La pornografía según Edward Gorey
Por: Virginia Collera | 30 de octubre de 2012
“Los plazos son tan fastidiosos”, explicaba Edward Goerey al periodista Paul Gardner de New York Magazine en una entrevista publicada en 1977. “Dibujé El curioso sofá en un fin de semana. Era una sátira deHistoria de O. Hubo un impresor que se negó a imprimirlo. Incluso hoy sigo oyendo que hay gente de bien que sigue escandalizada. Pero los detalles de la fiesta en casa de Lady Celia se desarrollan en la mente del lector”.
En Historia de O no. Estaba todo negro sobre blanco. El clásico erótico de Pauline Réage narra la iniciación de una joven al sadomasoquismo y a quienes lo hayan leído la trama de El curioso sofá les resultará familiar.
Historia de O empieza así:
Un día, su amante lleva a O a dar un paseo por un lugar al que nunca van, el parque Montsouris y el parque Monceau. Junto a un ángulo del parque, en la esquina de una calle en la que no hay estación de taxis, después de pasear por el parque y de haberse sentado al borde del césped, ven un coche con contador, parecido a un taxi.
―Sube― le dice él.
Ella sube al taxi. Está anocheciendo y es otoño. Ella viste como siempre: zapatos de tacón alto, traje de chaqueta con falda plisada, blusa de seda y sombrero. Pero lleva guantes largos que le cubren las bocamangas y, en su bolso de piel, sus documentos, la polvera y la barra de labios. El taxi arranca suavemente sin que el hombre haya dicho una sola palabra al conductor. Pero baja las cortinillas a derecha e izquierda y también detrás; ella se quita los guantes, pensando que él va a abrazarla o que quiere que le acaricie.
La adaptación de Gorey en El curioso sofá, que acaba de editar en español Libros del Zorro Rojo, es la siguiente:
Herber la invitó a dar un paseo en un taxi, en cuyo interior hicieron algo que Alice no había hecho nunca...
Edward Gorey (1925-2000) era un señor excéntrico que se resguardaba del frío con un abrigo de piel que conjuntaba con zapatillas de deportes, no se perdía un espectáculo del ballet de Nueva York, vivía rodeado de gatos y siempre jugaba con las apariencias. "Tengo la estúpida teoría de que una obra creativa sólo es interesante si pretende tratar de una cosa pero, en realidad, trata sobre otra".
El curioso sofá es un buen ejemplo. Gorey lo publicó bajo el pseudónimo Ogdred Weary, pero no fue por temor a las represalias de su travesura, sino para emular a Anne Desclos, nombre real de Pauline Reáge. En el libro, Gorey sólo insinuaba -ni rastro de desnudez o sexo explícito-, pero corría 1961 y él mismo lo había calificado de “obra pornográfica”, suficiente para que la sociedad de la época se escandalizase. Ironías de la vida: al final su burla de la literatura erótica acabó compartiendo estantería con todos esos libros perniciosos que los bibliotecarios guardaron bajo llave durante años..
Reseña «El Curioso Sofá», de Ogdred Weary (Edward Gorey)
Edición: 64 págs. Libros del Zorro Rojo, octubre 2012.
Precio: 9,95 €.
Disponible en ebook: No.
Traducción: Marcial Souto.
Temática: Sátira pornográfica, humor.
Correlación: Independiente.
Publicado bajo el seudónimo de Ogdred Weary –en alusión a Anne Desclos, escritora francesa que a su vez escribía bajo el nombre de Dominique Aury, famosa por su obra erótica Historia de O–, se publica en Libros del Zorro Rojo esta cuanto menos curiosa novela corta ilustrada, escrita a principios de los años sesenta, de Edward Gorey. Todo un artista que ha servido de inspiración para cineastas como Tim Burton, pues debido a sus ilustraciones el autor de Amphigorey ha influido bastante en la cultura moderna de lo medianamente grotesco. El Curioso Sofá es una parodia de la novela erótica, uno de esos pequeños libros que se lee en cinco minutos pero que deja un regusto divertido, esa fue en un principio la atención de su autor, aunque en la época en que se hizo patente su publicación no dejó de correr el escándalo al definir su autor la obra como "obra pornografía". Y es que no hay mejor forma de levantar el escándalo que la propia sociedad a la que va dirigida la obra, aunque ésta fuese desterrada del panorama librero.
Bajo esta premisa, El Curioso Sofá no esconde más que una breve sátira a los convencionalismos y tópicos de la novela erótica o pornográfica. En ella no vamos a encontrar ni desnudos ni sexo explícito, sino que todo queda en la imaginación del lector, quien pondrá escena a todas las insinuaciones que el propio autor deja para el libre albedrío. Se trata sin duda de una pequeña pieza de colección que Libros del Zorro Rojo ha editado de forma exquisita. Su pequeño tamaño, manejable, junto a su insinuante portada, es de esos libros que una vez finalizada su escueta lectura pase a la sección de nuestra biblioteca donde guardamos las pequeñas joyas editoriales. La editorial se caracteriza por publicar libros de diferentes medidas y proporciones, tanto en sus colecciones adultas e infantiles, de claro propósito coleccionista pues todos ellos son libros profusamente ilustrados.
Como reza una de las páginas de la obra: «El sofá estaba en una habitación sin ventanas, forrada con pieles de oso polar y por lo demás vacía. Tapizado en terciopelo rojo, el sofá tenía nueve patas y siete brazos.» ¿Qué misterio ocultará dicho artilugio? Me temo que queda a elección del lector poner imagen a tamaña sugerencia. Poblada de caballeros bien dotados, doncellas deliciosamente simpáticas, perros inmorales, adminículos sorprendentes, juegos excitantes, fiestas libertinas y un inquietante sofá, esta obra maestra de la imaginación erótica confirma que el principal órgano sexual humano es el cerebro.
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