La vocalista de Thunderpussy, Molly Sides, fotografiada en Easy Street Records en mayo de 2024.JOSÉ FOX
El espíritu de Kurt Cobain sigue vivo en Seattle, 30 años después de su muerte
En los años 90, una ciudad aislada del noroeste del Pacífico creó un movimiento musical global, el 'grunge'. EL PAÍS visitó Seattle 30 años después de la muerte de Kurt Cobain, el artista que personificó este género. Marcó una generación y definió una escena diversa que sigue viva hoy
Ana Fernández Abad 14 de julio de 2024 En Seattle era difícil ganar dinero y forjarse una carrera musical. Por eso, la gente que hacía música no lo hacía por un espíritu comercial, sino creativo. Al fin y al cabo, si nadie compra tu trabajo, ¿por qué no decir lo que quieras?
“En Los Ángeles, todo el mundo hacía cosas pensando en convertirse en una estrella . En Seattle, no era posible ser una estrella”, afirma Charles R. Cross, periodista y autor de la biografía de Kurt Cobain Heavier Than Heaven (2017). El fotógrafo Charles Peterson, autor de Screaming Life: A Chronicle of the Seattle Music Scene (1995), menciona otro elemento: “Todo surgió del aislamiento. En Seattle, había músicos, productores, ilustradores de cómics, escritores, fotógrafos. Todos se ayudaban entre sí... no era como en Nueva York o Los Ángeles, donde la gente competía por salir adelante e impresionar”.
En ese contexto surgió Kurt Cobain. “Tenía un carisma especial sobre el escenario. Nunca pensé que estuviera intentando desesperadamente conectar con el público. Sentías que tenía una ferocidad dentro de él y que la iba a sacar a la luz. Tocaba y actuaba para sí mismo”, recuerda Megan Jasper, la CEO de Sub Pop Records. Quienes vivieron ese periodo recuerdan bien a Cobain: marcó una generación. Su vida y su carrera con Nirvana fueron breves, pero el impacto del estilo que personificó, el “grunge”, puso a Seattle, la ciudad más grande del estado de Washington (aunque la capital es Olympia), en el mapa sonoro mundial. En abril de 2024 se cumplieron 30 años de su muerte a la temprana edad de 27 años, pero aún así, la música en Seattle no ha dejado de sonar.
En la imagen se muestra el micrófono Neumann U47, que Cobain utilizó para grabar las voces de su última canción con Nirvana, "You Know You're Right". JOSÉ FOX El Central Saloon, situado cerca de la terminal de ferrys, es un local mítico en el que solían tocar Soundgarden, Nirvana o Mother Love Bone. En una pared hay una pizarra con los conciertos programados para el mes: hay dos o tres casi a diario. En mayo, aparecen nombres como Dark Chisme (se autodefine en Instagram como una banda “dark wave”) o Gully (indie folk y americana). Ambos tienen su base en Seattle. “Es una ciudad en la que la música siempre ha estado viva. La escena es muy variada. Genera unas tres o cinco bandas al día… Hay que estar atento a las redes sociales”, dice María Reidell. Ella sabe de lo que habla: es la programadora de conciertos de Easy Street Records.
“Nirvana es el sello de Seattle, junto con Green River, Soundgarden… cualquier banda actual de aquí, Black Tones, Black Ends, La Luz, dirán que [esas bandas] han tenido una influencia en ellos”, añade Reidell. Decidió emigrar de la Ciudad de México para trabajar en Seattle como niñera, porque el grunge había sido la banda sonora de su infancia. A sus 32 años, no creció en esa época, pero su tío escuchaba las canciones todo el tiempo.
El 5 de abril de 2024 se cumplieron 30 años de la muerte de Kurt Cobain. Sus seguidores siguen dejando notas en un banco del parque Viretta, junto a su casa JOSÉ FOX Thunderpussy, una banda de rock formada en 2014 que se presenta como “la mejor banda de Seattle”, acaba de tocar en la tienda. La energía del afterwork llena el espacio. “Siento que el grunge convirtió a Seattle en una ciudad musical. Y, desde entonces, ha crecido hasta un punto en el que tenemos nuestro propio trocito de la industria. Hay cada vez más diversidad, porque había comunidades subrepresentadas que han alzado la voz para decir: ‘Estamos aquí, estamos haciendo esto’”, dice Martin Douglas, presentador de KEXP, una emisora fundada en la Universidad de Washington. Ha servido durante mucho tiempo como altavoz del grunge y sigue apoyando a las bandas locales. Hoy en día, no hay un sonido dominante: manda la variedad de géneros. Está el dream pop de Sea Lemon, el hip hop de Shabazz Palaces, el indie de La Fonda, la electrónica de Akira Galaxy, el rap de Stass Thee Boss, el punk rock de Wimps…
Por supuesto, siguen los grandes éxitos, aquellos que empezaron a sonar en las cabinas de KEXP. “Cuenta la leyenda que Kurt Cobain dejó el single Love Buzz en la emisora y, como no lo ponían, llamó desde una cabina para pedirlo. El resto es historia”, comenta Dusty Henry, copresentador del podcast The Cobain 50 en KEXP.
