Es la cama más famosa del arte contemporáneo. Y también, junto con el tiburón en formaldehido de Damien Hirst, el icono de toda una generación de artistas que empezaron a destacar en el Reino Unido a principios de los años noventa del siglo pasado. My Bed es la obra central del trabajo de Tracey Emin. Un grito interior en una época en la que se protestaba poco. Una pieza que en su día sacudió la mirada del espectador, y que el verano próximo Christie’s subastará por una cifra que oscila entre 800.000 y 1.200.000 libras (de 984.000 a 1.477.000 euros). Unos números que, sin embargo, no convencen a todo el mundo. Su marcharte neoyorkino, David Maupin, apunta que es un precio muy bajo para una “obra histórica”. Tanto, que para él ninguna cifra le haría justicia.
My Bed es el resultado de unos tiempos muy duros. Después de una relación fallida, en 1998, Tracey Emin atravesó una fuerte depresión, que acompañó con borracheras continuadas y relaciones sexuales imposibles de recordar al día siguiente. Esta vía autodestructiva llegó al paroxismo una noche. La resaca era tan intensa que pensó: “Si no bebo agua me moriré”. Lo cuenta en el periódico The Telegraph, Colin Gleadell, periodista y amigo de Emin. Tambaleando recorrió el camino de vuelta desde la cocina y miró sorprendida a la cama: “¡Puaggg!”, pensó. “Es asqueroso. Pero de repente, un segundo después de que me pareciera horrible, se transformó en algo que procedía de mi interior, algo hermoso”. En el fondo no deja ser un ready-made en la más pura tradición del urinario de Marcel Duchamp. Aunque también se puede leer como un autorretrato que no necesita recurrir a su propia imagen.
'My Bed', de Tracey Emin, se vende por un precio estimado que oscila entre 984.000 y 1.477.000 euros. Foto: Christie's.
La cama, desecha, era un testimonio de la locura de aquellos días. Condones usados, botellas vacías de vodka, test de embarazos, compresas con orina y unos pantalones bombachos manchados de sangre. Ese fue el material con el que se armó la obra. Un diario de la autodestrucción.
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Tracey Emin |
My Bed fue una de las piezas finalistas en 1999 del famoso Turner Prize. No lo ganaría Tracey Emin sino el cineasta Steve McQueen, quien presentó Deadpan. Pero sin duda fue el trabajo que más impactó y casi todos los medios británicos recogieron la provocación, el guante lanzado por la artista. La cama la adquirió el publicista y coleccionista británico Charles Saatchi por 150.000 libras. Una cifra elevada en ese tiempo para una obra de una creadora muy joven. Pues bien, ahora la vende aprovechando el buen momento en el mercado que tienen los Young British Artists (YBAs). De hecho, artistas que pertenecen a esa generación como
Jenny Saville, Gary Hume o la propia Emin han alcanzado este año sus precios más elevados en subasta.
EL PAÍS
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