domingo, 5 de mayo de 2013

Jeffrey Eugenides / Envidio a Jane Austen



Jeffrey Eugenides
ENVIDIO A  JANE AUSTEN
 
El autor de «Las vírgenes suicidas» y «Middlesex» (Pulitzer 2003) cree que su última novela no es la historia de un triángulo amoroso. Para Jeffrey Eugenides, que recibió a ABC en su casa de Princeton, «La trama nupcial» (Anagrama) se refiere al más antiguo y anticuado argumento en la novela inglesa: «La historia de una joven que tiene una serie de pretendientes y tiene que elegir el marido correcto. Mi libro no es una recreación de ese argumento, sino que es una novela sobre una joven que ha leído muchos de esos libros y como resultado ha desarrollado ciertas ilusiones románticas sobre su vida».
-¿Sirve su protagonista, Madeleine, como catalizador del arquetipo de la novela romántica?
-El libro comenzó para mí con la ironía central de una joven que cursa una asignatura de Teoría de la Literatura y lee «El discurso de los enamorados» de Roland Barthes. Madeleine intenta ser muy intelectual sobre las relaciones e inocularse contra la enfermedad del amor. Pero al mismo tiempo se enamora de Leonard, quien asiste a la misma clase. Mi intención era reflejar la ironía de esa situación: que por más que intentemos ser inteligentes y analíticos sobre el amor, siempre acabamos cayendo presos de nuestras pasiones. Creo en Madeleine como una persona real, un personaje real; así que mi intención fue siempre ser sincero y genuino sobre lo que le sucedía. Lo que dinamita por completo el arquetipo de la trama nupcial es que la historia está narrada desde tres puntos de vista y que Madeleine es tan pretendiente de Leonard, como Leonard lo es de ella, porque estamos en 1980 y no en 1780. La vida de Madeleine no va a estar determinada por la persona con la que se case del mismo modo que sucedería con la heroína de una novela del siglo XVIII o XIX.
-¿Qué autor o autores le inspiran más a la hora de trabajar?
-Admiro a muchos de los escritores y novelas que menciono en el libro, como «Ana Karenina» de Tolstoi, Henry James... Es inútil no reconocer que admiro a todos los autores que engrosan el paseo de la fama de la literatura. No tengo muchos desacuerdos con los clásicos. Sin embargo, hay algunos autores que gozan actualmente de gran popularidad, como Bolaño, a los que no tengo tanta admiración. No me entusiasma tampoco Thomas Mann, pero eso no significa que aquellos a los que les gusta no puedan sacar algo maravilloso de su lectura.
-Usted nació en Detroit, ciudad que en las últimas décadas ha sufrido inmensamente. ¿Cómo le afecta el estado actual de su ciudad?
-Detroit lleva sufriendo desde los años 60. Ha sido así la mayor parte de mi vida. La mayoría de mis libros hablaron de ello mucho antes de que se convirtiera en un asunto de interés internacional. «Las vírgenes suicidas» trata en gran parte sobre los suburbios de una ciudad moribunda. En los últimos meses se le ha dado mucha publicidad a que algunos artistas han comenzado a mudarse allí, que se han abierto varias granjas. Noto un cierto espíritu de optimismo para el futuro. Aunque no querría echar un jarro de agua fría sobre ese positivismo, si miro a la situación de la ciudad con claridad y sin emocionalismo, los problemas que confronta son vastos y casi irresolubles. Que esté en bancarrota y el Estado tenga que hacerse cargo de ella es una mala señal. Creo que las cosas no pueden empeorar, lo que deja lugar a que mejoren; pero no va a ser un trabajo rápido ni sencillo. Lo que es seguro es que la ciudad nunca volverá a ser lo que fue: la cuarta ciudad más grande de EE.UU., un motor increíble de industria y cultura. No creo que jamás recupere su gloria pasada.
-¿La teoría de la trama nupcial perdura en las novelas de nuestra era?
-No lo creo. De alguna manera este libro nace de mi lamento de que ese tipo de novelas ya no se puedan escribir. Envidio a Jane Austen por haber podido escribir novelas que se basaban en ese mundo tan ordenado en el que las reglas religiosas y sociales eran estrictas y conocidas por todos. Lo que aprendí escribiendo «La trama nupcial» fue que esas novelas siguen afectando a nuestros cerebros, a nuestro entendimiento y esperanzas sobre el amor. Todo el mundo busca su alma gemela y sueña con una pareja que les complete. Nos tenemos que preguntar de dónde vienen esas ideas, porque muchas proceden de leer esas novelas.
-Un profesor de Madeleine declara que la novela alcanzó su apogeo con la trama nupcial y que el divorcio y la igualdad sexual fueron pésimos para la novela. ¿Está de acuerdo?
-Incluí ese argumento en la voz de un profesor mayor porque es una forma de ver la novela. Si yo pensase eso, no sería novelista porque creería que la novela está agotada. Pero en cierto sentido puedo pensar que las novelas del siglo XIX nunca serán superadas, que la trama nupcial era un gran tema.
-¿Qué tipo de lector tiene en mente cuando escribe?
-No visualizo a un tipo de lector específico. Quizá trato de escribir pensando en el que podría ser mi amigo más inteligente porque espero que quien me lea sea instruido, que tenga buen sentido del humor y que esté en mi misma frecuencia para que pueda entender lo que trato de hacer.
-Entre sus libros ha transcurrido un gran lapso de tiempo. ¿Cómo ha evolucionado su forma de escribir?
-Es extraño porque eres consciente de que estás ganando control y entendimiento sobre lo que escribes, pero al mismo tiempo la sensación de que no sabes por completo lo que haces y de que estás trabajando en la oscuridad es constante. Antes solía escribir más por instinto, más intuitivamente. Ahora soy más consciente de cómo van a salir las cosas y puedo controlarlas o comprenderlas mejor.
-¿En qué proyectos está trabajando actualmente?
-Estoy coadaptando «La trama nupcial» a un guión de cine y escribiendo una colección de historias breves. Cuando esos dos proyectos estén completados, planeo escribir otra novela.


