viernes, 30 de enero de 2015

Julio Ramon Ribyero / Prosas apátridas / Citas


Julio Ramón Ribeyro
PROSAS APÁTRIDAS
Citas

... Diríase que la gloria literaria es una lotería y la perduración artística un enigma. Y a pesar de ello se sigue escribiendo, publicando, leyendo, glosando. Pág. 3-4

... La duda, que es el signo de mi inteligencia, es también la tara más ominosa de mi carácter. Ella me ha hecho ver y no ver, actuar y no actuar... Pág. 5

... El cuerpo de una mujer, todo cuerpo humano, es por definición infinito. Pág. 8

... La locura en muchos casos no consiste en carecer de razón sino en querer llevar la razón que uno tiene hasta sus últimas consecuencias. Pág. 9

... Muertos los viejos dioses por la razón, renacieron multiplicados en las divinidades mezquinas de las oficinas públicas. En sus ventanillas enrejadas están como en altares de pacotilla, esperando que les rindamos adoración. Pág. 11

... Podemos memorizar muchas cosas, imágenes, melodías, nociones, argumentaciones o poemas, pero hay dos cosas que no podemos memorizar: el dolor y el placer (...) Como somos imperfectos nuestra memoria es imperfecta y sólo nos restituye aquello que no puede destruirnos. Pág. 12

... La historia es un juego cuyas reglas se han extraviado. Filósofos, antropólogos, sociólogos y políticos las buscan, cada cual por su lado, de acuerdo a sus intereses o a su temperamento. Pero sólo encuentran retazos de ellas (...) Lo terrible sería que después de tantas búsquedas se llegue a la conclusión de que la historia es un juego sin reglas o, lo que sería peor, un juego cuyas reglas se inventan a medida que se juega y que al final son impuestas por el vencedor. Pág. 15

... La existencia de un gran escritor es un milagro, el resultado de tantas convergencias fortuitas como las que concurren a la eclosión de una de esas bellezas universales que hacen soñar a toda una generación (...) Y algunos han probablemente reunido todas esas cualidades, pero faltó la circunstancia azarosa, la aparentemente insignificante (la lectura de un libro, la relación con tal amigo) capaz de servir de reactivo al compuesto... Pág. 17

... El ajedrez es como el amor venal, en el cual la pareja se reúne no por afinidad ni simpatía sino porque se necesitan recíprocamente para obtener de su conjunción un disfrute. Pág. 21

... La primera resquebrajadura de su universo coloreado, gráfico, será el signo de la pérdida de su candor y de su ingreso al mundo individual de los adultos... Pág. 22

... Lo fácil que es confundir cultura con erudición. La cultura en realidad no depende de la acumulación de conocimientos, incluso en varias materias, sino del orden que estos conocimientos guardan en nuestra memoria y de la presencia de estos conocimientos en nuestro comportamiento. Los conocimientos de un hombre culto pueden no ser muy numerosos, pero son armónicos, coherentes y, sobre todo, están relacionados entre sí. En el erudito, los conocimientos parecen almacenarse en tabiques separados. En el culto se distribuyen de acuerdo a un orden interior que permite su canje y su fructificación. Sus lecturas, sus experiencias se encuentran en fermentación y engendran continuamente nueva riqueza: es como el hombre que abre una cuenta con interés. El erudito, como el avaro, guarda su patrimonio en una media, en donde solo cabe el enmohecimiento y la repetición. En el primer caso el conocimiento engendra el conocimiento. En el segundo el conocimiento se añade al conocimiento. Pág. 24

... Hay amores horribles que ultrajan en realidad el abolengo de este sentimiento y lo despojan de toda su aureola romántica. Pág. 25

... La madurez es una impostura inventada por los adultos para justificar sus torpezas y procurarle una base legal a su autoridad. Pág. 26

... La cultura no es un almacén de autores leídos sino una forma de razonar. Un hombre culto que cita mucho es un incivilizado. Pág. 28

