Vermeer
Yo pensaba contaros la vida de Vermeer, pero la verdad es que es bastante sosa, fuera de que siendo protestante se casó con una católica, con la que se llevaba tan bien que llegaron a tener 15 hijos y junto a ella se fue a vivir con su suegra rica, con la que al principio no se llevaba tan bien. Pero al final terminó llevándose mejor con su suegra, que se gastó mucho dinero en hacer de él un gran pintor de buena posición, que con su mujer, a la que dejó en la ruina al morir. El caso es que me decido por contaros cosas más interesantes de su pintura, porque siendo Vermeer el gran clásico de todos los clásicos, tiene un exitazo en los tiempos actuales que bien merece una explicación. ¿Cuál es la razón de que hoy en dia cualquiera que se las dé de saber de pintura se considere un experto en Vermeer, y de que Don ‘Juanito del Mar’ triunfe tanto entre quienes gustamos de la pintura si el muy vago no pintó mas que treinta y tres cuadros bien contados?. Bueno, pues éso es lo que te cuento a continuación repasando doce de sus mejores cuadros de su obra que aparece aquí y ahora completa y en buena definición.
Aunque por la época se le adscribe al Barroco, lo cierto es que la pintura conocida de Vermeer se diferencia mucho de la de su época, en ciertos aspectos está por su “intemporalidad” y “cristalinidad” más cerca de la obra de Jan Van Eyk. A diferencia del barroco común la obra de Vermeer carece de muchos adornos, es aséptica, con un aire casi cristalino, limpio, depurado, e intemporal como si detuviera el instante en un momento claro y eterno. Su obra resulta muy personal y por esto difícilmente encasillable en un estilo; con una cristalina austeridad y una fidelidad obsesiva Vermeer representa la fragilidad de la vida en retratos que parecen, usando la nomenclatura actual, hiperrealistas, aunque de un hiperrealismo muy meditado y quieto y profundamente intimista, en ciertos cuadros más que al barroco se aproxima al tenebrismo manierista de Caravaggio, lo que es ostensible en su obra cumbre: La joven de la perla.
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Varios de los primeros cuadros de Vermeer se consideran pintura histórica, género que tenía en el siglo XVII el nivel más alto de prestigio, por encima de la pintura de retratos, paisajes, bodegones y animales. En el cuadro Cristo en casa de Marta y María, pintado hacia 1654-1655, Vermeer retoma una escena del Evangelio de San Lucas: Jesús es invitado a comer a casa de Marta. Mientras Marta prepara la comida, María escucha a Jesús. Marta pregunta a Jesús por qué no conmina a María a que le ayude y Jesús responde: «Marta, Marta, tú andas preocupada y te pierdes en mil cosas: una sola es necesaria. María ha elegido la mejor parte, que no le será quitada.» La historia era un tema tratado con frecuencia en la pintura desde el siglo XVI, porque en ella se reflejaba bien el problema de las buenas obras señalado por los protestantes, que las consideraban una acción superficial y para las apariencias. La composición es sencilla en comparación con otras obras posteriores y en forma de pirámide. Marta, con una cesta de pan en la mano, está situada detrás de Jesús, que está sentado en una silla y cuya cabeza está rodeada de una débil aureola. En primer plano está sentada María en una banqueta, con la cabeza apoyada en la mano. El gesto de María debía indicar reflexión. Como señal de devoción frente a Jesús, no lleva zapatos. El brazo extendido de Jesús señalando a María debía expresar que ésta se había decidido por la mejor actividad. Vermeer empleó contrastes de color fuertes entre el blanco del mantel y el rojo del corpiño de María, así como con el azul de la toga de Jesús.