Jeffrey Eugenides: 

"Trato de escribir sobre una mujer, no sobre todas"

Hizo esperar a sus lectores una década tras Middlesex, la saga sobre un hermafrodita que le valió el premio Pulitzer. Ahora viaja a los 80 con una intensa y dolorosa tesis sobre el amor.

Eugenides

Foto: Tejederas

Middlesex figuró en todas las listas de «los mejores libros de la década» pasada. Ahora se publica por fin La trama nupcial (Anagrama), en la que el escritor estadounidense de origen griego vuelve a sus años universitarios con un triángulo amoroso que transcurre en un campus de los años 80. El libro está a punto de llevarse al cine, como su primera novela, Las vírgenes suicidas.
Se ha tomado su tiempo.  Pasé años escribiendo otra novela y aquello no funcionaba, pero descubrí que tres de los personajes eran salvables: Leonard, Madeleine y Mitchell. Los saqué de ahí y les hice su propio libro. Al principio fue un proceso horrible; pero viví como una salvación que de esas ruinas emergiera otra historia.
El escritor Ian McEwan destacó que uno de los mejores aspectos de La trama nupcial es la sutil descripción que hace usted del sistema de clases americano. Muchos estadounidenses todavía actúan como si allí no existiesen las diferencias de clase.
En la mayoría de países hay estratos sociales: también en Estados Unidos. En mi vida he pasado por varios de esos estratos. Mis padres son de Detroit y crecieron con muy poco dinero. La familia de mi madre, de hecho, era extremadamente pobre. Pero mi padre trabajó muy duro y escalamos socialmente.
Entonces usted entró en una escuela muy elitista. Siendo griego, ¿se sentía diferente a aquellos niños WASP [blancos, anglosajones y protestantes]? Era una combinación de vergüenza y orgullo. A la mayoría de los niños outsiders como yo les iba muy bien académicamente. Nos sentíamos superiores respecto a los niños ricos, pero también inferiores en cuanto a la clase social. Ellos eran más sofisticados, sabían cómo actuar, cómo vestirse…
Su protagonista, Madeleine, es como uno de esos niños…
Crecí rodeado de chicas así, imbuido de ese ideal de la chica WASP.
Ella es guapa y brillante. Una de esas mujeres que tienen todas las opciones del mundo y, sin embargo, toman decisiones catastróficas.
¡Todos el mundo comete errores en el amor!
¿Por qué quiso situar la novela en los 80? 
Porque es cuando la teoría francesa y el deconstructivismo, que estudia Madeleine, llegaron a Estados Unidos, y también porque es cuando yo fui a la universidad. Pero no me lo planteé como si escribiese una novela histórica o algo así. Solo cambian las formas de comunicación. Los personajes se llaman y se escriben cartas en lugar de enviarse correos electrónicos, pero todo podría suceder ahora.
Cuando se publicó su libro en Estados Unidos se insistió mucho en que el personaje de Leonard, que sufre una enfermedad mental, estaba basado en un joven David Foster Wallace. Aunque usted lo negó, el rumor persiste.
Yo no tenía en mente a David Foster Wallace cuando lo escribí. No entiendo por qué a la gente le resulta más excitante pensar que un libro es autobiográfico o que está basado en personas reales. Foster Wallace acababa de morir cuando salió el libro y su figura estaba muy presente. Quizá si hubiera estado vivo, no se habría hablado tanto sobre ello.
¡Y todo por la bandana! Tanto Wallace como su personaje llevan ese pañuelo en el pelo. 
Bueno, la primera vez que vi a Jonathan Franzen también llevaba bandana, igual Leonard es él. Y yo también me la pongo a veces en el gimnasio. Quizá soy yo…
