sábado, 29 de noviembre de 2014

La animación no es cosa de niños

Fotograma de Cheatin'.

La animación no es cosa de niños

Los Oscar se abren a filmes de dibujos más experimentales y arriesgados



Ha pasado una década desde que Los Increíbles marcó un antes y un después en el campo de la animación. El trabajo de Brad Bird para los estudios Pixar es visto entre los profesionales como una cima repetida, e incluso superada, en otros filmes como Toy Story 3, también de Pixar y también Oscar al mejor largo animado. Los estudios Pixar se han llevado siete de los 14 oscars concedidos en esta categoría desde su creación. Y sin embargo, si hay algo seguro en la próxima ceremonia de los premios de Hollywood es que Pixar no se llevará ni un galardón.
Por primera vez en la historia de los Oscar, los estudios que han contribuido al renacimiento de la animación no tienen un filme en competición al no contar este año con un estreno. Esta certeza abre un mar de dudas porque en una industria que parecía monolítica —controlada durante años por grandes como DisneyDreamWorks oPixar, los únicos capaces de hacer una inversión por encima de los 120 millones de euros que cuestan los estrenos animados al uso— han surgido nuevos contendientes hasta debajo de las piedras.
Este año la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas ha aceptado a competición 20 largometrajes animados. Entre ellos no faltan los estrenos millonarios que, como Big Hero 6 o Cómo entrenar a tu dragón 2, mantienen el liderazgo de los grandes —Disney y de DreamWorks—. También pugnan por la misma estatuilla películas extremadamente pequeñas como Cheatin’, de Bill Plympton, el maestro de la animación independiente capaz de dibujarse él sólo todo su largometraje con papel, lápiz y un presupuesto de poco más de 400.000 euros. “En ocasiones los galardones han demostrado que entienden el valor de hacer cine nominando filmes realizados fuera de los grandes estudios”, comentó Plympton tras su preselección.
Hay más creadores que comparten su filosofía. Plymptoon Studios es uno de los muchos estudios emergentes que se han dado a conocer en los últimos años. Unos han nacido del gusto de un millonario como Travis Knight por la animación. El hijo del fundador de Nike canalizó su pasión por la animación stop-motion en un estudio como Laika, que lleva producidos desde su nacimiento tres películas, una de ellas —Coraline— candidata al Oscar, y la misma suerte espera correr en esta edición con Los boxtrolls. Devolviendo la vida a una técnica que parecía en vías de extinción y con un estilo más cercano al steam-punk que al hiperrealismo de la animación por ordenador de los grandes estudios, Laika ha sabido marcar la diferencia y competir con los grandes en sus propios términos.
La puerta también se ha abierto para otros estudios independientes como Reel F/X que ,con la ayuda del productor mexicano Guillermo del Toro y el amparo financiero de los estudios Fox, se ha lanzado al ruedo con The Book of Life. Con sede en Texas, la compañía especializada en efectos visuales ha continuado la tradición comercial de la animación por ordenador. Sin embargo, su director, Jorge Gutiérrez, ha sabido dar un giro en la estética y en el guion, distanciándose del resto de las producciones. “Como independiente he podido mantener el control creativo, algo que no habría conseguido dentro de la industria”, admite el mexicano que además busca su hueco en ese gigante dormido que es el público hispano. En otros casos la revolución comenzó desde dentro de uno de estos grandes estudios. Es el caso de Warner Bros, cuando creó la unidad que se encargó del éxito animado más subversivo del año, La Lego película. Como asegura el animador e historiador Tom Sito, son estos pequeños grandes éxitos los que han hecho ver que sí se puede triunfar en animación sin necesidad de ser familia de Mickey Mouse o Buzz Lightyear.
Entre las 20 aspirantes muchas vienen de fuera, como Song of the Sea o The Tale of Princess Kaguya, narrando con animación tradicional cuentos locales ya sean de Irlanda o de Japón. Más aún,Rock in My Pockets está realizada en Nueva York pero con financiación extranjera y compite no sólo en la categoría de mejor película animada sino en la de mejor filme en habla no inglesa representando a Letonia, país de su directora, Signe Baumane.
La proliferación de títulos animados es tal que ha aumentado de 3 a 5 el número de finalistas en esta categoría. Durante mucho tiempo esa categoría ha sido considerada para niños, pero, cuando contando tan solo los ingresos de tres de los contendientes (Cómo entrenar a tu dragón 2Río 2  y La Lego película), la recaudación supera los 1.200 millones de euros, es difícil seguir hablando de un juego: hay que prestar más atención a lo que se cuece en este mercado.


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