Michel Houellebecq nace en 1958, por tanto, ahora tiene 53 años. EscribeLas Partículas Elementales en 1998, Lanzarote en 2000, Plataforma en 2001 y La Posibilidad de una Isla en 2005.
Los 40 años de Houellebecq son determinantes en la escritura de Las Partículas Elementales. El tema de fondo de la novela es, como en todas las del autor, una reflexión sobre el proceso de desintegración de los valores espirituales en las sociedades modernas, al que asistimos desde finales del siglo XIX. Al calor de dicha crisis fermenta la angustia ante la muerte y el absurdo de la vida, sentimientos que vertebran prácticamente la totalidad del arte del siglo XX. Sin embargo, Michel Houellebecq, inmerso por completo en "la crisis de los 40", escribe esta novela desde la intuición certera de que la muerte ya no será necesariamente la primera causa de angustia existencial: lo será la vejez o la vivencia del envejecimiento.
Michel y Bruno son los hermanastros protagonistas de la novela. Michel es un tarado emocional, incapaz de sentir amor, que se refugia en su brillantez intelectual. Bruno es un neurótico, hiperestésico obsesionado con el sexo, única forma de afecto que el abandono de sus padres y el acoso escolar, sufridos durante su infancia y juventud, le permiten desarrollar. La gran carga autobiográfica de la novela no deja lugar a dudas sobre la naturaleza de ambos personajes: son cara y cruz de un trasunto del autor.
En Las Partículas Elementales están formuladas todas las obsesiones que el autor desarrolla en las novelas posteriores: angustia existencial ante la muerte, el sexo como utopía afectiva, el amor como la última emoción auténtica que le queda al ser humano y la salvación de la especie humana a través de parábolas futuristas en las que el hombre supera, definitivamente, la individualidad, el devenir y la diferenciación de sexos.
En Lanzarote el autor arrastra la amargura de Las Partículas Elementales; en Plataforma el amor redime a los personajes; en La Posibilidad de una Isla el advenimiento de una nueva sociedad manipulada genéticamente para la liberación de todo sentimentalismo es ya una realidad.
Las Partículas Elementales es un libro que uno debería pensarse dos veces antes de leer, sobre todo si se está próximo a los 40 o uno ya los dejó atrás.
A no ser, claro, que uno busque un revulsivo espiritual (pero, para qué cojones, si esto de la vejez ya no tiene vuelta atrás).
Visto lo visto no me extraña que Michel Houellebecq viva bajo aquí, en el Cabo de Gata, en este paisaje árido desde donde leo su obra, en este paisaje desnudo, sin concesiones.
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