domingo, 18 de junio de 2017

L.S. Hilton / La escritora y el sexo



L.S. HILTON

La escritora y el sexo




L.S. Hilton llega a España con 'Maestra', el 'thriller' erótico publicado simultáneamente en 38 países en todo el mundo y que aspira a repetir el éxito de '50 sombras de Grey'

La inclinación de su protagonista por el sexo anal 'descolocó' de entrada a los editores


CARLOS FRESNEDA
Londres 

29/03/2016 05:30


Antes de pasarse al thriller erótico, Lisa Hilton le tomó la medida a Isabel I (la Reina Virgen) y a Françoise-Athénaïs (la amante de Luis XIV), y a Lavinia Fenton (Duquesa de Bolton). Como historiadora, nunca encajó realmente en los moldes de Oxford y siempre buscó un ángulo oblicuo. Como novelista histórica, tuvo también muy despistados a los críticos, con dos títulos que pasaron más bien desapercibidos. Su destino cambió el día en que su agente literaria le propuso subir de tono e intentar algo al estilo de "ese libro" (o sea, Cincuenta sombras de Grey). La historiadora no acababa de entender esa obsesión, pero aceptó el reto y escribió al final algo muy distinto. Varios editores rechazaron el manuscrito, lo cual contribuyó a labrar sobre la marcha el mito de la autora, rebautizada como L.S. Hilton.

Maestra (Ediciones Roca) llega ahora a nuestras librerías y a las de 38 países, con la vitola del bombazo editorial del año y la película en ciernes, más el impulso añadido de los críticos (que la consideran "literariamente superior" a su eterna sombra). Para que no haya confusión, la propia L.S. Hilton marca de antemano las diferencias: "No se trata de una novela romántica, sino de un thriller". Efectivamente, Judith Rashleigh tiene más en común con la escurridiza Lisbeth Salander que con la mosquita muerta de Anastasia Steele, a la que se lo daban todo hecho. Hay quienes creen ver en ella incluso rasgos de James Bond, no solo por su querencia por la Riviera francesa, también por su promiscuidad sexual, por su desapego emocional y por su facilidad para salirse con la suya.



Digamos que para recrear a Judith Rashleigh, y sus incursiones en el mundo y el submundo del arte, L.S. Hilton se ha inspirado en su propia experiencia de una casa de subastas. Y en sus entrevistas con banqueros de Ginebra. Y en su encuentro con un miembro de los Servicios Secretos. Y en su experiencia durante una orgía de la alta sociedad en París en la que participó al menos como espectadora...

"Fui allí esperando ver una atmósfera de vino barato y sudor, pero me sorprendió ver un ambiente muy limpio, como si estuviéramos en el bar del hotel Claridge's. Lo más sorprendente es que todo giraba en torno a las mujeres: el placer de las mujeres y el consentimiento de las mujeres. Había gente a la que obviamente le gustaba solo mirar; nadie te obligaba a participar". La autora deja en el aire hasta dónde llevó en esa noche parisina su rigor como investigadora. Tampoco entra en detalles sobre si la predilección de Judith por el sexo duro son producto de su experiencia o de la fantasía. Siguiendo el consejo de su agente literaria (que luego renegó de la novela), llevó las descripciones más escabrosas a un nuevo nivel: ¿Cómo quitarle el cinturón a un caballero usando exclusivamente los dientes?

L.S. Hilton ha seguido el juego de la novela en la vida misma. Posando ligera de ropa para The Times, recuerda el revuelo que montó hace nueve años con su "manifiesto" a favor de la infidelidad y reconoce que su visión del mundo, cosas de historiadora, está anclada en el siglo XVIII... "En aquella época, las aventuras extraconyugales eran algo perfectamente consentido y normal, y nadie creaba un escándalo ante algo así. La idea de que al casarte ya puedes ser feliz para el resto de tus días me parece extraordinaria".

Tres veces se ha casado por cierto L.S. Hilton, que ronda los 40 años. La primera fue a los 19, con un francés y en Florida (un "accidente" que duró apenas unos meses). La segunda fue con un norteamericano, cuando tenía 23: se casaron en París, se fueron de luna de miel a Venecia y acabó viviendo en Milán. Su tercer marido fue un compositor italiano, Nicola Moro, con quien tuvo una hija hace diez años. Divorciada nuevamente, su último amor es un inversor danés con quien almuerza frecuentemente en compañía de su ex, "una práctica muy escandinava" (según declara a The Daily Mail).

Como su protagonista, L.S. Hilton nació en en Liverpool, y como los Beatles tardó lo suyo en perder su acento y abrirse paso en Londres, donde pudo asomarse al mundo lascivo de los muy ricos que se refleja en toda su decadencia en Maestra. Judith, que también trabaja en la barra de un bar en el West End, se abre paso desde fuera en ese club privadísimo y tan británico, "solo para hombres". A L.S. Hilton le critican por perpetuar esa visión del mundo en la que ellos tienen el poder y dinero y ellas están relegadas al papel de mujeres "trofeo" o mujeres "objeto". La autora se defiende alegando que Judith demuestra mejor que nadie "lo fácil que es manipular a los hombres", sobre todo cuando los hace enfrentarse al mayor de sus temores: su propia sexualidad.

La predilección de su protagonista por el sexo anal es algo que "descoloca" de entrada a los hombres. Y también una de las razones por las que la novela puede «molestar» a los cuarentones y cincuentones (incluidos los editores que rechazaron de entrada el original).


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