‘La gran ola de Kanagawa’, en el diseño de los nuevos billetes de mil yenes
Una gran ola que causa fascinación
Treinta y seis vistas del monte Fuji es una serie de pinturas ukiyo-e que el artista de finales del periodo Edo Katsushika Hokusai (1790-1849) presentó cuando era un septuagenario, aprovechando el auge de las peregrinaciones populares al monte Fuji para venderlas como pan caliente. Fue tal su éxito que incluso añadió 10 imágenes más. Su valor histórico reside en que hizo de las pinturas de parajes famosos un género establecido, así como le hecho de que surgieron muchos seguidores de este estilo, tales como Utagawa Hiroshige.
La pieza de la que hablamos toma como motivo un símbolo de Japón que también ha sido designado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco e incluso aparece en el pasaporte nipón. La serie de Hokusai cuenta con obras maestras que ilustran desde diferentes perspectivas el monte Fuji, pero destaca, por su gran popularidad en el extranjero, La gran ola de Kanagawa. Gracias a que goza de reconocimiento mundial, a partir de julio de 2024 aparecerán en el diseño del reverso de los nuevos billetes de mil yenes.
Es una composición que retrata tres pequeñas embarcaciones arrastradas por una enorme ola en la que resalta la divinidad del monte Fuji, una montaña sagrada, atestiguando apaciblemente la escena. Esta ola impresionante es conocida coloquialmente fuera de Japón como “la gran ola” y ha engalanado los sellos postales de Francia, además de convertirse en un mural de un edificio de Moscú, Rusia. Habrá quienes no sepan quién es el autor, pero reconocerán la obra.
Su valor artístico está respaldado por su precio. En 2024, en una subasta de arte en los Estados Unidos, las 46 xilografías de la serie Treinta y seis vistas del monte Fuji alcanzaron un valor de 3.559.000 dólares (unos 535 millones de yenes, al tipo de cambio en ese momento). Pero es quizás más sorprendente que, el año anterior, solo el grabado de La gran ola de Kanagawa se vendiera por 2.760.000 dólares (aproximadamente 360 millones de yenes). Se trataba de uno de los primeros ejemplares impresos, por lo que el grabado no estaba tan desgastado y las líneas estaban delimitadas claramente, algo que fue altamente valorado. Fue un precio sin precedentes para un grabado ukiyo-e del que existen cientos de copias.
Fuente de inspiración para artistas occidentales
La popularidad de La gran ola de Kanagawa data de la Exposición Universal de París celebrada en 1867. Japón debutó internacionalmente a través de este acto en el que expuso obras de arte de estilo ukiyo-e, entre otros, que resultaron exóticas para los occidentales. También atrajo la atención en las Exposiciones Universales de París de 1878, 1889 y 1900, dando origen al movimiento del japonismo.
El mundo del arte francés del siglo XIX encumbraba obras de temática histórica que ilustraban pasajes de la Biblia o la mitología, seguidas de los retratos y la pintura de género. Sin embargo, no se consideraba que las pinturas paisajísticas y los bodegones tuvieran suficiente valor artístico. En cambio, los artistas innovadores se sintieron inspirados por el ukiyo-e, un arte en cuyo centro estaba la gente del la calle, las flores, los insectos e incluso los fenómenos naturales, y adoptaron en sus obras las técnicas e ideas que posteriormente dieron origen al impresionismo.
Para los artistas occidentales, que una ola fuera la protagonista de una obra era algo extraordinario. Van Gogh, un apasionado coleccionista de ukiyo-e y adelantado a su época, escribió a su hermano menor una carta en 1888 en la que describía la pieza de la siguiente manera: “Esta ola es como una garra que con sus uñas atrapa los barcos”, una narración sumamente vívida.
La obra La ola del escultor Paul Claudel fusiona una gran ola con la imagen clásica de las tres Gracias. Además, la portada de la partitura de El mar, sinfonía del compositor Claude Debussy, estaba decorada con la imagen de La gran ola de Kanagawa.
La popularidad reimportada de Hokusai
Los grabados ukiyo-e eran un entretenimiento barato que tenía un valor similar al de un tazón de fideos soba, por lo que, para empezar, los pintores no tenían una noción del arte como la que existe en nuestros días. Se trataba de productos de alta demanda y bajas ganancias que ilustraban una gran variedad de temas de moda entre la gente común, como retratos de actores o de mujeres hermosas, paisajes de estilo póster o shunga, un género erótico.
Sin embargo, con la apertura del país y la entrada del arte occidental en Japón, la población comenzó a menospreciar las costumbres y cultura del periodo Edo. Mientras que en Occidente el japonismo se extendía, en Japón, la popularidad del ukiyo-e cayó en picado y las obras de pintores populares comenzaron a salir de las fronteras del país. Lo mismo sucedió con las obras de Hokusai, que al final del periodo Edo se utilizaban como protección para los productos de exportación que se enviaban en cajas. Su valor como obras de arte fue reconocido tras la Segunda Guerra Mundial gracias a la buena reputación que ganaron en el extranjero.
