David Simon durante el rodaje de ‘La conjura contra América’ en Nueva Jersey, en verano de 2019. |
David Simon: “Trump no cree en nada. Y le odio por ello”
La nueva serie del guionista, ‘La conjura contra América’, es una distopía basada en el libro de Philip Roth en la que el antisemitismo gobierna Estados Unidos
David Simon suda, como todos. Es una calurosa tarde de finales de julio en New Orange, un municipio de Nueva Jersey que parece sacado de una pintura de Edward Hopper. En medio de dos casas, agazapado, hay un combo de rodaje desde el que el creador de The Wire observa dos pantallas negras. En una mano tiene un iPhone viejo que no deja de revisar. En la otra, una servilleta marrón con la que periódicamente se seca el sudor de la frente. Es un día nublado y bochornoso, y a su alrededor el equipo de rodaje de La conjura contra América mira al cielo, temeroso de una lluvia que amenaza pero no termina de llegar.
"Antes de Lindbergh pensábamos tener un hijo. Ahora ya no sé qué va a ser lo siguiente…”, dice la actriz Zoe Kazan en la pantalla. Dos mujeres vestidas como dictaba la moda durante los años cuarenta hablan en el sótano de la casa. Son judías y temen la deriva que el Gobierno estadounidense ha tomado desde que el aviador Charles Lindbergh, antisemita y contrario a la intervención norteamericana en la Segunda Guerra Mundial, se hiciera con la presidencia de los Estados Unidos y aplicara políticas de separación y reeducación a los judíos. Aquello, por si no lo recuerdan, pasó en 1940.
“Veremos una toma más y luego podemos hablar tranquilamente, ¿ok?” dice Simon girándose —girando sus ojos grises y hundidos— hacia los cuatro periodistas que HBO ha invitado al rodaje de la que es su séptima colaboración con la cadena que cambió la televisión para siempre. En La conjura contra América, que HBO España estrena el 17 de marzo, se enfrenta a un material ajeno (la novela de Philip Roth —nombre también del protagonista— publicada en 2004) y a un género nuevo, la distopía: de repente, en plena Segunda Guerra Mundial, una celebridad ajena al mundo de la política se hace con la candidatura republicana a la presidencia de Estados Unidos. Con mensajes simples y una campaña muy personalista que divide a la población entre “nosotros” y “ellos”, consigue hacerse con la presidencia sin que ningún sondeo pudiera predecir su victoria. Evidentemente, el material refleja una situación que, rodada a día de hoy, se convierte en una carga de profundidad contra la actual Administración estadounidense.
Tras un silencio, reconoce las implicaciones de la serie: “Hago una historia que se solapa a lo que vivimos en lo que respecta a la dinámica del populismo y del miedo. La dinámica que usa Lindbergh como combustible político en este 1940 es la misma que usó Trump ahora. Es el mismo populismo. El Lindbergh del libro de Roth usó a los judíos; Trump, a los inmigrantes”, analiza antes de hacer una pausa y mirar a los ojos a sus interlocutores. “Pero no puedo escribir a Trump. He de escribir a Lindbergh”, explica. O lamenta.
John Turturro, en 'La conjura contra América'.
¿Y no le preocupa perder espectadores por ese posicionamiento? Hablando en plata: que los partidarios republicanos directamente huyan de su ficción. “Bueno… Nadie nunca ve mis series cuando se están emitiendo —dice entre risas—. Lo único que puedo hacer es agachar la cabeza, contar las historias que quiero contar y hacerlo lo mejor que pueda”. Y casi sin querer pone los pies sobre la mesa de madera que tiene delante. “Eso es todo lo que puedo hacer. Si te gusta Trump y crees que es lo mejor del mundo, probablemente no verás esta serie”.
¿Cómo ve Simon, descendiente de judíos, la situación actual de los judíos en Estados Unidos? “Yo me muevo en los círculos que me muevo… la mayoría de los judíos con los que trato no apoyan a Trump, claro… pero lo cierto es que hay parte de los judíos americanos que ha sido cooptada por Trump y el conservadurismo, por la posición de Israel y de Netanyahu”. Así, no duda en afirmar que siente “vergüenza de los judíos que apoyan esta Administración, y que ven cómo se trata a la gente que huye de Honduras o Siria; gente en países donde son humanos vulnerables, y que solo quiere llegar a un lugar mejor”, explica. “Porque la gente que mejor debería entender esto son… los judíos”.
Azhy Robertson y Caleb Malis, en 'La conjura contra América'.
Después de repasar a los actores, que van desde los niños protagonistas a Winona Ryder o John Turturro —“las actuaciones son alucinantes. Entienden el libro y lo que estamos haciendo. Están orgullosos de lo que queremos contar”—, y tras casi hora y media de conversación, Simon vuelve a recordar su última charla con Philip Roth, fallecido en mayo de 2018 sin poder ver el rodaje de la serie (y sin Premio Nobel de Literatura). “Ahora lamento no haberle pedido que me firmara Pastoral americana”, explica meneando la cabeza. “Pero un periodista no hace eso, ya sabéis. Es inapropiado, luego te sientes mal…”, apunta con una mueca de tristeza mientras pone despacio toda su envergadura en pie. ¿Y qué hace el que firma estas líneas? Pues, lógicamente, esconde con disimulo en su mochila el cuaderno que ya tenía preparado para el autógrafo.
Un proyecto en clave personal
Poco dado a sentimentalismos, David Simon confiesa, sin embargo, algo profundo: “Cuando me embarqué en este proyecto, no había pensado también en que esto era una oportunidad de escribir sobre mis padres y su tiempo”. Se refiere a la generación posterior a la de los inmigrantes. “Una generación en la que había poesía. Y también humor”. Uno de los primeros recuerdos de su padre es que, cuando tenía siete años, Max, su abuelo, lo llevó en 1927 a Manhattan para subirlo en sus hombros y ver a Lindbergh despegar hacia París. “Fue un acontecimiento, y Lindbergh fue su primer héroe”. Un héroe que, aunque no llegó a presidente, en la vida real sí coqueteó con el nazismo, y por ello “sus ideas políticas fueron tan dolorosas para mi padre”.
En 1977 Bernie Simon fue rehén en un ataque de la secta musulmana Hanafi en Washington D. C. “Mi padre era una de las diez personas mayores que escogieron para alimentar al resto de rehenes. También, les dijeron que serían los primeros en morir”, cuenta Simon. “Tras muchas horas de encierro y negociación, el hotel Hilton envió sándwiches de carne en conserva en pan blanco con mayonesa para alimentar a los rehenes”. Los judíos no tienen prohibido el pan blanco, pero tradicionalmente usan pan de centeno, sin mayonesa. Bernie Simon acercó un pedazo de comida a la boca de otro judío maniatado que lo miró con extrañeza. “¿Pan blanco? ¿mayonesa?”, preguntó el hombre. Bernie Simons meneó la cabeza y se encogió de hombros: “Intentan matarnos”. Simon no puede evitar reír. “¡Es la frase más graciosa de la historia de mi padre! En una situación tan terrible… y todos los rehenes empezaron a desternillarse”. “Incluí esa frase en la serie, claro. Del montaje final pueden desaparecer muchas cosas, pero no esa frase”.
EL PAÍS
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