Por cierto, en Times Square colgaron un inmenso retrato suyo para publicitar esta novela. ¿Cómo fue verse en dimensiones gigantes entre los luminosos?
Resultó un poco embarazoso, pero a la vez absurdo y divertido. Compartía espacio con El Rey León, y parece ser que funcionó. Todo el mundo supo que el libro se había publicado.
Aquel cartel también generó un curioso debate. Algunas novelistas se quejaron de que las mujeres no reciben tanto apoyo mediático.
No le presté ninguna atención. Intento escribir el libro, ir al tour promocional, hablar con gente que lo ha leído y mantener el resto de cuestiones fuera de mi mente.
¿Pero cree que el mundo literario es particularmente sexista? 
No voy a entrar en ese debate. Otra gente lo ha intentado antes.
La trama nupcial se va a llevar al cine. ¿Cómo va ese proceso?
Estoy escribiendo el guion con Greg Mottola [el director de Adventureland ySupersalidos]. Es la primera vez que me adapto a mí mismo y es difícil, porque requiere aprender muy rápido algo que no sabía hacer; pero esperemos que salga bien.
Su anterior experiencia con el cine fue con Las vírgenes suicidas
Fue sorprendente. Sofia [Coppola] es una directora muy talentosa. Me gustan todas sus películas.
¿Cuál es su relación con ese libro? Lo escribió cuando era mucho más joven y se puede decir que lo hizo famoso.
Los primeros libros son como tu primer hijo. Sientes un gran afecto por él y tu relación siempre es un poquito distinta. Le tengo mucha afecto.
Cuando usted no era mucho mayor que los personajes de su novela se fue a San Francisco y pasó varios años intentando escribir, pero sin llegar a publicar. ¿Se visualizaba como un escritor de éxito? 
Ser escritor era lo único en lo que pensaba. Tenía sueños, pero no me preocupaba publicar. Todavía era bastante joven.
Entonces, ¿no se imaginaba ganando el Pulitzer? Eso altera para siempre la percepción que se tiene de un autor. Uno se convierte en «el ganador del Pulitzer, Jeffrey Eugenides». 
Para un estadounidense es el mejor premio que se puede ganar. Y creo que el libro lo necesitaba porque mucha gente puede pensar: «No quiero leer sobre una persona intersexo». Y un reconocimiento así le dice a la gente que no pasa nada por leer esta historia y que quizá les interesa hacerlo. Que no es peligroso ni raro.
¿Cómo llegó a esta fascinación por los intersexo, los hermafroditas?
A través de la literatura. De la mitología griega, para empezar. Siempre me pareció algo tan extraño e intrigante… Como novelista, intentas no estar constreñido por cosas como el género, así que tener un personaje que ha estado en ambos lados, que sabe lo que es ser mujer y hombre, es casi perfecto para un novelista. Además, crecí en los 70 y entonces había mucha discusión sobre si el sexo es algo solo biológico o está culturalmente determinado. Solo hay que pensar en la androginia y en el glam rock de aquella época.
No tiene dificultad adoptando la voz de mujeres cuando escribe.
Bueno, es un reto meterse en la cabeza de cualquier personaje y no es fácil para un hombre escribir desde el punto de vista de una chica. No lo hago sin preocuparme, pero lo importante es recordar que escribes sobre una mujer, no sobre todas. Y tratar de no generalizar nunca.
¿En qué trabaja ahora? 
Escribo historias cortas. Mi próximo libro será de relatos, algunos nuevos y otros que se han ido publicando.
Así que no tendremos que esperar 10 años hasta su próxima publicación.
Bueno, ¡la verdad es que conmigo nunca se sabe!