... Cabe pensar que la Revolución Francesa, toda revolución, no soluciona los problemas sociales sino que los trasfiere de un grupo a otro, mejor dicho, se los endosa a otro grupo no siempre minoritario (...) Es cierto que 1879 produjo la burguesía más inteligente del mundo, pero al mismo tiempo miles de epiceros, de conserjes y de barrenderos de metro. Pág. 29

... ¡Con qué irresponsabilidad vive la gente! (...) ¿Ignoran acaso que no hollan terreno seguro, que vivimos en permanente toque de queda, que a la vuelta de cada esquina los acecha lo invencible? Pág. 31

... Así, ciertas inteligencias medianas ven con mayor precisión y con mayores matices el mundo que las inteligencias luminosas, que ven sólo lo esencial. Pág. 32

... No hay que exigir en las personas más de una cualidad. Si les encontramos una debemos ya sentirnos agradecidos y juzgarlas solamente por ella y no por las que les faltan (...) Tomemos de ella lo que pueda darnos. Que su cualidad sea el pasaje privilegiado a través del cual nos comunicamos y nos enriquecemos. Pág. 34

... La expresión de los ciegos es libre, la más natural que pueda darse. Recuerda un poco la expresión de la gente que duerme. Parece que el rostro se organizara alrededor de la mirada y cuando esta desaparece, se desbarata. Pág. 35

...la soledad de los niños prefigura la de los viejos (...) Así se juega de niño, solo. Así se toma el sol en la vejez, solo. Entre ambas edades, el interregno poblado por el amor o la amistad, el único cálido, soportable, entre dos extremos de abandono. Pág. 37

... Por lo general, todo hijo termina por alcanzar la edad de su padre o por rebasarla y entonces se convierte en el padre de su padre. Solo así entonces podrá juzgarlo con la indulgencia que da el "ser mayor", comprenderlo mejor y perdonarle todos sus defectos. Pág. 39

Cada amigo es dueño de su gaveta escondida de nuestro ser, de la cual solo él tiene la llave e ido el amigo la gaveta queda para siempre cerrada. Alejarse de los amigos es así clausurar parte de nuestro ser (...) Salvo que el nuevo amigo se parezca extremadamente al anterior (...) Pero por más afecto que nazca siempre será el imitador, el falsario, el que no accederá jamás a la cámara más preciada. Pág. 42-43

... Es necesario dotar a todo niño de una casa (...) Pero al niño hay que dársela porque no olvidará nada de ella, nada será desperdicio, su memoria conservará el color de sus muros, el aire de sus ventanas, las manchas del cielo raso y hasta "la figura escondida en las venas del mármol de la chimenea". Todo para él será atesoramiento. Pág. 43

... Nada en el mundo abierto y andarín podrá reemplazar al espacio cerrado de nuestra infancia, donde algo ocurrió que nos hizo diferentes... Pág. 44

... Lo que pierde a los hombres no es tanto sus grandes vicios como sus pequeños defectos. Pág. 45

... el arte llamado moderno no sería otra cosa que un detalle ampliado del antiguo o un "mirar de más cerca" la realidad. Simple cuestión de distancia. Pág. 47

... En la vida, en realidad, no hacemos más que cruzarnos con las personas. Con unas conversamos cinco minutos, con otras andamos una estación, con otras vivimos dos o tres años, con otras cohabitamos diez o veinte. Pero en el fondo no hacemos sino cruzarnos (el tiempo no interesa), cruzarnos y siempre por azar. Y separarnos siempre. Pág. 48-49

... Y a costa del dolor, aprenden. Su condición para progresar es justamente estar en contacto permanente con el mundo adulto, con lo grande, lo pesado, lo desconocido, lo hiriente. Pág. 49

... Desde la Antigüedad hasta nuestros días existe un denominador común en el hombre: la crueldad. Pág. 50