Un patinador patina frente al Space Needle, el símbolo de la ciudad. JOSÉ FOX El sonido de Seattle definió los años 90. El periodista Mark Yarm contó ese despertar en Everybody Loves Our City: An Oral History of Grunge (2012). En este libro, Bruce Pavitt —quien, junto a Jonathan Poneman, cofundó Sub Pop Records, un sello independiente que publicó los primeros discos de Soundgarden, Nirvana y Mudhoney— escribió que explotó porque “era una cultura underground que tenía el potencial de ser muy popular”. Aquella ciudad portuaria (conocida como “Rain City”) se puso de moda de repente: en 1991, Cameron Crowe filmó allí la película Singles , con un Matt Dillon grunge y cameos de Chris Cornell (Soundgarden) y Alice in Chains. En 1993, Nora Ephron estrenó Sleepless in Seattle , un éxito protagonizado por Meg Ryan y Tom Hanks. Luego, en 1994, Jeff Bezos abandonó Wall Street para fundar su propia empresa, lo que significa que Amazon nació en la misma ciudad en la que ya estaba Microsoft. Starbucks también surgió en Seattle, allá por los años 70.
Aunque el letrero de neón del restaurante Virginia Inn, que apareció en Singles, sigue en una esquina de la Primera Avenida, muchas cosas han cambiado. Ahora hay Tesla por todas partes: la ciudad no ha dejado de crecer y encarecerse. En 1990, Seattle tenía 517.000 habitantes. Hoy, la población supera los 755.000. Martin Douglas (izquierda) y Dusty Henry, presentadores de la emisora de radio KEXP, han creado el podcast The Cobain 50. JOSÉ FOX Megan Jasper, actual CEO de Sub Pop Records, se mudó a Seattle porque le atraía su aura creativa. En 1989, estaba de gira con Dinosaur Jr. (el líder de la banda, J Mascis, es amigo suyo de la infancia) y conoció a Pavitt y Poneman. “Me mudé a la ciudad después de la gira”, cuenta a EL PAÍS. “Fui a Sub Pop y me preguntaron si quería hacer prácticas”. Un día después, era la recepcionista.
“Mis primeros años en la ciudad fueron increíbles. La energía era eléctrica”, recuerda. En su oficina, las paredes están cubiertas de pósters, polaroids y pegatinas. Hay discos de oro, así como de madera (“algo que hacemos en Sub Pop cuando un grupo vende 100.000 copias”, explica). También hay un trozo enmarcado de la pared de la antigua oficina, con la dirección postal escrita a mano de Cobain. Después de mudarse, a menudo se quejaba de que no recibía los boletines de la discográfica.
Cada día reciben mixtapes de diferentes partes del mundo a través de enlaces de audio. “Antes, encontrábamos bandas en fanzines, en conciertos… pero ahora también podemos sumergirnos en el agujero negro de TikTok o Instagram”, ríe Jasper. Tras haber visto la ciudad y la industria transformarse, no cree probable que surja otro movimiento unificador como el grunge. “Hoy en día, hay mucha gente haciendo muchas cosas diferentes”.
La emisora de radio KEXP, que promovió el movimiento grunge y continúa descubriendo los sonidos de Seattle. JOSÉ FOX Pero ¿por qué esta ciudad y este estado, tan alejados de los centros habituales de la industria musical estadounidense, alcanzaron fama mundial hace tres décadas? “En los años 80, Seattle tenía la peor escena musical del país”, afirma el periodista musical Charles R. Cross. “El grunge fue una reacción a eso. Como a nadie le interesaba lo que pasaba aquí, la gente era más creativa. En cierto modo, porque parecía imposible, era posible”, reflexiona en una conversación con EL PAÍS. Entre 1986 y 2000, dirigió The Rocket , una revista musical en el noroeste del Pacífico. También ha escrito las biografías de los dos músicos más populares asociados a Seattle: Kurt Cobain y Jimi Hendrix (que nació en la ciudad en 1942 y, como Cobain, murió a los 27 años). Cross está ahora dando los últimos retoques a un ensayo-memorias.
