viernes, 23 de junio de 2017

Ava Gardner / "Dios mío, Peter, no podemos publicar esto"


Ava Gardner

Biografía

"Dios mío, Peter, no podemos publicar esto"



IXONE DÍAZ LANDALUCE
11 de septiembre de 2013


Arruinada y enferma, en 1988 Ava decidió escribir sus memorias con la ayuda de Peter Evans. Luego, se arrepintió y sus secretos quedaron guardados en el cajón del escritor. 23 años después de su muerte, una biografía revela aquellas conversaciones en las que la actriz desveló las intimidades de sus tres matrimonios con Mickey Rooney, Artie Shaw y Frank Sinatra. 

Después de haber sufrido dos infartos, Ava Gardner tenía la parte izquierda de su rostro paralizada en una mueca de perenne tristeza. El animal más bello del mundo, como se la conocía en Hollywood, vivía sus horas más bajas en 1988, apenas dos años antes de su muerte. Enferma y prácticamente arruinada, la actriz tomó medidas desesperadas. "Estoy sin blanca, cariño. O escribo un libro o vendo mis joyas. Y estoy bastante unida a mis joyas", le dijo a Peter Evans, el escritor con el que había contactado para que le ayudara a redactar sus memorias.





La diva empieza a contar

Gardner le recibió en su apartamento de Londres. En el timbre aparecía como señora Baker. "Era el nombre de soltera de mi madre. Vivo como una maldita espía". Antes de empezar su primera sesión, la actriz le advirtió a Evans que no le gustaban los chismes: "Odio cuando la gente se inventa historias de alcoba sobre mí".

De hecho, cuando una amiga le contó que Marlon Brando iba diciendo que se habían acostado, la estrella llamó al actor y este terminó pidiéndole disculpas. "Mis vicios y mis escándalos son mucho más interesantes que cualquier cosa que nadie se haya inventado sobre mí", le dijo a Evans.

Ahora, aquellas charlas, que nunca llegaron a convertirse en sus memorias, ven la luz en'Conversaciones secretas', la biografía sobre Gardner que Evans escribió antes de morir en 2012. En ellas, la estrella repasó toda su vida, y habló de sus tres matrimonios con Mickey Rooney, Artie Shaw y Frank Sinatra.




Tenía 19 años y todavía era virgen cuando, en su primer día en Hollywood, conoció a Mickey Rooney. "Recuerdo con claridad la primera vez que le vi, probablemente porque llevaba un frutero en la cabeza… Iba caracterizado como Carmen Miranda, con las pestañas y los pechos postizos, y pintalabios".

Cuando le preguntó a Rooney cuál había sido su primera impresión de ella, este le contestó: "Supuse que eras el nuevo ligue de uno de los ejecutivos del estudio. Pero me daba igual. Quería acostarme contigo desde el momento en que te vi".

A pesar de sus 1.57 metros, Rooney era la mayor estrella de la época y todo un playboy. Esa misma noche, llamó a Gardner para pedirle una cita. Ella le dijo que estaba ocupada. Él siguió insistiendo y ella se quedó sin excusas. Cuando Louis B. Mayer se enteró del romance, le ordenó a Rooney que dejara de verla preocupado por el efecto que tendría la noticia en sus fanes. El actor se negó. No tardaron en casarse. Gardner aprendió dos cosas durante su matrimonio con Rooney: a beber y a disfrutar del sexo. "Cuando pienso en aquel matrimonio, pienso en los club de noche, como el Palladium o el Cocoanut Grove (…). Allí es donde aprendí a beber, a beber de verdad. Aunque todos los clubs eran estrictos con la venta de alcohol a menores, Mick me servía los Martinis secos en tazas de café".






La mujer despechada

Las infidelidades de él empezaron poco después de la luna de miel y su convivencia se convirtió en una competición de gritos y peleas. "A pesar de la humillación de saber que Mickey me engañaba, todavía quería que me deseara. Pero también sabía cómo hacerle daño. Después de hacer el amor -nunca dejamos de hacerlo ni nos cansamos el uno del otro en la cama- le decía cosas para hacerle daño. Utilizaba su altura para insultarle. Le decía que estaba harta de vivir con un enano", le contó Gardner a su confesor.

El desenlace se precipitó la noche que, en plena borrachera, Rooney sacó una agenda con los teléfonos de sus viejas conquistas y empezó a leer sus nombres en alto mientras hablaba de lo buenas que eran en la cama. "Esa noche le eché de casa. Se fue con su madre. No cogía sus llamadas. Le estaba volviendo loco".