... Mi mirada adquiere en privilegiados momentos una intolerable acuidad y mi inteligencia una penetración que me asusta. Todo se convierte para mí en signo, en presagio. Las cosas dejan de ser lo que parecen para convertirse probablemente en lo que son (...) Cada cosa pierde su candor para trasformarse en lo que esconde, germina o significa. En estos momentos, insoportables, lo único que se desea es cerrar los ojos, taparse los oídos, abolir el pensamiento y hundirse en un sueño sin riberas. Pág. 51

... Diríase que la historia se ha hecho para olvidarse (...) El hombre no puede al mismo tiempo enterarse de la historia y hacerla, pues la vida se edifica sobre la destrucción de la memoria. Pág. 54

... escribir, más que trasmitir un conocimiento, es acceder a un conocimiento. El acto de escribir nos permite aprehender una realidad que hasta el momento se nos presentaba en forma incompleta, velada, fugitiva o caótica. Muchas cosas las conocemos o las comprendemos sólo cuando las escribimos. Porque escribir es escrutar en nosotros mismos y en el mundo con un instrumento mucho más riguroso que el pensamiento invisible: el pensamiento gráfico, visual, reversible, implacable de los signos alfabéticos. Pág. 59

... Todo lo que hemos vivido y que tendemos a considerar como una adquisición definitiva, inmutable, está constantemente amenazada por nuestro presente, por nuestro futuro. Pág. 59

... Pero no todo se deteriora en esta permanente erosión del pasado. También las épocas sombrías se iluminan (...) En suma, nada hemos adquirido, ni paz, ni gloria, ni dolor, ni desdicha. Cada instante nos hace otros, no sólo porque se añade a lo que somos, sino porque determinará lo que seremos. Pág. 60-61

... Dejar la infancia es precisamente reemplazar los objetos por sus signos. Pág. 62

... En cuántas bifurcaciones de los pasillos del metro he perdido para siempre una amor. Pág. 64

... También mueren los lugares donde fuimos felices. Pág. 66

... Con ellas sabemos a qué atenernos, o están con nosotros o están contra nosotros, pero nunca esas medias tintas... Pág. 70

... Vieja y exacta metáfora de identificar a la mujer con la tierra, con lo que se surca, se siembra y se cosecha. El arado y el falo se explican recíprocamente. Ellas son en realidad el humus donde estamos asentados, de donde hemos venido, hacia donde vamos. Hacer el amor es un retorno, un impulso atávico que nos conduce a la caverna original, donde se bebe el agua que nos dio la vida. Pág. 71

... Cada vez más tengo la impresión de que el mundo se va progresivamente despoblando, a pesar del bullicio de los carros y del ajetreo de la muchedumbre. ¡Es tan difícil ahora encontrar una persona! No nos cruzamos en la calle sino con siluetas, con figuras, con símbolos. Pág. 72

... sólo verifico ahora sus efectos. Pero es penoso que tengamos que vivir entre fantasmas, buscar inútilmente una sonrisa, un convite, una apertura, un gesto de generosidad o de desinterés y que nos veamos forzados, en definitiva, caminar, cercados por la multitud, en el desierto. Pág. 73

... El tiempo desaparece conforme se usa (...) El único tiempo posible es el futuro, pues lo que llamamos presente no es sino una permanente desaparición. Pág. 75

... Literatura es afectación. Quien ha escogido para expresarse un medio derivado, la escritura, y no uno natural, la palabra, debe obedecer a las reglas del juego. (...) Lo que debe evitarse no es la afectación congénita a la escritura sino la retórica que se añade a la afectación. Pág. 77

... El dolor lo vamos echando por pequeños paquetes y sólo queda en nosotros el estupor, la indignación. Pág. 80

... ¿Por qué nos aflije tanto la muerte de un niño? ¿No es acaso lo mismo morir a los ocho años que a los treinta o los cincuenta? No, porque con los niños muere un proyecto, una posibilidad, mientras que con los adultos muere algo ya consumado. La muerte de un niño es un despilfarro de la naturaleza, la de un adulto el precio que se paga por un bien que se disfrutó. Pág. 81