“La escena de Seattle no habría existido sin internet ”, subraya. “Nadie aplaudió en el primer concierto de Nirvana. Si se hubiera colgado en Facebook, los trolls les habrían atacado y habrían dejado de tocar”. Para Cross, la ausencia de internet es como se forjó “una de las últimas escenas musicales creativas auténticas”. Con esta tesis coincide Jacob McMurray, el comisario del Museo de Cultura Pop (MoPOP) de Seattle. “El grunge surgió como oposición a lo que se escuchaba en la radio y [se veía] en la MTV: la música pop y los grupos de hair metal. Los miembros de Nirvana se parecían a su público: vestían ropa de segunda mano —porque no tenían dinero— y escribían canciones confusas, con las que podías crear tu propio mapa mental. Y eso era muy novedoso, impresionaba a la gente”.
Charles Peterson, un fotógrafo que hizo una crónica del movimiento grunge en Seattle. JOSÉ FOX McMurray ideó la reciente exposición de MoPOP, Nirvana: Taking Punk to the Masses , y ahora quiere rendir homenaje al recientemente fallecido productor y músico Steve Albini, con quien Nirvana grabó su último álbum, In Utero . El museo, construido por Frank Gehry junto a la Space Needle, la torre de 1962 que se ha convertido en un símbolo de Seattle, fue promovido por Paul Allen, el cofundador de Microsoft.
En MoPop se puede ver una guitarra de Buddy Holly, un mono de Judy Garland en El mago de Oz y videojuegos indie. Krist Novoselic, el bajista de Nirvana, y su exmujer, Shelli Hyrkas, han donado la mayoría de los objetos de la sala dedicada a la banda. “El hecho de que Kurt Cobain muriera a los 27 años lo ha congelado en un estado perfecto de juventud y belleza”, explica McMurray. “Quería que esta exposición fuera una respuesta a ese Cobain sobrenatural. Que un joven de aquí la viera y dijera: 'Quizás yo también pueda hacer algo así'”.
Megan Jasper, directora ejecutiva de Sub Pop Records, afirma que Cobain le pidió que colgara su primer disco de oro (obtenido por 'Bleach') en el baño. Ella cumplió su deseo. JOSÉ FOX Cobain era un chaval sin muchas expectativas de futuro. Nació en Aberdeen, a dos horas al sur de Seattle. Charles Peterson, el fotógrafo que inmortalizó la era grunge con instantáneas en blanco y negro, lo recuerda bien. “Yo venía de un entorno diferente. Aberdeen es bastante rural y de clase trabajadora. Los de Seattle fuimos a la universidad y luego decidimos dedicarnos al grunge”. Peterson cuenta que la primera vez que fue a un concierto de Nirvana, sólo hizo fotos de la otra banda: Blood Circus. Con el flash en una mano y la cámara en la otra, se mezcló con el público. No retrató a estrellas de rock, sino más bien el ambiente de los conciertos. Tampoco esperaba la fama que le llegaría al cantante. “Cambió a Kurt Cobain, igual que cambia a cualquiera… sobre todo si no estás preparado. Fue demasiado, demasiado pronto”. Evoca al cantante como alguien bromista e irónico y, al mismo tiempo, tranquilo y tímido. “Creo que las drogas lo hicieron más extrovertido”, señala Peterson.
The Central, donde han tocado Alice in Chains, Soundgarden o The Melvins y donde, en 1986, los fundadores de Sub Pop Records descubrieron a Nirvana. JOSÉ FOX La relación del artista con las drogas ha sido ampliamente documentada. Consumió heroína y sufrió varias sobredosis. Cross, que analizó en profundidad estas adicciones para escribir su biografía, cree que se han vinculado demasiado a la personalidad del cantante. “Creo que el dolor crónico que sufría Kurt, que tenía problemas de estómago y espalda, se subestima a menudo a la hora de contar su historia. Esto explica por qué decidió tomar medicación”. El autor escribió estas reflexiones durante una visita a la casa-estudio de Robert Lang en el pintoresco barrio Shoreline de Seattle. Allí, a finales de enero de 1994, Cobain estaba grabando You Know You're Right , la que acabaría siendo la última canción de Nirvana. ¿Iba a germinar en el cuarto álbum de la banda? Nadie lo sabe.
