lunes, 20 de julio de 2015

Triunfo Arciniegas / Caperucita Roja y otras historias perversas / Nueva edición en SM



Triunfo Arciniegas
Biografía
CAPERUCITA ROJA 
Y OTRAS HISTORIAS PERVERSAS
El Barco de Vapor
Ediciones SM

Con la virtuosa dirección editorial de María Fernanda Paz Castillo, el maravilloso diseño de Camila Cesarino y las impecables ilustraciones de Mateo Rivano, aparece en la colección El Barco de Vapor, de Ediciones SM, una nueva edición del libro mío que más suerte ha tenido con los lectores, Caperucita Roja y otras historias perversas




Es como nadar contra la corriente. Sólo cuando se sale del orden suceden las aventuras. Las tardes más maravillosas de mi escuela sucedieron precisamente cuando no asistí a la escuela, cuando elegí nadar en las quebradas, con mis amigos o sin ellos, cuando elegí los nidos, la altura de los árboles y la lectura de las nubes, aunque luego siguieran una nota del profesor y una paliza en casa. Había pasado algo y era lo importante. Si uno sigue las normas, la vida es normal. Si uno rompe las normas, por decirlo de alguna manera, se entra en el peligro, en la fascinación, en el corazón alborotado de la aventura.

Por estas razones, por otras que sé y otras que ignoro, quise volver a escribir los cuentos de hadas. He bebido la belleza de los libros y las películas y quisiera devolver un poco, quisiera que en mis páginas otros encuentren la belleza y que cierta princesa cierre el libro y se diga que ahora puede dormir y sus sueños sean felices.

En 1993, cuando el libro todavía estaba en proceso, me gané el Premio Comfamiliar del Atlántico y se hizo una primera edición en Barranquilla. De las seis historias, "Caperucita Roja" y "El sapito que comía princesa" eran las únicas que pertenecían con toda razón al libro. El resto ("Teodora", "Toto de Lucy", "Clodoveo" y "Cerdos en el viento") encontró acomodó en otros títulos. 

Entre 1990 y 1997 escribí las diez versiones de los cuentos de hadas que fueron publicadas por Panamericana Editorial bajo el título de Caperucita Roja y otras historias perversas, y con las ilustraciones de Alekos. Aparte de la versión de "Caperucita Roja", tal vez la más lograda y que con toda razón le da título al libro, hay una sobre el Rey Rana, que ya no es rey ni nada sino un sapo miserable que se traga las princesas y todas las mujeres del reino en "El sapito que comía princesas". Otra versión trata de los tres cerditos que apalean al lobo que tantas casas derribó en el pasado con sus soplidos pestilentes. Otra es la nueva versión de "La princesa y el guisante", pero con pulgas en vez de guisante, y príncipe idiota y complaciente. A pesar de ese cuento tan terrible de Perrault, un Barba Azul muy dulce, muy tierno, me condujo a "El señor de la barba azul". La imagen de la Bella Durmiente domina el libro y merecería unas cuantas páginas: una Bella Durmiente, muchacha en una época y abuela ahora, ya momificada, se exhibe en el castillo como una curiosidad y el dinero de las entradas mantiene la economía del reino, otra finge dormir porque es bizca y otra es princesa de un país donde todos duermen como bellos durmientes. A medida que la lectura avanza, las versiones son menos fieles al original, las zapatillas de cristal se convierten en pantuflas, las princesas se largan con el mismo diablo porque no soportan el asedio de los estúpidos pretendientes y los príncipes se sumergen en una gordura y una infancia eternas. A estas alturas resulta imposible identificar el punto de partida y se llega a una historia totalmente disparatada.

No había tocado el libro en unos quince años, hasta que María Fernanda Paz Castillo me propuso una nueva edición en SM. Llevaba rato con su cuento y al fin le dije que sí. Reescribí algunas historias y pulí unos cuantos párrafos. No inventé nuevos episodios y puede decirse que mantuve el paginaje, pero fueron tres meses delirantes que me hicieron imprimir cuatro veces todo el libro. Y lo mejor de todo: a finales de enero de 2015, en Bogotá, escribí dos nuevas historias. La editora rechazó una y aceptó, para cerrar el libro, “Las razones del lobo”. Caperucita Roja y otras historias perversas queda así absolutamente redondo: comienza y termina con el lobo. Hay veinticinco años de diferencia entre uno y otro texto. “Caperucita Roja”, la historia que abre el libro, fue escrita a mediados de 1990.

Considero que el libro consta de tres etapas. La primera corresponde a las historias que se mantienen más o menos fieles a su versión original y la segunda a las historias que se sumergen tanto en la parodia que se convierten en otras e incluso contradicen a sus fuentes. El disparate es tal que a veces no se pueden precisar dichas fuentes.

En la tercera etapa, surgida un cuarto de siglo después, los personajes abandonan las páginas del libro, vagan por el mundo con sus dichas y desdichas y se enfrentan al propio autor. Le piden cuentas, le reclaman y en cierta forma lo amenazan. El autor no puede hacer nada por ellos y, en el fondo, los personajes tampoco esperan nada.

Me encanta este momento en que los límites se confunden y se puede saltar al otro lado del espejo.

En fin, me gusta parodiar, volver a contar lo contado, imaginar un sapo que nunca consigue convertirse en el príncipe que habita su corazón, un gato con botas que tiraniza a su amo, un país donde todos duermen de manera profesional, incluso las bellas, dentro y fuera del bosque. Me gusta imaginar paraguas para los pies y leones que rugen para adentro, nubes que se sumergen en el fondo del mar y peces muertos de sed, muchachas hechizadas por la luna y personajes que se liberan de las páginas para saborear el mundo de carne y hueso.

Es decir, invento otro mundo, que sostenga el mío, el que llevo a cuestas entre los otros día tras día y noche tras noche. Es decir, otro mundo que me permita continuar en éste. Así es, otro mundo que a la vez festeje la realidad y se regocije con sus elementos. Otro mundo que pretendo hermoso porque la sola belleza ya es una razón para vivir. Brujas y ángeles, dragones y gatos, unicornios y vampiros, árboles de candela y leones que escriben cartas de amor, me acompañan en la búsqueda de libros y amores, imágenes y frases, sueños y dichas. Creo con firmeza que la imaginación sostiene al mundo. 

Triunfo Arciniegas
Bogotá, 2015 



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