... Cenando de madrugada en una fonda con un grupo de obreros me doy cuenta que lo separa lo que se llama las clases sociales, no son tanto las ideas como los modales. Probablemente yo compartía las aspiraciones de mis comensales y más aún estaba mejor preparado que ellos para defenderlas, pero lo que nos alejaba irremediablemente era la manera de coger el tenedor (...) Es que los modales son un legado que se adquiere a través de varias generaciones y cuya presencia perdura por encima de cualquier mutación intelectual. (...) pues la comunicación entre las gentes se da más fácilmente a través de las formas que de los contenidos (...) Son el santo y seña que permite a una clase identificarse, frecuentarse, convivir y sostenerse, más allá de sus pugnas y discordias ocasionales. Lo único que puede llegar a nivelar los modales, inventando otros nuevos más naturales y soportables, son las verdaderas revoluciones. De allí que a las inauténticas se las reconoce, no por la ideología que tratan de propagar, sino por la perpetuación de los modales de una sociedad que creen haber destruido. Pág. 82-83

... En su comportamiento con las mujeres los hombres son por lo general recios, fatuos y francamente detestables. Pág. 84

... Momento de suprema elección, pues se trata de realidad de escoger entre la sabiduría o la estupidez. Pág. 88

... Son los días nefastos, en los cuales nada podemos desentrañar, pues nuestra conciencia está excesivamente embarazada por la razón y nuestros ojos empañados por la rutina. Limpiar ambos de lo que los estorba no es una tarea fácil. Pág. 90

... Lo tardío, lo superfluo, lo antiguamente codiciado, se amontona en torno nuestro, se organiza en lo que podría llamarse una casa, pero cuando ya estamos despidiéndonos de todo, pues esta vida acumulativa termina por edificarse en el umbral de nuestra muerte. Pág. 100

... pero siempre lo olvido, que la información no tiene ningún sentido ni sino está gobernada por la formación. Pág. 105

... Y me digo que no hay nada peor que caer bajo la dominación de los objetos. La única manera de evitarlo es poseyendo lo menos posible. Pág. 107

... Nuestro rostro es la superposición de los rostros de nuestros antepasados. (...) Casi nunca nos parecemos a nosotros mismos. Pág. 108

... Lo importante no es que Leonardo haya producido La Gioconda sino que la especie haya producido a Leonardo. Pág. 121

... La naturaleza es espontáneamente fea. La belleza se la hemos añadido nosotros, es una convención cuyo origen habría que buscar en los bucólicos griegos, en Virgilio, en los clásicos del "paisaje ameno", en los románticos ingleses, en fin, en la literatura. Pág. 125

... El Dorado, responde: "Sólo encontrarás el Paititi cuando logres arrancar de tus ojos el resplandor de la codicia". Pág. 129

... Un vicio se contrae a perpetuidad. La esencia del vicio es ser incorregible. Pág. 134

... "Nadie muere antes de su hora. El tiempo que dejamos (al morir) es tan poco nuestro como el que trascurrió antes de nuestro nacimiento". Pág. 136

... los críticos trabajan con conceptos, mientras que los creadores con formas. Los conceptos pasan, las formas permanecen. Pág. 137

... Nuestra vida depende a veces de detalles insignificantes. Pág. 145

... Construcciones de nuestra imaginación, existen sólo provisionalmente porque son falsas y se retiran para siempre cuando aparece el verdadero modelo. Pág. 149

... Amistad sentimiento solidario, amor solitario. Superioridad de la amistad. Pág. 150

... Son los días acreedores, los que llegan para llevarse algo y no para dejarnos algo. Pág. 152

... Imaginar un libro que sea desde la primera hasta la última página un manual de sabiduría, una fuente de regocijo, una caja de sorpresas, un modelo de elegancia, un tesoro de experiencias, una guía de conducta, un regalo para los estetas, un enigma para los críticos, un consuelo para los desdichados y un arma para los impacientes. ¿Por qué no escribirlo? Sí, pero ¿cómo? y ¿para qué? Pág. 154


Julio Ramón Ribeyro
"Prosas apátridas aumentadas"
Editorial Milla Batres 1978




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