jueves, 16 de julio de 2015

Rubem Fonseca / Cuento de amor

Ilustración de Triunfo Arciniegas

Rubem Fonseca

CUENTO 

DE AMOR 

Traducción de Triunfo Arciniegas


Cuando serví en el Ejército me volví especialista en bombas. Sé fabricar cualquier tipo de bomba portátil, muy usada por terroristas. La bomba que estaba haciendo debía tener un efecto fulminante, para que la víctima no sufriese. Y antes de la explosión, era necesario que emitiese un rayo deslumbrante que advirtiera a la víctima la inminencia de la explosión.

La persona que quería matar era mi hijo João.

Jane, mi mujer, estaba embarazada cuando fui enviado al exterior con un contingente del Ejército al servicio de las Naciones Unidas. Estuve ausente cerca de dos años. Escribía constantemente a Jane y ella me respondía. Cuando mi hijo nació y recibió el nombre de João, las cartas de Jane fueron bien extrañas. Decía que necesitaba hablar conmigo un asunto muy serio, pero no sabía cómo. Le respondía impaciente para que me lo dijera de cualquier manera, pero ella persistía en su falta de claridad y empeoraba cada vez más. Al final, Jane dejó de responder mis cartas.

Cuando volví de la misión de la ONU, corrí a casa tan pronto llegué al aeropuerto.

Jane me abrió la puerta. Su aspecto me sorprendió. Estaba envejecida, pálida y parecía enferma.

–¿Dónde está João? –pregunté.

Jane comenzó a llorar convulsivamente, señalando la puerta del cuarto donde él estaba.

Entré al cuarto, seguido de Jane.

João estaba tendido en la cuna, un niño muy lindo que sonrió al verme. Lo tomé en mis brazos. Entonces tuve una sorpresa que me dejó atónito. João sólo tenía una pierna y un brazo, eran los únicos miembros que poseía.

Jane me extendió un papel, todo arrugado, una fórmula médica donde estaba escrito: este niño padece focomelia, una anomalía congénita que impide la formación de brazos y piernas.

Jane atendía de João con dedicación y cariño. Pero se debilitaba cada vez más y murió cuando João tenía seis años. Pedí la baja en el Ejército para cuidar de mi hijo. Cuando le preguntaba si quería alguna cosa, decía: “Quiero ir a la guerra”.

Su deficiencia física se agravaba con la edad. Tenía quince años pero no podía caminar y le era imposible realizar hasta las mínimas actividades físicas.

–Quiero ir a la guerra –me pidió más de una vez.

Entonces decidí que iría a la guerra. Fue cuando preparé la bomba.

Con la bomba en la mano le dije:

–Hijo, fuiste convocado para ir a la guerra.

–Gracias, padre querido, te amo mucho.

Yo lo amaba todavía más.

Puse la bomba en su mano.

–Esta bomba va a explotar. Es una guerra –dije.

–Es una guerra –repitió feliz.

Salí del cuarto donde estábamos. Poco después vi el destello.

João también vio ese destello, feliz, antes de que la bomba explotara y lo matara.

Yo amaba a mi hijo.


Rubem Fonseca
Amálgama
Editora Nova Fronteira, Rio de Janeiro, 2013






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