Octavio Escobar
CIELO PARCIALMENTE NUBLADO
Una novela sobre el país de la silla vacía
Por Juan Carlos Acevedo Ramos
La Patria, Manizales, 22 de mayo de 2013
Es viernes. En Juan Valdéz hay más movimiento. Octavio Escobar camina hacia la mesa con un jugo en la mano derecha y el paso tranquilo que lo caracteriza. Alza su mano vacía para saludar a un grupo de jóvenes que lo observa hace rato. Saluda y rompe el hielo preguntando: "¿la leyó?, ¿le gustó?"
Habla de su más reciente novela Cielo parcialmente nublado, que publicará esta semana Intermedio Editores. Es la séptima, después de Saide en 1995 hasta llegar en 2010 a Destinos intermedios que vio su publicación en España.
- Se reconocen tres puntos clave en la novela, uno como testimonio urbano, otro es la reformulación de la historia reciente del país y un tercero es el intimismo de los personajes. ¿Cómo funcionan estos tres puntos?
Realmente esas son las líneas fundamentales que estructuran la novela. La preocupación inicial fue la de las circunstancias políticas recientes del país. Este clima de angustia, de paranoia que se presentó antes de los diálogos de paz de 1999. A mí me interesaba retratarlo no en los protagonistas, que además son muy pocas personas, sino en los ciudadanos comunes y corrientes. Quienes sufrimos las consecuencias históricas pero que rara vez las determinamos. Al decidir hacerlo escogí personas que conocía muy bien y un espacio igual. Así que elegí una familia típica y un lugar cercano al que yo mismo habito en Manizales y comencé a imaginar cómo vivieron estas personas esa víspera de lo que ahora se denomina la silla vacía.
- Cómo se crean los personajes femeninos en sus novelas.
Tengo la tendencia a pensar que las mujeres son mucho más interesantes y más expresivas que los hombres. En cambio creo que los hombres actuamos y no lo hacemos oportunamente, a veces nos demoramos mucho en hacerlo, pero quienes realmente están expresando todo el tiempo las preocupaciones y los temores de la sociedad son las mujeres. En ese orden de ideas están en la novela esa madre, esa hermana hablando todo el tiempo de lo que ocurre en el país y giran un poco del personaje masculino que es el padre y se crea el motor de la trama: una supuesta locura del padre debida a la situación del país. Y eso los pone a hablar de los supuestos que hay alrededor de los diálogos de paz.
- Se lee entre líneas el carácter histórico de la novela, pero inesperadamente uno se encuentra con la trasescena de los personajes que había del otro lado de los diálogos de paz. ¿Cómo decide contar esa historia?
En eso no soy muy original. Desde mediados del siglo XX la novela histórica abandonó un poco ese cauce de narrar al héroe, de contar los grandes hechos, los discursos, las grandes batallas para contar lo que les ocurre a las personas comunes y corrientes. Esto también ha ocurrido con los relatos de la historia por fuera de la ficción. Cuando me estaba formulando la novela desde el principio entendí que por lo menos para mí -como narrador- era más importante lo que los grandes sucesos generan en la mayoría de la gente, no lo que generan en los políticos o los altos mandos militares, porque creo que los medios de comunicación por una serie de circunstancias inherentes a la labor que realizan habitualmente están pendientes de lo que dicen las personas que tienen capacidad de representación y muy pocas veces prestan atención a lo que dicen y piensan los representados que somos la mayoría.
- ¿Qué quiere contar en la novela?
Me interesaba que se oyera la voz de los representados. La persona que normalmente no puede decir lo que siente, su opinión, su incomodidad, sus miedos alrededor de una circunstancia histórica lo pudiera hacer. Me pareció que ese período previo a los diálogos de paz era muy significativo en la historia colombiana y reflejaba lo que éramos, como veíamos el país y cómo podía evolucionar.
Un lector atento
- ¿Buscaba para su novela un lector específico?
Siempre busco un lector atento, que busque pasarla bien con la lectura, divertirse con ella sin que eso signifique que tenga que dejar de pensar. Aspiro que ese tipo de lector sean muchísimas personas, pero no me formé cierto tipo. Todo lo contrario, la novela tiene una trama aparentemente muy sencilla, fluye con cierta facilidad precisamente porque me interesa que la pueda leer cualquier persona. En otras experiencias narrativas desde la novela utilicé recursos que son un poco más complicados, que exigen un lector con una experiencia literaria previa. En Cielo parcialmente nublado me interesaba que la narración se desarrollara muy tranquilamente para que cualquier lector pueda comprenderla.
- ¿Podríamos llamar generacional a esta novela?
Una novela que tiene unos parámetros tan claros se convierte de cierta forma en una novela generacional. No solo en el sentido de las edades de las personas que participan de la trama, sino también con relación a los hechos que marcan hitos dentro de la historia. La llegada de los celulares, por ejemplo, está marcada en la novela cómo a unas personas les encantaban, mientras a otras nos irritaban hasta que ahora son objetos cotidianos.
