¿Cuál fue la razón por la que Borges nunca ganó el Premio Nobel?
Su viuda y albacea, María Kodama, siempre dijo que fueron razones políticas, pero unos informes desclasificados de la Academia sueca revelaron otras cuestiones, o más de una
Jorge Luis Borges, ídolo de las letras argentinas y mundiales, mito de la literatura, se llevaba mal con casi todo el mundo. También, parece ser, con la Academia sueca que concede el Nobel. Famosas son las invectivas del autor contra escritores e instituciones sin reparo alguno, incluso superando la «santidad» de los atacados. De Antonio Machado, por ejemplo, dijo: «No sabía que Manuel tuviera un hermano».
Pero estos comentarios nunca se supieron (o sí) si eran sinceros o proferidos únicamente para epatar, para conformar al personaje al estilo de Umbral, o Umbral, entre otros, al estilo de Borges. Una vez dijo que, si hubiera que salvar dos libros de la literatura de su tiempo, estos serían Ulises y Finnegans Wake, ambos de James Joyce. Adolfo Bioy Casares fue su amigo íntimo y en el libro sobre sus diálogos se confiesan afirmaciones totalmente distintas, como por ejemplo que los relatos de Dublineses, el primer libro del irlandés, eran «bobos».
También dijo que Ulises carecía de todas las virtudes que necesita una novela. ¿Se puede decir que solo salvaría Ulises(y Finnegans Wake) de entre todos los libros y en la intimidad asegurar todo lo contrario? En Borges es evidente que sí, por lo que, a pesar de su mala fama, no habría que hacer demasiado caso a las habituales y conocidas salidas de tono respecto a sus colegas. Es más que posible que quien verdaderamente le gustaba de los hermanos Machado era Antonio y no Manuel.
Todo este carácter quizá no le gustó a la Academia sueca, casi siempre políticamente correcta. A Neruda le dieron el Nobel y Borges pensaba del chileno que era «cursi sin dar asco», y que por eso gustaba a los lectores. También dijo que era «un discípulo de Lorca, mucho peor que Lorca» y que era un bruto porque empezaba bien escribiendo sobre Walt Whitman, seguramente porque todavía le quedaba el ritmo de lo que acababa de leer sobre él, pero que luego se perdía en los versos.
En 1967 se hablaba fuerte de que el argentino conseguiría el premio, pero ganó Miguel Ángel Asturias. Según unos informes desclasificados de aquel año, desvelados por un periódico sueco, el presidente del jurado del Nobel sentenció en su contra: «Es demasiado exclusivo o artificial en su ingenioso arte en miniatura». Una incomprensible opinión que más bien sería merecedora del galardón y no de tan singular rechazo. Hubo muchos años más, aparte de aquel 1967, en que Borges sonó como candidato.
Su viuda y albacea, María Kodama, dijo que «todo el mundo sabe que fue una cuestión política», en referencia a cuando el argentino fue invitado a Chile por Pinochet y aquel le dedicó al dictador algunas palabras elogiosas. Los rumores del «castigo» de la Academia sueca llegaron hasta que Borges criticó, como hacía con casi todos sus colegas, casi de forma histriónica, al poeta sueco Artur Lundkvist, que posteriormente fue secretario permanente de la institución.
Una permanencia quien sabe si definitiva para no conseguir nunca el premio, más allá de la política en un ámbito casi navajero, el de los premios y las letras, que tantas veces poco tienen que ver entre ambas como se ha visto y se verá en tantísimos casos de escritores universales que nunca recibieron el honor, al revés que otros no tan universales.
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