la trama nupcial

La trama nupcial 

de Jeffrey Eugenides

Por Carmen López Álvarez


la trama nupcial
Jeffrey Eugenides lo tenía difícil con su nuevo libro: después de publicar un novelón como Middlesex,que le otorgó el Pulitzer y el aplauso generalizado de lectores y críticos internacionales, las expectativas eran más que altas, gigantes. Quizás por eso ha tardado diez años en sacar a la luz La trama nupcial, último título firmado con su nombre que ahora se exhibe flamante en los escaparates de las librerías de todo el mundo y que incluso se ha ganado un hueco entre los luminosos de Times Square en Nueva York.

Si ha cubierto las expectativas de sus seguidores es un tema complicado y siempre recurrente en este tipo de obras que llegan después del éxito masivo que minutos después de cantar las alabanzas al autor está levantando dudas sobre su capacidad para superarse. En La trama nupcialEugenides se centra en el triángulo sentimental creado por sus tres protagonistas y en el paso de la primera juventud a la edad adulta con las desilusiones, problemas y frustraciones que ello conlleva. La novela se sitúa históricamente en Estados Unidos a principios de los años 80, con los protagonistas viviendo en un mismo ambiente aunque procedentes de sitios y situaciones muy diferentes. De hecho, a través de unos de los personajes vuelve a visitar sus orígenes griegos como ya hizo en Middlesex, aunque en esa ocasión lo hiciese de manera mucho más extensa.
El tema principal son las relaciones personales (en concreto, las establecidas entre los tres protagonistas) pero la literatura, la enfermedad, la religión o la diferencia entre clases son parte del hilo conductor de la historia y, de hecho, son los que la dotan de fuerza y hacen que el lector se involucre con las vivencias y pensamientos de los personajes. No es difícil sentirse quizá no identificado pero sí reconocido en la pasión por la literatura, el amor que parece incondicional en los albores de la juventud, en las dudas sobre las propias creencias o en el viaje como algo más que el mero desplazamiento geográfico que se van sucediendo a lo largo de la novela.
La trama nupcial será uno de los libros del año y, por una vez, no sólo gracias a una monstruosa y en cierta manera perversa campaña de marketing. Jeffrey Eugenides ha tardado una década pero si el resultado va a estar a este nivel, que vuelva a pasar otra mientras escribe su próximo trabajo: merece la pena esperar.
Según parece, Jeffrey Eugenides está trabajando en la adaptación de su última novela al cine. Esperemos que resulte tan bien como en “Las vírgenes suicidas”.




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