Kim Ki-duk |
Kim Ki-duk: adiós al precursor del nuevo cine coreano
El director de Primavera, Verano, Otoño, Invierno... y Otra Vez Primavera que murió ayer por coronavirus a los 59 años fue uno de los primeros embajadores fílmicos del país asiático, antes del éxito de Parasite.
Rodrigo González
13 de diciembre de 2020
Antes de que la familia del señor Kim se infiltrara en la moderna casa de los Park en Parasite (2019) y de que un tren infestado de muertos vivientes corriera de norte a sur en Estación zombie (2016), el cine surcoreano era sinónimo en Chile de Kim Ki-duk. Tal vez habría que agregar a Park Chan-wook, responsable de Oldboy (2003), pero era el primero quien siempre se imponía por una cuestión simplemente numérica: hacía tantas películas que cada dos o tres años aparecía alguna en la cartelera. Lo ayudaban, además, los múltiples premios que recibía, entre ellos el León de Oro de Venecia del 2013 y un estilo diáfano, a veces lírico y, generalmente, muy violento.
Resistido en su propio país en comparación a los muy venerados Bong Joon-ho (Parasite) y Hong Sang-soo (El Día Después), Kim Ki-duk se anotó a mediados de la primera década del siglo un hit del cine arte llamado Primavera, verano, otoño, invierno… y otra vez primavera (2003). Fue tal vez lo mejor que hizo en su vida y contaba la sugestiva historia de un muchacho que se hacía monje guiado por su maestro, pero también atormentado por ciertos infortunios en su vida doméstica.
Alejado de la escena de su país después de acusaciones de abuso sexual de tres actrices en el 2017, el realizador surcoreano se encontraba hace unos meses en Letonia a la espera de rodar una nueva película. Fue ahí donde ayer lo sorprendió la muerte tras varios días de batalla contra el coronavirus. Según información proporcionada por el cineasta ruso Vitaly Mansky, director del Festival ArtDocFest, y confirmada por las autoridades de Corea del Sur, Kim Ki-duk falleció en la mañana del viernes 11 de diciembre en un hospital de Riga, capital de Letonia. El director tenía la intención de comprar una casa en el país báltico y adquirir la nacionalidad letona.
De acuerdo a Variety, el Instituto de Cine de Estonia tramitaba una solicitud de Kim para una co-producción entre Corea del Sur y Estonia que se filmaría en esta última nación. Iba a tener un título que no podría haber salido de otra pluma: Rain, Snow, Cloud and Fog. “Es triste que no haya podido hacerla. Eran cuatro narraciones de relaciones afectivas que se cruzaban y daban lugar a un tejido más grande”, dijo a Variety Edith Sepp, directora del Instituto. “Puede que el estilo de Kim Ki-duk guste o no, pero a nadie deja indiferente”, añadió Sepp.
En la prehistoria del Oscar
Rastrear la vida y las películas de Kim Ki-duk sirve para saber que antes y debajo de los cuatro Oscar que este año obtuvo la cinta Parasite (entre ellos a Mejor película), hay toda una tradición de cineastas enérgicos, originales y en general prolíficos que le han dado a ese país una solvencia cultural que va más allá del K-pop. No hay pocos aficionados al cine coreano que entraron a ese terreno gracias a Kim Ki-duk y que muchas veces lo tendieron a olvidar para luego preferir al más refinado Hong Sang-soo, al melancólico Lee Chang-dong (Burning) o al propio Bong Joon-ho, con un sentido del humor único.
La celebrada Primavera, otoño, invierno.. y otra vez primavera se llevó cuatro galardones del Festival de Locarno en el 2003 y fue la primera cinta de Kim Ki-duk estrenada en Chile. Acá fue un pequeño suceso en el cine arte y coincidió también con la irrupción local de Oldboy (2003), largometraje hiper violento de Park Chan-wook que se llevó el Gran Premio del Jurado en Cannes. Ambos cineastas lideraron la nueva horneada de directores de Corea que comenzó a ganar festivales de cine en todo el mundo.
Tomando las palabras de Edith Sepp, Kim Ki-duk tiene la innegable virtud de no dejar a nadie indiferente con sus obras. En 24 años de una carrera que empezó en 1996 y que llegó a tener nada menos que 25 largometrajes, Kim no dejó de embriagarse con historias donde solían predominar los conflictos emocionales entre parejas, cierto goce de la crueldad y una composición estética muy cuidada.
En este contexto, Primavera, verano, otoño, invierno... y otra vez primavera fue una cinta bastante más suave y apacible y a la que le siguieron largometrajes intensos y desequilibrados. Uno de ellos fue Samaritan girl (2004), cinta que se llevó el León de Plata en el Festival de Berlín a Mejor director y que nos contaba la historia de Jae-young, una prostituta menor de edad engullida en la selva criminal.
A Chile llegaron otras tres cintas del realizador surcoreano: Hierro 3 (2004), la crónica de un muchacho que ocupaba las casas de sus dueños mientras estaban de vacaciones y por la que obtuvo el León de Plata a Mejor director en el Festival de Venecia; Time (2006), que se inmiscuía en el sensible tópico de la obsesión nacional por la cirugía plástica, y La red (2016), original propuesta sobre un pescador de Corea del Norte que por accidente iba a parar a Corea del Sur.
Lamentablemente no se estrenó en salas locales Pieta (2012), la película por la que ganó el León de Oro en el Festival de Venecia y que era la parábola de un mafioso visitado por una mujer que dice ser su auténtica madre. En el 2017, en medio del escándalo del productor Harvey Weinstein, Kim Ki-duk fue objeto de las señaladas denuncias de abuso sexual: aunque la corte desestimó algunos cargos, sí lo hizo pagar multas por violencia en el set de rodaje.
Fue en este clima que el director comenzó a buscar productores de otros países y a mirar hacia Europa. Ya había dado el primer paso: había hecho en co-producción con Kazajistán la película Dissolve, una historia de identidades cambiadas y personalidades en crisis con actores de ese país. Su próximo paso, inconcluso, era en Estonia.
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