martes, 21 de julio de 2015

Agata Trzebuchowska / Jamás pensé en ser la protagonista de una película

Agata Trzebuchowska
Agata Trzebuchowska

"Jamás pensé en ser 
la protagonista 
de una película"


Por Marcelo Stiletano | LA NACION

Domingo 04 de enero de 2015



-¿No te gustaría entonces hacer la nota en inglés?
-No. Prefiero conversar en español. Para practicar.
-¿Dónde lo aprendiste?
-En Internet.
-¿Y cómo fue eso? Debés tener una tremenda facilidad para los idiomas.
-Antes de llegar aquí estuve en Panamá. Y hablé mucho con la gente. Fue una práctica muy buena. Por eso ahora hablo mucho mejor.
-¿Estas ganas tuyas de hablar en español nacieron de algún interés personal o profesional?
-Me gusta mucho América latina. México, Panamá, Costa Rica y ahora también la Argentina. Saber español es muy importante. Una vez que lo aprendes puedes comunicarte con casi todo el mundo.
-¿Y qué otros idiomas hablás, además de tu lengua nativa?
-Inglés y un poquito de italiano. Pero vamos a conversar en español. ¿Te parece bien? Seguro que gracias a esta charla lo voy a mejorar todavía más.
Así comenzó la conversación en el corazón de Buenos Aires con Agata Trzebuchowska, la dueña de una de las caras más luminosas, transparentes y expresivas entregadas por el cine en los últimos tiempos. En la charla, su jovencísimo rostro limpio de maquillaje tiene la misma mirada curiosa y abierta al mundo de su inolvidable personaje en Ida, la película polaca que no deja de cosechar reconocimientos en todo el mundo. De hecho, acaba de ganar en Riga el premio a la mejor película europea de 2014.
Ese galardón es apenas una muestra de la extraordinaria cosecha de reconocimientos que llevó al film de Pawel Pawlikowski (estrenado en junio último en la Argentina) a convertirse hoy en la gran rival de Relatos salvajes, así como en la favorita de la crítica internacional en la carrera por el Oscar a la mejor película extranjera. Las dos pasaron el primer filtro de la Academia de Hollywood e integran la lista de nueve semifinalistas de la que saldrán los cinco nominados finales al codiciado galardón. El anuncio (al igual que el resto de las candidaturas del Oscar) se conocerá el jueves 15.
Luego de pasar (como relató al comienzo) un tiempo en Panamá junto con su novio, participando de un proyecto de agricultura sustentable en una reserva indígena, Trzebuchowska aceptó la invitación de su coterráneo Michal Znaniecki para pasar las Fiestas en Buenos Aires. Más precisamente en el Delta, donde Znaniecki (un talentoso, prolífico y original régisseur de ópera reconocido en todo el mundo, conocido también por sus puestas en el Teatro Colón) tiene una casa y prepara en estos días junto al músico y gestor cultural vasco Jon Paul Laka un gran encuentro lírico, el Festival Ópera Tigre. "Mi presencia aquí es completamente personal. Michal es parte lejana de la familia de mi novio y vine a conocer lo que está preparando en el Tigre", explica Trzebuchowska.
-Entonces, no estás aquí para que la gente conozca de alguna manera a la protagonista de la película polaca más importante de los últimos tiempos y una de las más reconocidas en el mundo actual del cine de arte.
-Para mí este viaje es toda una aventura. Entiendo lo que dices, pero yo no tengo ninguna experiencia como actriz. Jamás la tuve. Ni en teatro ni en cine. Cuando era niña tomé algunas clases, pero era sólo un juego, nada serio. Jamás pensé en ser la protagonista de una película.
-¿Y cómo llegaste a Ida?
-La historia es muy divertida. No hice ningún casting o audición para lograr el papel protagónico. Estaba en una cafetería de Varsovia y una directora, amiga de Pawel, me vio y me tomó una fotografía. Más tarde Pawel me llamó, tuvimos una charla y me pidió que hiciera una prueba de cámara. Ése fue el comienzo.
-¿Cómo reaccionaste frente a semejante ofrecimiento?
-Todo fue tan increíble que no tuve tiempo para pensarlo. Quise probar cuáles eran mis fuerzas y ver hasta dónde podía llegar. Tenía a mi favor que ya conocía la obra de Pawlikowski y me habían gustado mucho sus películas, especialmente Mi verano de amor. Tuve un poco de miedo, no lo voy a negar, y la experiencia me provocó una gran tensión. Además, tuve que dejar por un tiempo mis estudios.
-¿Qué estudiás?
-Una especialización en antropología cultural en la Facultad de Humanidades de Varsovia.
-¿Qué te pidió Pawlikowski durante el rodaje?
-Que fuese natural. Pawel sabía que iba a trabajar con una actriz no profesional y estoy seguro de que conocía todas las consecuencias de esa decisión. Conmigo trabajó de manera diferente que con los demás. No pensó en mí como actriz. Por eso nuestra relación fue muy tranquila y de gran confianza. Me dio mucho espacio.
-Tu personaje es una novicia que creció huérfana en un convento católico y descubre un secreto sobre su pasado a partir de la aparición de un inesperado vínculo familiar. Toda la historia más cruenta de Polonia desde 1945 está presente en el relato. ¿Conocías estos hechos?
-Anna es un personaje muy enigmático y de una gran fuerza interior. El contexto histórico y político y el conflicto entre polacos y judíos son muy importantes en la trama. Pero creo que Pawel quiso hacer de Ida una historia universal sobre todo a partir del vínculo entre Anna y su tía. Ellas viven en la película una relación dura, bella, íntima e irrepetible.


