CITA
In memoriam J. G. D.
- Bien sea en la orilla del río que baja de la cordillera
- golpeando sus aguas contra troncos y metales dormidos,
- en el primer puente que lo cruza y que atraviesa el tren
- en un estruendo que se confunde con el de las aguas;
- allí, bajo la plancha de cemento,
- con sus telarañas y sus grietas
- donde moran grandes insectos y duermen los murciélagos;
- allí, junto a la fresca espuma que salta contra las piedras;
- allí bien pudiera ser.
- O tal vez en un cuarto de hotel,
- en una ciudad a donde acuden los tratantes de ganado,
- los comerciantes en mieles, los tostadores de café.
- A la hora de mayor bullicio en las calles,
- cuando se encienden las primeras luces
- y se abren los burdeles
- y de las cantinas sube la algarabía de los tocadiscos,
- el chocar de los vasos y el golpe de las bolas de billar;
- a esa hora convendría la cita
- y tampoco habría esta vez incómodos testigos,
- ni gentes de nuestro trato,
- ni nada distinto de lo que antes te dije:
- una pieza de hotel, con su aroma a jabón barato
- y su cama manchada por la cópula urbana
- de los ahítos hacendados.
- O quizás en el hangar abandonado en la selva,
- a donde arrimaban los hidroaviones para dejar el correo.
- Hay allí un cierto sosiego, un gótico recogimiento
- bajo la estructura de vigas metálicas
- invadidas por el óxido
- y teñidas por un polen color naranja.
- Muera, el lento desorden de la selva,
- su espeso aliento recorrido
- de pronto por la gritería de los monos
- y las bandadas de aves grasientas y rijosas.
- Adentro, un aire suave poblado de líquenes
- listado por el tañido de las láminas.
- También allí la soledad necesaria,
- el indispensable desamparo, el acre albedrío.
- Otros lugares habría y muy diversas circunstancias;
- pero al cabo es en nosotros
- donde sucede el encuentro
- y de nada sirve prepararlo ni esperarlo.
- La muerte bienvenida nos exime de toda vana sorpresa.
Natalie Shau Álvaro MutisCITA- Y ahora que sé que nunca visitaré Estambul,me entero que me esperan en la calle de Shidah Kardessi,en el cuarto que está encima de la tienda del oculista.Un golpe de aguas contra las piedras de la fortaleza,me llamará cada día y cada nochehasta cuando todo haya terminado.Me llamará sin otra esperanzaque la del azar agridulceque tira de los hilos neciamentesin atender la músicani seguir el asunto en el libreto.Entretanto, en la calle de Shidah Kardessitomo posesión de mis asuntosmientras se extiende el tiempoen ondas crecientes y sin pausadesde el cuarto que está encimade la tienda del oculista.Álvaro MutisLos trabajos perdidos
- FICCIONESDE OTROS MUNDOS***MESTER DE BREVERÍADRAGONPESSOA
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