jueves, 22 de junio de 2017

Las tres caras de Ava Gardner

En el libro de Marcos Ordóñez sobre los 15 años en los que Ava Gardner vivió en España hay una foto de la actriz en los toros, rodeada de hombres de gafas negras y de traje de corte recto, en una época en que rectitud era equivalente a religión, y sinónimo de régimen. Son hombres de clavel en la solapa y de mujeres vestidas de manola. Ava lleva un sombrero, un collar y un bolso blancos. Los caballeros y el empleado de la plaza de toros que la acompañan esperan en pie a que ella tome asiento. Tiene el empleado una cinta cosida a la gorra de su uniforme donde figura estampada la palabra Arenas. Alguien entre la multitud se ha puesto un sombrero cordobés.
Demasiado, el tiempo siempre deja demasiado y se lleva demasiado. Marcos Ordóñez, lo que ha hecho con este libro es arrancarle jirones a la niebla de la felicidad en los años de Franco. Caen nombres como pianos de un balcón página tras página. Teddy Villalba, Enrique Herreros, Perico Vidal, Jaime Arias, Paco Miranda, Amparo Baró, Jesús García de Dueñas, Carlos Larrañaga, María Asquerino. Una larga lista de gente de la farándula, sobre todo, que cuenta qué era divertirse a lo grande en un país pequeño. En sus nombres, ya digo, está ahora toda la contundencia de aquel pasado. Marcos Ordóñez ha salido con este libro a la caza de la gran ilusión que por momentos en España se llamó Ava Gardner. España es un país de mitómanos que al modernizarse cambió el toreo por el cine, y en ese engranaje de cambio encaja el animal más bello del mundo. España es un país que lleva siglos a la caza de una gran ilusión y en su delirio juega con burbujas que le estallan en las puntas de los dedos. "He reunido una galería de voces de gente contagiada por el virus de Ava", dijo el autor en la presentación de su libro. Las entrevistas de Marcos Ordóñez con quienes trataron a Ava Gardner a lo largo de aquellos días reconstruyen una época, un mito y una mujer, y éstas son las tres caras de Ava que aparecen en sus páginas.

Ava Gardner

Durante la presentación, el periodista Jaume Figueres, que conversaba con el autor desde el estrado, preguntó si Ava Gardner hubiera sido más feliz en la España de hoy que en la de ayer. "Hoy no se sentiría a gusto por la grisura y por el ruido", sospechaba Marcos Ordóñez. Las fotografías de su libro son fotos en blanco de bolsos blancos y de sombreros blancos, y de collares blancos, y en negro de trajes negros, y de corbatas y gafas negras. Marcos Ordóñez añadió a su respuesta que en el fondo Ava no aguantaba el círculo de los Villaverde. "Aunque al final se fue a Londres por el servicio médico. Ella no se fiaba de los médicos españoles". "¡Pero si era Villaverde!", exclamó una señora de entre el público, y resulta que esa mujer era Maruja Torres. Otra mujer levantó la mano y contó que conoció personalmente a Ava Gardner. "Fui muy amiga de Lola Flores, y la conocí en su casa y en El Duende. Era la última en acostarse". Es una mujer aún hermosa, que fue maniquí en Madrid por aquellos años. "Me llamo Carmen Caballero", me dijo con acento andaluz, y sonrió, porque es de esas personas que ofrecen la verdad con una sonrisa. Y de esto también habla el libro de Marcos Ordóñez.
En Beberse la vida. Ava Gardner en España (Aguilar, 2004), el autor ha reunido a un puñado de personas que consiguieron hacer realidad una gran ilusión, y que al final descubrieron lo que toda ilusión, por grande que sea, tiene de burbuja. Ava Gardner fue una burbuja nocturna y fue un ángel promiscuo, que fumaba apretando el cigarrillo con los dientes. Hay en Ava Gardner el mito de la mujer libre que todos los hombres españoles quisieron ser. Ava Gardner se codeó con los multimillonarios norteamericanos que trabajaban en España para la CIA y por la noche se subía a un camión de la basura y les cantaba a los basureros Té para dos. Ava era amante del torero Luis Miguel Dominguín y cuando se emborrachaba Ava se quitaba el abrigo para torear a los automóviles en la noche de la Gran Vía madrileña. Ava fue la diversión y el escándalo que la alta sociedad de la época se hizo traer del extranjero, porque el franquismo no daba tanto de sí. Hubo en Ava Gardner una necesidad de ser mito, y por eso vino a un país de mitómanos, en el que a los mitos se los pasea a hombros. De su presencia en España hoy queda la estatua que le levantaron en Tossa de Mar, donde interpretó Pandora y el holandés errante. Jaume Figueres evocó en la presentación las ocasiones en las que se ha fotografiado abrazado a esa estatua.



Marcos Ordóñez ha propuesto que quiten el oso y el madroño de la Puerta del Sol de Madrid, y que pongan a Ava con un Martini. España es un país de mitómanos que sueña sueños orientales, y cuando se despierta cree haber vivido 55 días en Pekín.
Es la tarde de uno de los primeros días del otoño en Barcelona, y esta tarde también tiene algo de absurda como un otoño en Pekín. Después de esta presentación se celebraría en la misma sala de la FNAC-El Triangle una conferencia sobre la prensa paquistaní en Barcelona. A la puerta ya empezaban a llegar los primeros asistentes. Era una tarde de grisura y de ruido, como dijo Marcos Ordóñez, y de otoño. Frente al edificio de la FNAC los paquistaníes habían extendido su top manta.

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