Lang cuenta a EL PAÍS mil historias. En sus 50 años de carrera ha tenido como clientes a Foo Fighters, Heart, Eddie Vedder, Kenny G o Liz Phair. Trabajó en Boeing, pero se marchó para excavar en la escena musical underground en su estudio tipo cueva. “Krist y Dave [Grohl, batería de Nirvana] llegaron el viernes, pero Kurt no cogía el teléfono, no sabíamos si iba a venir. El domingo apareció”, recuerda Lang. “Se tomó un [risas], comimos pizza…”
“Le dolía la espalda, se tumbó en el suelo de mármol, como si estuviera meditando. Y luego, grabó. Fue rápido, una hora o así… algunas bandas pueden pasarse tres días con las voces”. Lang no olvida todos los discos de oro y platino de Nirvana. “Todavía veo gente con sus camisetas puestas. Kurt ha superado a todos los grandes. Qué poeta. Ese tipo te tocó el corazón”.
Megan Jasper, quien comenzó como pasante y hoy es la directora ejecutiva de Sub Pop. JOSÉ FOX Martin Douglas, de KEXP, sintió una fuerte conexión con el músico cuando era adolescente. “Crecí en Carolina del Norte. Era un niño triste. Lo que comunicaba con su música me llegó”, recuerda. “Creía que alguien debía hablar cuando las cosas iban mal. Kurt hizo eso”. Cobain pidió que los racistas no compraran sus discos. Junto a L7, Nirvana tocó en 1991 en Rock for Choice para apoyar el derecho al aborto. El cantante también entró en el movimiento punk feminista Riot Grrrl en Olympia cuando salió con Tobi Vail, de Bikini Kill. “Kurt lideró con sus valores. Desafió a la gente sexista y homofóbica. Abrió mentes”, enfatiza el CEO de Sub Pop Records. “Su sólida postura de apoyo a las mujeres y a la comunidad LGBTQ+ lo convirtió en un aliado fundamental”, señala Albina Cabrera, presentadora de KEXP que, en el podcast español El Cancionero de Kurt , ha repasado los álbumes que marcaron a Cobain y su influencia en las bandas latinoamericanas.
Charles R. Cross, autor de la biografía de Cobain 'Heavier Than Heaven'. JOSÉ FOX Pese a su complicada relación con su mujer, Courtney Love, que estuvo marcada por las adicciones, los alrededores de la casa donde vivían en el exclusivo barrio de Denny-Blaine se han convertido en un lugar de culto. El hogar está oculto tras la vegetación y el invernadero sobre el garaje donde Cobain fue encontrado muerto ya no existe. “La policía dijo que creía que el señor Cobain, cantante, guitarrista y compositor de la influyente banda Nirvana, se suicidó de un solo disparo de escopeta en la cabeza. Se encontró una nota junto al cuerpo del señor Cobain, que fue descubierto por un electricista”, anunció The New York Times el 9 de abril de 1994. La investigación decretó que murió el 5 de abril.
Junto a la casa, en el parque Viretta, hay un banco donde fans y curiosos acuden a recordarlo. Rocío Hasperué Méndez, una argentina residente en Los Ángeles que ha formado parte de varias bandas, visita el parque cada vez que viaja a Seattle. Incluso se casó allí.
En una charla con EL PAÍS, Rocío plantea dudas sobre la muerte del cantante. “La teoría de la conspiración de que no se suicidó sigue vigente, 30 años después”. Asegura que Cobain la ha guiado en su vida. “Viví ocho años [en Seattle]. Vine porque soñé con él, me dijo que cogiera la guitarra y me compré una Fender Stratocaster. Vengo al banquillo a escribir poesía, a preguntarle [cosas]… tenía una sensibilidad muy genuina”.
Ésa es una de las razones por las que sigue influyendo en quienes no pudieron verlo en directo, reconoce Elijah Perry, un veinteañero de Portland que hace música bajo el nombre de Ramona. Quiso visitar el tribunal un sábado por la tarde: “Irónicamente, utilizó los medios para derrocar al sistema. Puso el foco en la música independiente. Los efectos todavía se ven hoy”.
Exposición de Nirvana en MoPOP. JOSÉ FOX Quienes recuerdan a Cobain lo confirman. Ese espíritu de ruptura y de hacer lo que uno quiere, que Cobain y el grunge encarnaban, no se ha perdido en Seattle. La ideología que Thunderpussy comparte en su página web mantiene esa esencia, 30 años después: “A través de la música, la actuación y el compromiso con la comunidad esperamos encarnar el cambio que queremos ver en el mundo, animar a otros a cuestionar el status quo y derribar los muros de separación”.
EL PAÍS
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