Woody Allen |
Día de lluvia en Nueva York, el Woody Allen más amable
Cuando llevo diez minutos de película, teniendo claro que voy a escribir la crítica, pienso, “una mala película europea, pero bien hecha”. A los actores se les nota artificiosos, los diálogos resultan impostados y cuando llega la lluvia me digo para mis adentros que el título es los único que no es falso. Pero me equivoco –y tanto– y ahora doy gracias a Dios por ello, porque Woody Allen (Annie Hall, Manhattan, Match Point) firma con este homenaje a Nueva York una película extraordinaria, y que parece casi accidental.
La historia es muchas cosas, pero quizá la vertebradora sea que pertenece a la Gran Manzana, pero de una muy particular. Es la Manhattan yuppie que ya no existe y que, pese a ello, Allen actualiza doblemente: porque la hace real y contemporánea.
Selena Gomez Un día de lluvia en Nueva York |
El Nueva York de los mecenas de las artes, las familias judías en pisos de la Quinta Avenida y los pianistas de los hoteles es uno muy frecuentado en la ficción, al menos en la literaria, la película no deja de recordártelo: el protagonista se llama Gatsby y hay varios momentos paralelos a The Catcher In The Rye, (conversación con una prostituta incluida) y aquí se hace imaginable y muy cotidiano, casi cercano. Y además de hacerse real se le traslada a la actualidad: a los paparazzi, a los estudios de NY en lugar de los de LA y sarcasmos sobre las celebrities activistas que vemos todos los días o lo paleto que les resulta a los neoyorquinos el Midwest. Además, como es Woody Allen, el politiqueo es inicuo y las cesiones a lo políticamente correcto están ausentes. El mundo es un sitio fino y cultivado en el que se habla de películas antiguas, Ortega y Gasset y Venecia, se juega al póker, no hay alegatos feministas, pero sí un revisionista y muy elocuente “solo quería mi cuerpo”, y hay amor, pero uno sencillo y redentor, y, el colmo, hay madres que quieren a sus hijos y adolescentes que aprenden a ser queridos por sus madres. Ah, y se burlan de los progres.
Parecería la película más clásica del mundo, pero no lo es, no lo es en absoluto, y he ahí el mayor logro de todos: no deja de ser una película de Woody Allen. Uno se encuentra deshecho de risa mientras un joven huye por una tumba egipcia de sus tíos para no asistir a una fiesta o tenso mientras dos tipos tratan, sin éxito, de hacer reír a una chica, solo para confirmar lo horrible de su risa, y también ve, con triste resignación, como a una rubia encantadora le molesta la lluvia y al mismo tiempo se da cuenta de que no quería que a la rubia le gustase la lluvia. No hay fantasmas o seductores aparecidos, pero sí un desfile de personajes del mundo del cine que enfilan, uno tras otro, el paredón de la moral eterna y la experiencia humana de muchos siglos. Hay chistes sobre judíos, hay tipos raros, intelectuales deconstruidos y mucho sinvergüenza. Eso sí, al final pierden los malos y el bueno se lleva a la chica, o, mejor, la buena se lleva al chico.
A nivel técnico la película es sobresaliente y el reparto es fantástico con Michel Bachelet (Call Me By Your Name), Elle Fanning (Super 8), Jude Law (Cold Mountain), Liev Shcreiber (X-Men Origins: Wolvervine), Selena Gomez (Wizards, Of Waverly Place) y Diego Luna (Rogue One: A Star Wars Story).
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