeres de extraña desnudez y en poses de majestad olímpica. El fotógrafo nacido en Alemania colaboró en revistas como VogueElle y Playboy y desarrolló su estilo erótico urbano en Londres y París durante las décadas del cincuenta y sesenta. Frente a su cámara, las calles, los dormitorios y los salones se transforman en escenografía, en un marco casi irreal donde el protagonista siempre es el cuerpo, un cuerpo de belleza grecorromana al cual sólo parece faltarle ser de mármol. Incluso al retratar los rostros, el fotógrafo no busca un marcador de identidad sino una pieza clave del enigma del cuerpo, un misterio dentro de otro.


Este Newton –fotógrafo viajero que saltó del trabajo en un diario de Singapur al mundo de la alta moda en Europa– no tuvo que esperar a que le cayera una manzana en la cabeza para descubrir cómo funcionaba el mundo. Es como si cada una de sus fotografías revelara algún secreto en torno a aquel núcleo inasible de la existencia: el deseo. Y esa revelación no deja de ser, al mismo tiempo, un disfraz del propio deseo. Sus fotos son una mascarada de imágenes deseantes y deseadas: en una de ellas, por ejemplo, un cocodrilo se está tragando un cuerpo humano del cual sólo se puede ver las piernas y las nalgas.




Debido a esta obsesión de Newton por los cuerpos –en la que se ha querido leer subtextos fetichistas o sadomasoquistas– algunos lo han llamado el precursor del porno-chic. Su concepción de la belleza, sin embargo, convierte a sus mujeres en objetos esquivos. Elevadas sobre tacones, con pechos pronunciados, curvas prodigiosas y facciones idílicas, ellas no encarnan el convencional cuerpo del afiche de modas (y menos el de la pornografía). El misterioso encuadre, la seducción corporal, el juego de miradas, las convierte en figuras que los sentidos apetecen pero que siempre se sitúan más allá.




Si bien se podría decir que las fotografías de Newton sugieren el consumo sexual, se trata sobre todo de una visión erótica del mundo. Es decir, de una concepción imaginativa de la realidad. Viniendo del periodismo, el artista comprendió pronto que la fotografía no es capaz de retratar la realidad como tal sino de segmentarla e irrealizarla. Una de sus fotografías (Ellas vienen, de 1981) muestra a cuatro mujeres desnudas y esculturales que parecen caminar hacia la cámara sin que la mirada de ninguna se tope con la de la otra o con la del espectador: ¿la vida erótica como cuestión paradójicamente íntima y universal?




En otra imagen, titulada Autorretrato con esposa y modelos, se puede ver en primer plano el trasero de una mujer cuya desnudez frontal se encuentra reflejada en un espejo donde además se ven las piernas y los tacones de una modelo que no aparece más que allí, en el espejo. En el mismo espejo aparece Newton agachado y fijando su vista en el visor de su cámara mientras su esposa aparece al margen y mirando hacia el lugar donde se ubica tanto la modelo como el fotógrafo. En esta compleja composición, Newton arma todo un discurso alrededor de la mirada, la apariencia y el deseo. Al interpretar la imagen, se puede incluso citar a Carl Gustav Jung quien afirma que el hombre agrupa en su conciencia a varias mujeres mientras que en su inconsciente se mantiene abrazado a una sola –en este caso sería la mujer al margen del decorado en el cual se capta la fotografía de las modelos–, según este gran psicólogo con las mujeres pasa exactamente lo opuesto. Una de sus series fotográficas se titula Sexo y poder, palabras que se suman a la comprensión de sus provocadoras producciones siempre realizadas bajo un control exquisito de la luz y un atrezzo milimétricamente diseñado.


No resulta extraño, entonces, que Helmut Newton haya retratado a estrellas con actitudes camaleónicas: Catherine Deneuve, David Bowie, Andy Warhol, Mick Jagger… De todos ellos conocemos su cambiante persona escénica y, sin embargo, frente a la cámara de Newton no podemos sino preguntarnos ¿quiénes, en realidad son ellos? Por supuesto, no hay respuesta. El fotógrafo que esculpe mujeres está más interesado en el misterio de la carne –en definitiva, universal y atemporal– que en las señas de una identidad a fin de cuentas efímera.


Helmut Newton nació en Berlín en 1920. A los 18 años tuvo que abandonar Alemania debido a la persecución contra los judíos y emigró a Singapur con su familia. Más tarde se marchó a Australia donde se unió al ejército australiano hasta el final de la Segunda Guerra Mundial. Por entonces conoce a la que iba a ser su primera esposa y una de las mujeres que más retrató, June Brunell. Tras completar su formación como fotógrafo de moda en Londres se marcha a París donde residió trabajando para revistas comoVogueMarie-Claire o Elle. Uno de los mayores logros de Newton es que su gran sentido del estilo hace que sus fotografías sean inmediatamente reconocibles. Lujo, belleza y seducción se conjugan en composiciones cuidadas que disparan preguntas y más preguntas.

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