Andrea Camilleri
"Montalbano me chantajea"
Llega a España La pista de arena, nueva entrega de la serie de su popular comisario, que el autor siciliano confiesa que da por terminada
El Cultural, 27 de abril de 2010
Por Alberto OjedaAl otro lado del teléfono parece que a uno le está hablando el propio Vito Corleone. La voz mana de una caja de resonancia barnizada por el humo del tabaco y la senectud. La cadencia es morosa y el acento siciliano. Un castizo diría -llanamente- que acojona. Imposible no pensar en legendario Padrino interpretado por Marlon Brando. Pero la persona que responde desde su casa de Roma, amabílisimo a pesar del tono grave, es Andrea Camilleri (Porto Empedocle, Sicilia, 1925), el autor italiano que más libros vende (en los últimos años no ha sido raro encontrar cinco títulos suyos ocupando los cinco primeros puestos de la lista de más vendidos de su país) y alguien cuya biografía e intención vital está en las antípodas del célebre personaje de Coppola. Su obra narrativa, y en particular su saga del policía Montalbano, constituyen un sentido alegato contra la mafia. Eso sí, un alegato sutil. Su denuncia no es una embestida frontal contra el fenómeno mafioso, como la de Saviano en Gomorra, sino más reposada, casi insinuada: él cuenta cómo Montalbano va tirando del hilo de un caso cualquiera y al final, invariablemente, los largos tentáculos de la mafia saltan a escena. Ahora llega a España La pista de arena (Salamandra), la décimosexta entrega de la serie, en la que el popular comisario se ve inmerso en el oscuro mundo de las carreras clandestinas de caballos. Sus incondicionales deben paladear bien estos últimos montalbanos, porque el autor siciliano confiesa que da por cerrada la saga. “Él último lo he escrito hace poco. Ahora sólo quedan por salir los cuatro o cinco inéditos que tengo en la recámara”. Dicho queda.
Pregunta.- Ya en el 2000 expresaba su cansancio de Montalbano, más en concreto de su tremendo éxito, que le obligaba a pagar el peaje molesto de la popularidad. ¿Cómo ha sido la relación con su personaje más carismático?
Respuesta.- Bueno, como toda relación comenzó felizmente, pero ha habido momentos en que se iba deteriorando. A veces veo a Montalbano como a alguien que me chantajea, del que no me puedo liberar, porque aunque yo no escriba nuevas entregas de la serie, que ya va, más o menos, por las 20, se sigue reeditando continuamente. De hecho, como escritura, Montalbano para mí está terminado, porque no voy a escribir más aventuras suyas, aunque él seguirá vivo mucho tiempo, porque irán saliendo los cuatro o cinco inéditos que tengo guardados.
P.- ¿De qué títulos de la serie se siente más orgulloso?
R.- De El ladrón de meriendas y de Ardores de agosto. Estos son los que más me gustan.
P.- ¿Cuánto tiempo cree que aguantaría Montalbano en el cuerpo de policía italiano actual?
R.- No, no... él se habría marchado ya, o le habrían echado. Él aguanta ahí en la ficción, pero no lo haría en la realidad.
P.- ¿Le resultó a usted tan traumático como a Montalbano la necesidad de utilizar gafas?
R.- Es que él tiene pánico a envejecer. La verdad que no. ¿Sabe por qué? Porque yo llevo gafas desde cuando era casi un niño (risas).
P.- ¿Le gusta la estatua de Montalbano que han erigido en Porto Empedocle, su pueblo natal?
R.- Sí, me gusta mucho, porque no es el Montalbano televisivo interpretado por Luca Zingaretti, sino más parecido al Montalbano literario creado por mí, con pelo, bigote y una edad cercana, casi 60 años.
P.- ¿Le saluda cuando se cruza con él?
R.- No sólo yo, sino mucha gente. Es una estatua muy humana. Parece una persona que descansa un momento durante un paseo, apoyado en una farola. No está sobre un pedestal. Es del mismo escultor que hizo la de Sciascia en Racalmuto.
P.- Por cierto, hablando de Sciascia, acaba de publicar en Italia Il onerovole sicialano, en el que comenta sus intervenciones cuando participó en la comisión antimafia del Parlamento italiano. ¿Creía necesario reivindicar su figura?
R.- Sí, me parece justo hablar de una faceta de Sciascia menos conocida, su actividad propiamente política. Quería proponer de nuevo el estilo magistral de sus intervenciones parlamentarias, que deberían ser estudiadas hoy por todos lo diputados italianos porque la verdad carecen de toda noción de la escritura y el estilo. La verdad es que me gustaría distribuir este libro gratuitamente entre todos ellos.
P.- ¿Cree, como él, que Sicilia es el mundo?
R.- Bueno, todo el mundo no, pero sí una parte muy importante (risas).
P.- Reconoce que es un escritor sin fantasía, que es la realidad la que le inspira, pero ¿dónde busca o encuentra dentro de esta realidad sus historias?
R.- Todo lo que respecta a la serie de Montalbano está tomado de la crónica de sucesos de los periódicos, aunque yo lo cambio de un modo tal que luego es difícil identificar de qué hechos reales está tomada la historia.
P.- Cuando no le viene la inspiración, se escribe cartas a sí mismo. ¿Qué cosas se cuenta en estas cartas?
R.- No sólo me escribo cartas a mí mismo, también se las escribo a personas desconocidas o que me invento. Es que para mí la escritura debe ser un ejercicio cotidiano, como el que realiza el pianista, porque si no la mano se oxida, y eso es algo que no se puede permitir un escritor.
P.- Su escritura se funda en una reinvención del siciliano. ¿En qué consiste esta?
R.- Yo empleo una combinación del siciliano y el italiano. El primero me sirve más la descripción de emociones y sentimientos, mientras que el segundo lo empleo sobre todo para la descripción de objetos y conceptos.
P.- ¿Qué piensa del éxito de Liga Norte en las últimas elecciones regionales? ¿Es una verdadera amenaza para la unidad italiana?
R.- Sí, es una seria amenaza para la unidad italiana. El hecho de este triunfo se dé en la celebración del 150° de esta unidad me resulta especialmente triste y desagradable.
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