Víctor Sánz
EL ESCRITOR Y SU LIBRETA
Si partimos de la base de que la esencia del escritor es interpretar la vida, ya vivida, ya imaginada, ya propia, ya ajena; es más que probable que el escritor, siempre atento a esa realidad, necesite tomar notas en alguna parte, es el escritor y su libreta.
En su libreta, el escritor dejará constancia de un pensamiento fugaz, de una reflexión atrapada al vuelo antes de que sea pasto de la volubilidad. Tomará nota de vistas de la realidad que luego serán ingredientes de la receta de una narración, de un poema, o de una historia en cualquiera de sus formas posibles.
La libreta es al escritor como la cámara al fotógrafo. Tomar una instantánea no se se hace de cualquier manera. Si a la dificultad de partida añadimos que las instantáneas del escritor son interpretaciones muy particulares de una realidad que puede ser incluso hasta muy normal, la tarea requiere, como mínimo, de la herramienta "libreta". Un fotógrafo sin su cámara podrá retener en su memoria lo que ha visto, pero no podrá transmitirlo a los demás como lo haría mediante una fotografía; algo similar ocurre con el escritor, éste puede retener en su memoria lo que ve, lo que piensa de lo que ve, la conclusión a la que llega después del parto de una reflexión provocada por lo que ha visto, oído, tocado, degustado o sentido, pero si no hace una instantánea del momento, en el mismo instante, difícilmente conservará el ingrediente en buen estado. Tan es así, que aunque
pueda haber tomado alguna nota al vuelo, hay ocasiones en que, superando ya la barrera de entender nuestro propio garabato, la nota no nos transmite, no conlleva la esencia de lo que la originó. Cuánto no más será así si carecemos de libreta.
Quien dice libreta dice servilleta de cafetería, ticket del supermercado o recibo de la tarjeta de crédito, en ese simpático papel térmico que se autodestruirá segundos antes de que lo vayamos a leer de nuevo, y que nos urge a trasladar la nota a otro sitio cuanto antes.
A mí, en particular, nunca me falta una libreta cerca, es más, me sobran, ningún instante es despreciable, aunque la posterior labor de criba se haga más inabarcable aún. Pero tengo una cosa muy clara, hasta las pepitas de oro más pequeñas, son de oro.
¿Real o virtual?
Aunque en tiempos en los que la tecnología se lo pone fácil a cualquiera y hay opciones dignas de tener en cuenta en la elección de una libreta digital (Evernote, por ejemplo), la libreta tradicional tiene el encanto de lo artesano, el tacto, hasta el olor si procede, y tiene además el encanto de ayudarnos a reconocernos en otras situaciones anteriores que fueron madre de otras tantas notas. Como medida de seguridad añadida, está protegida contra cortes de corriente y contra la temida muerte súbita de las baterías. ¿Cómo perder todos estos encantos de la libreta tradicional?
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