Julia y José Agustín Goytisolo: “Rechacé ‘Palabras para Julia’
Poeta popular, con lo raro que es eso, José Agustín Goytisolo, miembro de la Generación de los 50 (Ángel González, José Ángel Valente, Caballero Bonald, Gil de Biedma, Carlos Barral —”Carlos, éramos pocos pero hicimos ruido”—), murió el 19 de marzo de 1999 al precipitarse por una ventana. Inmediatamente se recordó que atravesaba una depresión, así que se dio por hecho que el autor de uno de los himnos a la vida más famosos de la cultura española se había suicidado. La familia de él, sin embargo, dijo que fue una caída fortuita mientras se encontraba arreglando una persiana. Su hija prefiere no hablar mucho de eso. Sólo recuerda que la famosa nota que se encontró en casa no era una nota de suicidio, sino una nota en la que le decía a su mujer que iba a subir a arreglar la persiana. “Me enteré de su muerte cuando estaba en mi casa, le había comprado esa tarde una camisa”.
“Mis padres, sobre todo mi padre, dejaba notas siempre, también en el suelo. Para todo. ‘Carpintero’, ‘fruta’, lo que fuese. Las dejaba para nosotros pero también para él mismo, para acordarse. Una nota típica era: ‘Lavar pelo’, que lo que quería decir era teñir pelo, pero bueno [ríe]”, dice Julia Goytisolo. “A mí me ha costado mucho el duelo por la muerte de mi padre. Mucho. Porque yo creo…, yo creo realmente que fue un accidente. Lo echo mucho de menos. Pienso mucho en él todos los días”.
Julia Goytisolo se fue de casa en cuanto cumplió 18 años. Amaba a su padre, discutía furiosamente con él. “Nos gritábamos mucho. Yo le decía: ‘¡Soy la superviviente de un poema, me has hecho una desgraciada!’. En fin. Llevó fatal que me fuese de casa tan pronto. Le gustaba muchísimo estar conmigo. Y a mí también me apetecía estar con él. Hicimos muchos viajes juntos divertidísimos. Cuando me fui, lo recuerdo llamándome al telefonillo y yo, dependiendo del día, dejándole subir o no. Y él insistía, insistía. Nunca se desanimaba. Y acababa subiendo. Supongo que es eso, ¿no?”.
P. ¿Lo qué?
R. Que ningún padre se desanima.
P. ¿Le hizo caso en el poema?
R. A mí me gustaría que este poema quedara fuera de la relación que yo tenía con mi padre. No que quedara fuera, perdón, pero que no fuera lo principal. Porque no lo fue nunca. Teníamos otra relación, no nos comunicábamos con poemas. Mi padre me definió mucho mejor fuera de ese poema, por ejemplo cuando me decía: “Morirás de una oferta”. Al irme de casa tan pronto, yo miraba los precios obsesivamente porque quería ahorrar, y él se reía: “Morirás de una oferta”. Claro que, como dice el poema, “este mundo tal como es / será todo tu patrimonio”, y tuve amigos y tuve amor, pero por ejemplo, nunca deseé no haber nacido, en eso se equivocó.
Antes de colgar el teléfono, Julia Goytisolo Carandell recuerda vagamente otro poema de su padre. En él un verso decía “que no te falte la mano”. Un día ella le preguntó qué quería decir eso, qué significaba. “Se acercó a mí y puso su mano varias veces en mi hombro. Que no te falte la mano, que nunca te falte la mano”.
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