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La segunda pintura histórica de Vermeer, Diana y sus compañeras, fue pintada hacia 1655-1656. Diana, también llamada Artemisa, es la diosa griega de la caza y se la consideraba especialmente casta, de hecho el pobre cazador Acteón, que pasaba por las cercanías del lugar de baños, al ver a Diana desnuda terminó convertido en perro y devorado por sus propios lebreles que dejaron de reconocerle. En el cuadro se la representa sentada en una piedra y rodeada por cuatro ninfas. En arte, Diana era representada a menudo con vestido corto o desnuda bañándose; Vermeer la representa vestida, una concesión al puritanismo que consideraba inmoral la desnudez. Así, una ninfa medio desnuda que se encuentra detrás de Diana, vuelve la espalda al observador. El cuadro no tiene mucha acción, dos ninfas están sentadas con Diana sobre una piedra, una se encuentra al fondo y observa como la cuarta lava los pies de Diana. La escena ocurre durante el crepúsculo, por lo que las caras de las mujeres permanecen en la sombra. La oscuridad y la diadema en forma de luna creciente son una alusión al hecho de que Diana es identificada a menudo con Selene, diosa de la Luna. Al cuadro Diana y sus compañeras se le han encontrado fallos, sobre todo en la representación de las posturas, por lo que se han expresado en repetidas ocasiones dudas de la autoría de Vermeer. Estas dudas no se han podido ni confirmar ni negar hasta el presente.
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El cuadro Vista de Delft se pintó hacia 1660 ó 1661. Vermeer lo realizó probablemente con ayuda de una cámara oscura desde un piso alto y esta es la primera vez que oimos hablar de su utilización por Vermeer, lo que se repetirá a partir de entonces de continuo. La altura de su punto de vista queda patente sobre todo en las figuras de la esquina inferior izquierda. El cuadro muestra una vista de la ciudad con el río Schie en primer plano. Vermeer ordenó los elementos arquitectónicos en el cuadro paralelos al borde del lienzo, al igual que hizo sus demás cuadros y al contrario que otros pintores, que intentan transmitir la vida interior de la ciudad con calles que se adentran. Además colocó en primer plano dentro de la composición un área triangular de la orilla del río, un elemento, que fue introducido en la pintura por Pieter Brueghel el Viejo, y que ha sido empleado con frecuencia. Vermeer empleó para colorear el paisaje sobre todo colores ocres y marrones. Sobre los edificios en la sombra en primer plano y los cascos de los barcos colocó puntos de color para representar la estructura de juntas y las incrustaciones. La luz, que se introduce entre las nubes, ilumina sobre todo los edificios que se encuentran al fondo y la torre de la Nieuwe Kerk. Con esta iluminación de la torre de la iglesia, Vermeer quería probablemente hacer una declaración política: En la Nieuwe Kerk se encontraba la tumba de Guillermo de Orange, asesinado en un atentado en 1584 en Delft, que era considerado un héroe de la resistencia contra España.
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La callejuela fue el único paisaje urbano pintados por Vermeer. Este tipo de cuadros eran habitualmente resultado de encargos públicos o privados, muy rara vez se pintaban para el mercado libre. Razón por la que alcanzaban precios mayores que la pintura paisajística. Lo realizó hacia 1657-1658. Inspirado por las fachadas urbanas de Hooch ensayó aquí por primera vez la pintura de exteriores. Usó un colorido claro y un modelado preciso mediante una técnica especial que empleaba, denominada punteado.
