¿Por qué gusta tanto «Prohibido morir aquí» de la escritora Elizabeth Taylor?
No solo es una novela extraordinaria, con una traducción –la de Ernesto Montequin– también extraordinaria: toca un tema que incluye o incluirá en algún momento a todos sus lectores
Graciela Melgarejo
6 de mayo de 2019
Prácticamente desde su publicación, en octubre de 2018, Prohibido morir aquí, de Elizabeth Taylor (La Bestia Equilátera), se transformó en un inesperado y bienvenido best-seller aun para sus propios editores, que hace ya varias semanas vienen celebrando el hecho de que este libro figure en las listas que confeccionan los suplementos culturales, avanzando puestos sin parar hasta llegar a los primeros. Tarea nada fácil para un libro de una pequeña editorial independiente, aunque el de boca en boca todo lo puede.
Aunque no ha sido solo la recomendación de sus muchos lectores, fundamental por cierto, la que contribuyó a crear este fenómeno literario, poco frecuente para la época. Tanto los críticos y periodistas culturales como muchos escritores conocidos han hecho su aporte correspondiente y con el mismo entusiasmo lector de los no profesionales. Es que la historia creada por la escritora inglesa Elizabeth Taylor (1912-1975), estupendamente traducida además por Ernesto Montequin, es merecedora de tanto fervor. No se trata de una relación común la que se establece entre sus dos personajes principales, que componen una pareja singular.
Efectivamente. En Prohibido morir aquí, se narra el encuentro casual y la posterior amistad entre una mujer ya anciana –con los parámetros de 1971, cuando Taylor escribió su novela–, Mrs. Palfrey, y Ludo, un joven apenas salido de la adolescencia que pretende ser escritor mientras sobrevive como puede en Londres. Una está al final de su vida, viuda y con una familia poco amorosa, viviendo en un hotelito, el Claremont, en donde se hospedan también muchos otros huéspedes de su edad; el joven no ha resuelto una caótica relación con su madre, pero tiene un objetivo claro: escribir la que será su primera novela y en Mrs. Palfrey encuentra a la protagonista ideal.
«Mientras caminaba por Fulham Road, Ludo pensaba en el amor y sus espantosas desigualdades. Siempre hay alguien que ofrece la mejilla y otro que la besa. Allí estaba la señora Palfrey que lo adoraba, y eso le hacía sentir una mezcla de vergüenza y de aburrimiento; pero él adoraba a Rosie, y eso le provocaba una tortuosa sensación de fracaso. Pero el dicho francés no siempre era cierto: su madre, por ejemplo, ofrecía su mejilla, pero ya nadie quería besarla.»
La delicadeza con la que Taylor va describiendo los sentimientos de todos sus personajes, la sensibilidad con que penetra en sus pensamientos y temores hacen de la lectura de Prohibido morir aquí una gran experiencia literaria, a la que contribuye con su exquisito trabajo Ernesto Montequin, que está en la línea de los grandes traductores argentinos, como José Bianco, Enrique Pezzoni o Lysandro Galtier.
Una vez más, los lectores argentinos han sabido elegir: Taylor, que está considerada por muchos críticos de su país como una de las mejores escritoras del siglo XX en lengua inglesa, ha sido recibida como corresponde, con todos los honores a la creadora que es.
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