sábado, 8 de agosto de 2015

The Rolling Stones / Satisfaction / Un grito de frustración y deseo


The Rolling Stones

Satisfaction’: Un grito de frustración y deseo


Los Rolling Stones. / MICHAEL OCHS ARCHIVES
Todo fue tan simple como juntar un riff y un par de frases. El riff era sucio, manchado de distorsión. Las frases era tan contundentes como el dibujo de la guitarra: I can't get no, satisfaction. Ambos elementos, juntos y manejados por los Rolling Stones, subieron la temperatura del verano de 1965. Satisfaction fue una de las primeras señales evidentes de que la música pop empezaba a ser algo reivindicativo.

Con ella sonando en las radios, los Beatles se topaban con unos rivales a la altura de las circunstancias y también con el reverso de su optimismo juvenil. Aunque todavía no de un modo oficial, la inevitable competición entre ambas bandas había comenzado a principios de año, cuando en las listas de los álbumes punteros coincidieron Beatles for sale y Rolling Stones 2. Los estilos de ambas formaciones iban creciendo en medio de la histeria colectiva que producían sus canciones. Los Stones no iban tan rápido como los de Liverpool y tampoco eran aún tan certeros. Su segundo álbum presentaba una pequeña evolución respecto a su debut y con él, y gracias a canciones propias como Off the hook, dejaban de ser simplemente un grupo británico haciendo rhythm & blues norteamericano.
Parte del mérito de ese cambio era de Andrew Loog Oldham, el avispado mánager del grupo. A petición suya, Mick Jagger y Keith Richards habían comenzado a componer más –en ocasiones bajo el seudónimo Nanker Phelge, que englobaba a varios miembros del grupo-, y los títulos propios fueron ganando terreno a las versiones de Chuck Berry, Muddy Waters y The Coasters o Buddy Holly con las que habían ido forjando su repertorio. El esfuerzo no tardó en dar sus recompensas. A principios de 1965 editaban The last time, que copa las listas, el primero de una larga lista de singles coronados por canciones originales que afianzaría la personalidad musical del quinteto. Estados Unidos también les había recibido con entusiasmo, algo que quedó patente cuando en la primavera de 1965 comparecieron de nuevo en el Ed Sullivan Show y la insistencia del público les obligó a improvisar un bis. Fue esa misma gira la que terminaría inspirando el primer clásico del tándem Jagger-Richards. Allí grabaron Satisfaction, su primer éxito internacional.
Richards se despertó una mañana tarareando un riff. Lo tocó con una guitarra acústica y lo dejó registrado en la grabadora que llevaba consigo. Jagger tardó tan solo 10 minutos en ponerle letra a una canción que prácticamente hablaba sola. Según el cantante, la frustración de las giras y el agobio del consumismo yanqui hicieron que los versos fluyeran, aunque en realidad, lo que hicieron los Stones con aquella canción fue dotar de contenido sexual más o menos explícito a una canción pop.
Los Beatles seguían llevándoles ventaja como fenómeno pop, ahora gracias también a Help!, que fomentaba su faceta cinematográfica, y en diciembre, con Rubber soul, volvían a dar muestras de una voluntad musical evolutiva que los Stones no empezaron a explotar plenamente hasta 1966, con la publicación de Aftermath. Mientras tanto, sus singles fueron incrementando el nivel de creatividad y adrenalina. Satisfaction, con aquel riff magnético le plantaba cara al de “You really got me” de The Kinks, fue el detonante de algo enorme que ocurriría a continuación, no solo en la carrera de los Stones, también en el rock. Un grito de frustración y deseo que concedió una nueva dimensión a la recién nacida música pop.


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