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La alcahueta, pintada en 1656, es el primer cuadro de Vermeer que puede encuadrarse dentro de la pintura costumbrista. Es probable que Vermeer se inspirara en el cuadro de igual nombre de Dirck van Baburen que estaba en posesión de su suegra, María Thins. El cuadro aparece en varias obras de Vermeer como insinuación del tema tratado. La alcahueta se puede incluir en la categoría de los Bordeeltje, cuadros de burdeles, que son una subcategoría de la pintura costumbrista. El lienzo muestra a cuatro personas, dos mujeres y dos hombres. Para clasificar con detalle la escena faltan los datos, podría tratarse tanto de una escena en un burdel como de una escena hogareña. En el primer caso, la mujer de la derecha sería una prostituta y el hombre que se encuentra detrás de ella sería un proxeneta. La mujer vestida de negro sería laalcahueta, que habría organizado el negocio. En cambio, si fuera una escena hogareña, el cuadro representaría el inicio de una relación extra matrimonial. En este caso, la alcahueta sería una mujer del vecindario que habría organizado el encuentro. En cuanto al hombre en el lado izquierdo, podría tratarse del mismo Vermeer; y éste podría ser su único autorretrato. De las personas retratadas, sólo se ven los troncos, ya que las piernas están tapadas por una mesa que se encuentra en primer plano. La composición produce sensación de lejanía respecto a la escena en el observador. Como los cuadros costumbristas también debían transmitir valores, a menudo contenían advertencias. El vino, representado por la jarra y la copa en la mano de la prostituta, cuyas mejillas están sonrosadas por el alcohol, debía comunicar que el ser humano debía permanecer de ánimo despierto a pesar de las tentaciones de los sentidos. El aspecto central del cuadro, la venalidad del amor, sólo se representa indirectamente, con la mano abierta de la prostituta que espera la moneda del proxeneta.
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El cuadro Muchacha dormida, que fue pintado hacia 1657, es otra obra de Vermeer con mensaje moralizante. La joven mujer pintada está sentada a una mesa tapada con una alfombra oriental. La alfombra forma en la parte anterior de la mesa un triángulo y Vermeer la arregló junto con una jarra de vino y un plato de fruta. La mujer duerme apoyada en la mano, con el codo en la mesa, con la finalidad de subrayar el ocio. El vestido deja ver que no se trata de una criada, sino de la esposa del señor de la casa, encargada de la administración del hogar. Johannes Vermeer había incluido inicialmente en el cuadro varios elementos significativos más para hacer que la mujer tuviese más interacción. Así, un estudio con rayos X mostró que en la puerta se encontraba un perro y en el fondo izquierdo del cuadro un hombre, que fueron sobrepintados más tarde. Con estos elementos la interpretación de la composición se hace más fácil. El motivo del gusto por el vino se vuelve a retomar en este cuadro gracias a la presencia de la jarra, pero también en su título “Muchacha bebida y durmiendo en una mesa” que se le dio en una venta el 16 de mayo de 1696. Como consecuencia de la ingesta de vino, el ama de casa descuida sus obligaciones en el hogar.
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El cuadro Muchacha leyendo una carta, pintado hacia 1657 y, por lo tanto, en la primera fase de Vermeer, muestra a una mujer con una carta, que determina la acción en el cuadro. El elemento de la carta fue retomado por Vermeer en otros cuadros. En este, la muchacha está situada en el centro del cuadro, con una carta en la mano, delante de una ventana abierta. En el lado derecho se ve una cortina, en primer plano una mesa. La mujer está representada de perfil, pero el observador puede ver su cara en un reflejo en la ventana. Que la carta sea posiblemente de amor se puede leer en detalles, como la fuente llena de manzanas y melocotones, en relación a la historia de Adán y Eva. La cortina del primer plano puede reforzar esta idea, ya que está abierta en señal de revelación, pero también puede tratarse de un elemento de la composición, empleado a menudo por Vermeer.