En 1999, 150 años después de la muerte de Hokusai, la revista Life de Estados Unidos publicó una edición especial con las 100 personas de mayor mérito en los últimos mil años. El único japonés que apareció fue Hokusai. Gracias a este reconocimiento, su fama se fortaleció todavía más y en 2014 se llevó a cabo una exposición dedicada al artista en el Gran Palais en Francia, en 2017, en el Museo Británico y, en 2023, en el Museo de Arte de Boston, en Estados Unidos. En cada uno de los sitios donde se celebraron exposiciones de arte japonés se hicieron largas filas para admirar las obras de Hokusai.
En Japón tampoco dejan de celebrarse exposiciones retrospectivas de sus obras y muchas piezas en buen estado han regresado al país. Fue gracias a los extranjeros amantes del trabajo de Hokusai, que vislumbraron su valor real, coleccionaron y almacenaron sus obras, que este artista pudo volver a ser apreciado en su país de origen.
¿La gran ola de Kanagawa tiene raíces en el extranjero?
¿Por qué La gran ola de Kanagawa fascinó a tantas personas fuera de Japón? Una de las razones que cita Okuda Atsuko, curadora principal del Museo de Arte Sumida Hokusai (distrito de Sumida, Tokio), es que el propio Hokusai recibió influencia del extranjero. Okuda es la encargada de la exposición Hokusai Great Wave Impact – Kanagawa oki namiura no tanjō to kiseki, cuyo tema principal es La gran ola de Kanagawa.
Nos dice que el azul brillante que da color al mar en esta obra es azul Prusia, originario de Alemania en el siglo XVIII. En Japón es conocido como beroran (Berurin ran), o índigo de Berlín. Al usar este color, el artista creó “azul de Hokusai”, que nadie había visto hasta entonces en el país.
La composición tiene como base la perspectiva de estilo occidental. Fue creada para que la vista de quienes la observan vaya del frente, donde está la gran ola, al fondo, donde se encuentra el monte Fuji. Okuda nos dice que existe una obra, Kanagawa oki honmoku no zu, que precede por casi 30 años a La gran ola de Kanagawa, en la cual ya se pueden apreciar señales de tercera dimensión y perspectiva.
La forma de la ola utiliza una técnica típica de la escuela Rinpa a la que perteneció Hokusai en su juventud. Se trata de una escuela que desarrolló con brillantez la pintura tradicional japonesa Yamato-e, y que tenía como uno de sus temas principales la naturaleza. Además, también adoptó el estilo realista de las pinturas de aves y flores de China, detalle que se puede apreciar en las salpicaduras de agua en la parte superior de La gran ola de Kanagawa.
Hokusai dedicó 88 años de su vida a la pintura, pintó sin parar y se mudó 93 veces de casa. Dejó un legado de aproximadamente 30.000 obras. Él mismo se consideraba un “loco de la pintura”. Aprendió un gran número de técnicas japonesas y occidentales, y daba a sus obras toques exquisitos entre la deformación y el realismo, creando piezas inigualables.
El atractivo de La gran ola de Kanagawa no se desvanece, sigue siendo objeto de homenajes, parodias y muchos productos se han inspirado en su diseño. Han pasado 150 años desde aquellos tiempos en los que era considerada solamente un pedazo de papel. Ahora está valorada en cientos de millones de yenes y llegará a las manos de todos los ciudadanos a través de los billetes. Hokusai, desde el más allá, seguramente se alegrará de que su obra se haya transformado como una ola que atravesó los mares y continúa extendiéndose.
La exposición Hokusai Great Wave Impact – Kanagawa oki nami ura no tanjō to kiseki está dividida en dos partes, la primera del 18 de julio al 21 de julio y, la segunda, del 23 de julio al 25 de agosto.
Para más información visite el sitio oficial del Museo de Arte Sumida Hokusai (disponible en japonés, inglés, chino y coreano).
Fotografía del encabezado: Al centro, el reverso de los nuevos billetes de mil yenes. Arriba a la izquierda, una exposición de Hokusai en el Museo Británico (Reino Unido, 10 de enero de 2017, fotografía de Carl Court/Getty Images). Abajo a la izquierda, La gran ola de Kanagawa hecha con bloques de Lego (Dinamarca, 28 de diciembre de 2022, Reuters). A la derecha, una exposición de los grandes maestros de Japón, Common Art Center (Francia, 6 de noviembre de 2019, AFP y JIJI) * Editadas por el equipo editorial de nippon.com.
(Traducido al español del original en japonés.)
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