Carla Bruni Fotografía de Helmut Newton |
Helmut Newton
EL FOTÓGRAFO Y LAS DIOSAS
EL FOTÓGRAFO Y LAS DIOSAS
Helmut Newton es uno de los fotógrafos más famosos e importantes del siglo XX. Se considera que nos dio una nueva manera de ver a la mujer. Cierto o no, es uno de los hombres que vio desnudas a las mujeres más bellas de su tiempo. El otro sería Hugh Heffner, con la diferencia de que Helmut no se las llevaba a la cama.
Refinado, perverso, glamouroso, Helmut Newton imprimió su sello en el oficio. Mujeres estilizadas y perfectas, mujeres blancas, largas como el sufrimiento y efìmeras como el deseo. Helmut viajaba con esposas y látigos en su maletero, no para azotar a su mujer, sino para su parnafelia fotográfica. Una de las fotos que más me impresiona es la de aquella modelo con una silla de montar sobre su lomo. La mujer es una bestia en este caso. Sin embargo, el fotógrafo declaraba la superioridad de las mujeres: "El hombre siempre es un accesorio y la mayoría de las veces asume una posición servil. La mujer siempre es dominante en mis fotos". Eso dice el hombre, pero una cantidad de fotos suyas lo contradicen. Bastaría mencionar aquella donde la mujer permanece atada junto a una cama, como un animal dispuesto. No vemos su rostro: solo su divina espalda y sus nalgas esplendorosas. Y también sirve para el caso la foto de Isabella Rossellini y David Lynch, donde se advierte con facilidad quien es el amo y quien es el objeto.
Pero el sentido de esta entrada es un homenaje a las mujeres bellas y famosas que posaron ante la cámara de Helmut Newton. Una galería envidiable, una historia del siglo XX en carne y hueso, en divina y cálida carne. Unas ya duermen el sueño eterno, otras ya perdieron su esplendor y algunas siguen en el candelero: Kate Moss, Julie Delpy, Monica Bellucci, Carla Bruni. Qué obvio: nada es para siempre. Fane Dunaway es ahora un patético monstruo de quirófano. Catherine Denueve siempre será una diosa, fría e inaccesible, y Charlotte Rampling, esplendorosa y divina, objeto de oscuro deseo en Portero de noche, nos mira con fijeza mientras toma la copa que llevará sus labios. Carla Bruni es casi una Lolita en la foto de Newton y la boca se hace agua. Eva Herzigova no huye: viene a vernos, casi desnuda, a un hotel de cinco estrellas. Maddona, cuya carrera respeto, nunca ha sido santa de mi devoción. Me conmueve la foto de Anita Ekbert. Hemos vivido acostumbrados a verla en esa fuente romana con Marcello Mastroianni, según la obra maestra de Fellini, y ahora Newton nos restriega en la cara el ultraje de los años. Aún es bella, por supuesto, una fiera indomable, desde luego, pero ya no es lo mismo.
Triunfo Arciniegas
Pamplona, 2012
Julie Delpy |
Elsa Peretti |
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