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La mayoría de las representaciones de mujeres en los cuadros de Vermeer están relacionadas con una narrativa en la que instrumentos musicales u objetos del hogar influyen en la percepción de la acción. Sólo tres cuadros se desvían de forma importante de esta tónica y se pueden denominar retratos: El primero es el cuadro que os acabamos de mostrar. Es muy probable que las modelos, dadas las edades y aspectos de las representadas, las jóvenes mujeres que con una minuciosidad cariñosa pintara Johannes Vermeer, se trataran de sus propias hijas. En la mayoría de las representaciones de mujeres de Vermeer, la moralidad tiene un papel importante. Incluso en los cuadros de mujeres tocando música aparece el tema. El segundo, claro ejemplo de lo que decimos, es el cuadro Dama al virginal o Dama parada cerca del clavicordio, pintado entre 1673 y 1675. Incluso el instrumento, un «virginal» es un indicio de la virginidad de la muchacha pintada. El hecho se deduce sobre todo por que en la Holanda del siglo XVII se cuidaba estrictamente de que la mujer llegase virgen al matrimonio. El cuadro de la pared, con la representación de Cupido, representa un contraste a esta forma de entender la moral. El Tercero sería La Joven de la Perla de la que ya hemos hablado largo y tendido
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El geógrafo muestra al científico en medio del lienzo como motivo central. Elgeógrafo lleva el pelo largo recogido detrás de la oreja y está vestido con una toga larga. Sobre la mesa, en primer plano, hay un mapa y una manta empleada para extender los mapas. Sobre el armario del fondo hay un globo terráqueo. El científico comprueba con ayuda de un compás una distancia en el mapa, pero en ese momento mira por la ventana. La luz le da en la cara, lo que indica iluminación y sabiduría. La toga da al geógrafo un aire de misterio, lo que debe entenderse como una percepción del científico generalizada en la época.
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Con la representación de El Geógrafo y El Astrónomo, Johannes Vermeer retoma un importante cambio de paradigma. Hasta el siglo XVII estaba mal visto el ocuparse de la extensión, forma e historia de la Tierra, así como de las estrellas. Ello se entendía como temerario y contrario al plan divino. Y a pesar de ello aparecieron ciencias que estudiaban de la Tierra y las estrellas desde finales del siglo XV. Desde el descubrimiento de América, Asia y África por los europeos, los comerciantes, navegantes y nobles necesitaron un mayor conocimiento geográfico, que se acumulaba en libros, mapas y globos.
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El arte de la pintura fue pintado hacia 1666 y tiene un tamaño de 130×110 centímetros, que lo convierte en una de las mayores obras pintadas por Vermeer. Muchos historiadores del arte consideran este cuadro el legado pictórico de Vermeer. El cuadro muestra un taller de pintura, posiblemente inspirado en el del propio Vermeer, ya que una mesa de roble como la que se puede apreciar en el cuadro aparece en la lista de inventario del pintor. Sobre la mesa se encuentra un libro, símbolo de la sabiduría y la contemplación, y una máscara, que se debe entender como una representación de la escultura. Como personaje principal aparece el pintor en el centro, delante de un lienzo casi vacío. Está de espaldas al observador, de forma que mantiene su anonimato. En el fondo se encuentra una joven mujer que sirve de modelo al pintor. Lleva una capa de seda azul y una falda amarilla. En la mano izquierda tiene un libro, en la derecha un trombón. Sobre la cabeza lleva una corona de laurel, representando la fama eterna.
El lienzo vacío es desde el Renacimiento símbolo de la idea artística que toma forma en el proceso pictórico. Que el pintor trabaje en un cuadro mientras sobre la mesa permanece una máscara ha sido interpretado como la competición de las artes, la Paragone. De esta forma, la pintura triunfa sobre la escultura. Estudios modernos dan casi por seguro que la mujer no es simplemente una modelo o de Fama, sino que representa a la musa Clío, musa de la Historia en la mitología griega. A favor de esta interpretación habla también el mapa de Nicolaes Visscher colgado en la pared, al fondo, en el que aparecen las 17 antiguas provincias de los Países Bajos antes de la paz con España en 1609. El mapa está rodeado a ambos lados con vistas de ciudades y Clío aparece con su trombón, que es símbolo de la fama, delante de La Haya, con la vista del palacio real. Esto se puede interpretar como homenaje de Vermeer a la Casa de Orange. El cuadro fue pintado a comienzos de la Guerra Franco-Holandesa, que se extendió de 1672 a 1678, en una época de desordenes internos en los Países Bajos, en la que la esperanza recaía sobre los Orange. Además, se revela una actitud positiva hacia el Sacro Imperio Romano Germánico por ejemplo a través de la lámpara con el águila bicéfala de los Habsburgo. De hecho, el cuadro no es tanto una alabanza a la pintura, sino más bien un posicionamiento de Vermeer a la situación política del momento.
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