- La realidad nacional es un tema novelable
Creo que sí, más en un país como Colombia que vive una avalancha de hechos que uno se demora en descubrir cuáles son tan relevantes que pueden llegar a convertirse en literatura y cuáles van a ser interesantes para el lector. Si uno compara un noticiero en Colombia con cualquier otro en el mundo ve que mientras aquí una noticia puede durar dos minutos en otro pueden durar diez. La avalancha de información en el país es impresionante. Y en ese bosque de la información uno debe encontrar el “árbol” que sea el que se destaque.
- Nuestro país habla de una historia de desarraigo, de desplazamiento. En la novela esta es una opción para el protagonista.
Mmm… en la novela hay un desarraigo, un desplazamiento distinto al que se nos da a conocer. Es la circunstancia posterior al gobierno de Ernesto Samper; muchas personas pensaban que el país no era viable y comenzaron a emigrar. Hubo pequeños sucesos alrededor de ese hecho como viajar a Europa o los Estados Unidos, sucesos que llevaron a muchas personas a buscar opciones por si se daba el hecho de que debían abandonar de un momento a otro el país, eso llevo a hechos como vender su casa y luego alquilarla a quien se las compraba. Más que el desplazamiento forzado que se dio del campo a las ciudades en la novela se da ese otro que afectó a la clase media y alta y era verse afectados por un cambio de dirección del país.
- Su novela es una confirmación de que nada hay en el pasado tan valioso como para regresar y quedarse.
Me planteé desde el comienzo de la novela qué iba a ocurrir con el protagonista (Andrés), quien después de vivir más de una década en España regresa a Manizales y me pregunté que le iba a suceder y la salida habitualmente en los relatos literarios, cinematográficos y televisivos es que los personajes estén llenos de nostalgias y expresen continuamente que se quieren quedar. Investigué un poco el fenómeno y me enteré que si bien son personajes llamativos no son los más comunes, que más bien se ha creado una especie de farsa. Pregunté a personas que viven fuera de Colombia y muchas de ellas en privado me confesaron que les das nostalgia cuando están aquí, pero que en ningún momento cambiarían las circunstancias en las que están. Llegué a la conclusión de que si bien hay personas que extrañan mucho su Colombia original, hay un alto porcentaje de colombianos que no les pasa por la cabeza la idea de volver y desde ahí construí el personaje.
Realidad y ficción
- El tema político con proceso 8000, zonas de despeje, mesas de diálogos, intentos por acabar el paramilitarismo, secuestros masivos y selectos de las Farc están tocados sutilmente. ¿Por qué no abordarlos más?
Por varias razones. La primera, la novela se desarrolla en Manizales que es un sitio al que la mayor parte de las acciones de la guerrilla y los paramilitares no ha afectado tanto. Iba a resultar muy artificioso que mis personajes tuvieran un secuestrado en la familia, aunque en un momento se habla de cuántos secuestrados había en Caldas en ese momento y eran cinco. Lo que aparece en la novela es que tanto la gente habla de eso y no los hechos puntuales. A mí me interesa ser muy fiel a mis personajes y contar a través de ello ese estado del ciudadano común que no participa de las decisiones políticas o los grandes desastres nacionales. No quería desnaturalizar la ciudad que estaba narrando que es Manizales. Que es muy importante en la novela al reflejar un poco lo que es la ciudad con sus virtudes y defectos, si podemos hablar de ello y no decir simplemente de sus características.
- ¿Cómo fue la investigación, ya que hay presentes hechos políticos, deportivos, culturales, tecnológicos, industriales y hasta de la ingeniería civil?
En realidad no la hubo. Fue muy curioso. Cuando se empezó a hablar de los diálogos de paz y faltaban quince días para el episodio de la silla vacía, le dije a Orlando Sierra que me regalara los periódicos La Patria de esas semanas con una intuición de que ese período en algún momento me iba a interesar. Guardé el paquete durante diez años y al pasar el tiempo y saber que ya había cierta comprensión desde el punto de vista narrativo, saqué el paquete y me di cuenta que había cierta cantidad de material útil para la escritura de la novela.
- ¿Cielo parcialmente nublado es una metáfora de la vida?
El título tiene varias connotaciones, uno con la situación atmosférica normal en Manizales, otro con respecto a lo que es el país y por supuesto también tiene que ver con la familia que protagoniza la novela y, por supuesto, con la vida de Andrés, el personaje central. El título me lo sugiere en la primera lectura del primer borrador el escritor colombiano Jaime Echeverri y me gustó.
ESCOBAR Giraldo, Octavio. Cielo parcialmente nublado. Intermedio Editores. Bogotá 2013. Páginas 202.
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