Agata Trzebuchoswka como Anna
Ida, de Pawel Pawlikowski

-¿Qué significó para vos ese personaje?
-Fue una experiencia única, y muy diferente a la mayoría del cine que conozco. Es una película narrada desde un tiempo mágico, un poco parecida a las obras que se hacían en los años 60. Fue una aventura muy grande en mi vida. Sobre todo porque no estoy segura de seguir siendo actriz. A veces siento que este mundo no es para mí.
-¿Recibiste algún ofrecimiento para actuar en cine después de Ida?
-Varios. Sobre todo de Estados Unidos.
-Es una gran tentación para tu futuro.
-Fue así, pero hoy no es algo tan importante para mí. Lo que más me interesa hoy es la dirección.
-¿Qué directores admirás?
-Mi preferido es Michael Haneke. Sus películas son fuertes y poderosas. Y me gusta su perfeccionismo.
-¿Sabías que La cinta blanca, de Haneke, perdió en 2010 el Oscar con la película argentina El secreto de sus ojos?
-Sí. El secreto de sus ojos es una de las películas argentinas que mejor conozco. También me gustó mucho La mujer sin cabeza. Y vi la nueva de Szifron, Relatos salvajes.
-Que está en carrera por el Oscar junto con Ida.
-Es cierto. Pero jamás pensé mientras hacía Ida que la película iba a tener este éxito internacional y tantos premios. Me alegra mucho por supuesto, pero los premios no son tan importantes para mí. Lo único que lamento es que en Polonia el público no se haya interesado mucho en la película, a diferencia de lo que ocurrió en Francia, Italia y los Estados Unidos. Recién ahora está apareciendo algo de interés, desde que nominaron a Ida al Oscar. Se habla mucho de la película en las revistas y en la televisión.
-¿Por qué tanto rechazo? ¿Será por la resistencia a aceptar algunos hechos vergonzantes del pasado?
-Puede ser. La película toca una fibra muy sensible en la sociedad polaca. Habla de hechos muy malos de nuestra historia, las cosas que los polacos les hicieron a los judíos. Todavía hay gente que se resiste a aceptar que pasaron cosas muy crueles. Y además nos falta una cultura de debate.
-¿Considerás a Ida una película religiosa?
-Puede ser. Lo espiritual es muy visible en la historia, pero no sólo porque la protagonista sea una monja. Lo más espiritual es la relación entre Anna y su tía, una persona de vida tan dura que jamás se animará a decir "te quiero".
-El final es extraordinario. Uno no sabe qué decisión tomará el personaje.
-El final es lo mejor de la película, por todo lo que sugiere. Lo más importante no es la decisión, sino la certeza de que finalmente ella eligió su camino. Es una demostración de madurez. Ella puede decidir lo que quiera en su vida.
-En ese sentido, tu vida real se parece mucho a la película. En este momento tiene un final abierto.
-Claro que sí. Muy abierto.

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