Entonces, la actriz supo jugar sus cartas. "Si le hubiera demandado por adulterio y hubiese nombrado a todas sus amantes, habría destrozado su imagen y podría haber destruido su carrera". Pero Gardner decidió alegar incompatibilidad de caracteres y el estudio, preocupado por la imagen de su estrella, supo recompensárselo. "Pocas semanas después, me renovaron el contrato y me subieron el sueldo".

Se divorciaron en 1943. No le costó encontrar un sustituto. En 1945 se casaba con Artie Shaw. Culto e intelectual, se empeñó en educarla: le obligó a leer a los clásicos, contrató a un maestro de ajedrez y solía llevarla a reuniones de escritores y artistas donde le pedía que se limitara a escuchar. "Le debo mucho a Artie. Me proporcionó una educación. Me matriculé en la universidad gracias a él. Y lo hice muy bien. Sacaba notables".
Pero Gardner también empezó a abusar del alcohol por su culpa. "Me emborrachaba porque me sentía insegura". Shaw la ninguneaba sin piedad: le decía que ser actriz no requería ningún talento especial -solo "focos y buenos pómulos"- y si la pillaba leyendo una novela romántica, se enfurecía con ella.

"Era un cabrón dominante. Me hizo perder toda la confianza en mí misma. Cuando fui a terapia, insistí en que me hicieran un test de inteligencia, porque llegué a pensar que algo no funcionaba en mi cabeza". Pero nada de todo aquello sirvió. "Me dejó una semana después de nuestro primer aniversario. El bastardo me rompió el corazón".




La vida Frank 



Y en 1951, Gardner se casó con Frank Sinatra. Se habían conocido cuando ella aún era la señora de Rooney. "Frank se acercó a nuestra mesa  y dijo algo banal como: ‘Cariño, si te hubiera visto antes, me hubiera casado yo contigo’". Pero Sinatra estaba casado. Pese a eso, cuando la actriz viajó a España en 1951 para rodar una película y tuvo un 'affaire' de una noche con el torero Mario Cabré, el cantante enloqueció de celos. "Mario Cabré era guapo como el diablo. Pero fue un error horrible. Frank me siguió hasta España. Quería matar al pobre cabrón".

Ava Gardner y Frank Sinatra

Sinatra nunca le perdonó aquel desliz. Y, aun así, se casó con ella. "Fue el 7 de noviembre de 1951, un día para la infamia. Solo unos días después de que su divorcio de Nancy fuera definitivo. Era demasiado pronto, pero esa era la forma en la que Frank hacía las cosas". Todo el mundo le advirtió a Gardner de que estaba cometiendo un terrible error, incluida Lana Turner, que había tenido un lío con él. Pero la boda no consiguió arreglar nada. Ella tuvo otros líos y él vivía uno de sus peores momentos.

Todos le habían dado la espalda: sus amigos, su agente, el estudió que canceló su contrato… Había perdido incluso la voz. Ni siquiera la mafia le echó una mano. "Cuando les necesitaba, ellos no estaban. Me pone mala cuando leo lo generosa que era la mafia cuando él estaba atravesando un bache. ¡Era yo la que pagaba el alquiler!". A Sinatra solo le quedaba ella.


"Una noche escuché un disparo. Habíamos estado discutiendo. Y bebiendo. Como cada noche", recuerda Gardner, que se había negado a dormir con él. "No sabía lo que iba a encontrarme. ¿Se había volado los sesos? Siempre amenazaba con hacerlo". Pero, en cambio, se encontró a Sinatra en calzoncillos sentado en la cama. Había disparado contra una almohada. Estuvieron casados hasta 1957.

Cuando Evans le entregó el manuscrito de sus conversaciones, Gardner le dijo: "¡Dios mío, Peter, no podemos publicar esto!". Él le contestó: "¡Pero es tu vida!". "Exactamente, cariño", le dijo ella.

Poco después, la actriz se enteró de que Sinatra había demandado a Evans por haberle relacionado con la mafia en el pasado. Para evitar complicaciones, Gardner buscó a otro escritor para redactar sus memorias. Después de sufrir una pulmonía, la actriz murió en Londres en enero de 1990, a los 67 años. Hacía tiempo que andaba con un bastón y que no quería ver a nadie, aunque odiaba que dijeran que era una ermitaña. Por supuesto, ella tenía una forma mucho mejor de definirse a sí misma. "Se podría resumir mi vida en una sola frase, cariño. ‘Hizo películas, hizo el amor e hizo de su vida un puñetero desastre. Pero nunca hizo mermelada’".




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