¿Tiene futuro Hello Kitty? La gata japonesa más famosa del mundo busca reinventarse tras un año trágico para sus ingresos
A sus 31 años, el nieto del creador del famoso personaje, toma las riendas de una empresa con licencias que van desde bolígrafos a parques temáticos y restaurantes.
Salomé García / 18 de junio de 2020
Hello Kitty estrena director el próximo 1 de julio. Su presidente, Shintaro Tsuji, creador de la empresa Sanrio, ha decidido que a sus 92 años se jubila. El testigo lo toma su nieto, Tomokuni Tsuji, de 31 años y a quien su abuelo considera el más capacitado para que el emporio no decaiga (el padre murió en 2013 de un infarto, de ahí ese salto generacional en una empresa de marcado cuño familiar). Pero Shintaro deja el listón bien alto. En sus seis décadas al frente de la empresa ha mostrado un olfato indiscutible para exportar la cultura pop japonesa kawaii a nivel internacional a base de licencias para fabricar todo lo imaginable con sus personajes. Desde bolígrafos a ropa, menaje, restaurantes, pastelitos y parques temáticos.
Porque Hello Kitty es solo la punta de un entrañable iceberg empresarial, con sede en Japón, y habitado por simpáticos personajes como la tomboy Kuromi, el osito Marumofubiyori o la rana Keropi. Aunque, sin duda, es Hello Kitty la que ha alcanzado un nivel de fama al nivel de grandes dibujos como Mickey Mouse o el Pato Lucas. Pocos lugares del mundo han quedado inmunes a su presencia en todo lo que la imaginación de un buen creativo puede pensar.
Quién se lo iba a decir al bueno de Shintaro en 1960 al abrir una tienda de regalos llamada Yamanashi Silk Center que en 1973 cambiaría su nombre a Sanrio. Un año después llegaba Hello Kitty. Al principio, tímidamente en un monedero de vinilo. Hoy puedes comerte su carita en su propio restaurante de dim sum en Hong Kong, volar en un avión de Eva Air customizadodesde Los Angeles a Taiwan (atención a todo el merchandising a bordo que no tiene desperdicio) o montar su particular quedada de frikis en la Hello Kitty Con de Los Angeles, algo así como la réplica cuqui de la Comic Con. Tuvo lugar en 2014 para celebrar su 40 cumpleaños. “Hello Kitty significa mucho para muchas personas de muchas maneras diferentes”, explicaba Dave Marchi, su director de marketing a la cadena CNN. “Pero creo que se explica fácilmente que es solo una embajadora de la felicidad que conecta emocionalmente con las personas. Se trata de felicidad, amistad y diversión”. Buen rollito, desde luego, pero también mucho dinero. Las entradas al evento costaban 30 dólares para los adultos y 20, para los niños. Y se vendieron 25.000. Podían haber sido más –se lamentaban desde Sanrio– de no ser porque las autoridades limitaron el aforo. Tuvieron visitantes procedentes de todas partes del mundo. Hasta la cantante Katy Perry pasó por allí a hacerse un tatuaje en el dedo.
Ni gatita ni japonesa
Pese a su aspecto y al nombre (kitty en inglés es gatita), en 2014 a la empresa no se le ocurrió nada mejor que afirmar que el personaje es, en realidad, una ‘chica feliz’. Se armó la marimorena y las redes ardieron con críticas furibundas. Entre otras, los internautas les recordaban que Hello Kitty tiene unos bigotes gatunos que ninguna chica sobre la faz de la Tierra posee. Para sofocar el incendio, los portavoces de Sanrio aclararon que vale, que no era humana, sino una antropomorfización de un gato.El debate quedaba zanjado con un “nadie confundiría a Mickey Mouse con un humano, pero al mismo tiempo no es un ratón. Al igual que Hello Kitty no es un humano, tampoco es un gato”.
De acuerdo, no es una gata, pero se llama gata. Su nombre real es Kitty White, aunque sea conocida a escala planetaria como Hello Kitty (Kitty-chan en Japón). Lo de White viene porque la criatura es londinense. Vive en la ciudad del Támesis con sus padres, George y Mary, y su hermana Mimmy. ¿Y qué hace una nipona en la capital del té y las gabardinas? En los años 70 todo lo británico causaba furor entre los japoneses. Así que nada más cool que instalar a su chica-gata favorita en aquella ciudad. Que no quita para que el País del Sol Naciente la haya declarado embajadora turística para China y Hong Kong, algo así como la Naranjito de aquel país.
Para aumentar la magia del personaje, sus creadores hasta concibieron una unidad de medida especial: las manzanas. Hello Kitty pesa tres manzanas y mide cinco. Y no tiene boca. En 2008 Yuko Yamaguchi (segunda diseñadora del personaje) confesaba a la revista Time que así ‘la gente puede proyectar sus sentimientos sobre el personaje y ser feliz o triste junto con Hello Kitty’. Como la historia es tan edulcorada como suena, pronto surgió una leyenda negra bastante más macabra sin ninguna prueba de que sea real. Este relato vendría a decir que las orejas son la encarnación de los cuernos del Satán. La palabra Kitty significa ‘demonio’ en chino. Para terminar de armar la crónica negra, en 1999 la sociedad de Hong Kong descubría horrorizada la historia de unos maleantes que habían secuestrado, torturado y decapitado a una joven, escondiendo la cabeza dentro de una muñeca de la famosa gatita que no es gatita. La prensa lo llamó el ‘Asesinato de Hello Kitty’. Una guinda oscura en uno de los personajes más luminosos de la cultura oriental.
Para oscuro, el percal que hereda Tomokuni ahora que el todavía presidente de Hello Kitty se jubila. El año fiscal que acababa en marzo de este año no cerraba con buenos resultados para el negocio familiar. Hello Kitty sigue siendo popular, pero ha perdido tirón. Las ganancias netas bajaron un 95% respecto al año anterior a 191 millones de yenes (1,8 millones de dólares). En parte, acusando el impacto del coronavirus con una caída en las ventas de mercancías y el cierre de sus parques temáticos. Y la cosa tampoco pinta bien para las próximas semanas. El parque temático Sanrio Puroland en Tokio, también conocido como Hello Kitty Land, permanece cerrado desde febrero y no tiene previsto abrir hasta el 20 de julio. A su favor, Tomokuni tiene que ya ha caído en gracia a los incondicionales de la firma. Hasta le han sacado parecido con Pompompurin, otro personaje de la factoría que es un golden retriever con boina. Visto con ojos de fan, su camino no puede empezar con mejor pie.
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