jueves, 23 de noviembre de 2023

Bianca Jagger / “Me entristece ver que a estas alturas los avances están siendo amenazados”




Bianca lleva blusa transparente de tul negro con estampado floral de Dior.TOM MUNRO



ENTREVISTA

Bianca Jagger: “Me entristece ver que a estas alturas los avances están siendo amenazados”

Trabajadora incansable, presidenta de la fundación en defensa de los derechos humanos que lleva su nombre, azote del régimen Ortega-Murillo, esta nicaragüense nómada es, además y al mismo tiempo, un icono de estilo, como muestra su íntima relación con la casa Dior


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Sofía Ruiz de Velasco
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Bianca Jagger es una mujer precisa. Busca siempre la palabra correcta en español. No quiere utilizar anglicismos, a pesar de que vive entre Londres y Nueva York desde los primeros setenta. Con su acento nicaragüense y su voz ronquísima no cede ni al spanglish que ya utiliza todo el mundo. Me pregunta en una llamada de WhatsApp de las muchas que compartiremos cómo se traduce checkpoint. Puesto de control, le digo.

Estas son el tipo de palabras que Bianca Pérez-Mora Macías, quien cuenta que nació en Managua hace 73 años, usa en su vida cotidiana. “Mi última visita a Nicaragua fue en 2018, cuando me uní a la mayor manifestación en la historia de Managua. Los francotiradores abrieron fuego de repente contra la gente, no solo para que nos dispersáramos, sino en un acto deliberado de matar, de continuar con la política de Ortega de tirar a matar. He estado bajo fuego cruzado más veces antes, en la guerra en la antigua Yugoslavia y en Centroamérica, pero el pánico que emanaba de los participantes de esa manifestación pacífica fue horrible. Mataron a 19 personas e hirieron a 185″, explica. La situación en Nicaragua, junto con la emergencia climática y el conflicto en Oriente Próximo no la dejan dormir. “Hubo un tiempo en el que tenía más esperanza”. Digamos que la preocupación se suma a la preocupación: en sus redes pide a Hamas la liberación de los rehenes y a Israel parar la muerte de civiles inocentes en Gaza, mientras protesta por el intento de la ministra de Interior de Reino Unido, Suella Braverman, de prohibir a las personas sin hogar dormir en tiendas de campaña, mientras continúa firme con su denuncia de los crímenes en Nicaragua. “Cualquiera que se oponga al régimen Ortega-Murillo o bien es asesinado o encarcelado o debe abandonar el país o es deportado arbitrariamente o privado de su ciudadanía”.

Chaqueta bar 30 Montaigne de lana y seda negra con corte de botonadura simple, cárdigan negro de punto de cachemir y seda, falda negra de organza y botín de tacón Naughtily-D de malla transparente y ante negro con bordado del motivo Dior Roses, todo de DIOR; collar de perlas de SUAREZ y guantes de GUANTE VARADÉ.TOM MUNRO

También es precisa en lo que quiere contar y lo que no. Su matrimonio con el líder de los Rolling Stones, Mick Jagger, y la vida de los años setenta por la que se hizo famosa es muy lejana ya y desde entonces no solo ha estado varias veces en fuego cruzado, en Honduras en los primeros ochenta, y en 1990 en Europa; también ha colaborado con Amnistía Internacional; ha testificado sobre el cambio climático ante el Congreso de EE UU; ha luchado por la abolición de la pena de muerte y por el cierre de Guantánamo; logró sacar por tierra de Bosnia en 1993 a dos niños que necesitaban tratamiento médico (uno de ellos vivió con ella un año hasta que sus padres pudieron reunirse con él); ha recibido varios premios por su labor humanitaria y otros tantos por su compromiso con la lucha contra el cambio climático. Aquella primera Bianca quedó atrás, aunque todo empezó entonces.

Lo ha contado muchísimas veces: en 1972, el día antes de Navidad estaba cenando en su casa de Londres cuando se enteró de que un terremoto había arrasado Managua. Viajó en busca de sus padres y lo que encontró fue tan desolador que convenció a los Rolling Stones para que hicieran un concierto benéfico en el que también participó Santana. Tuvo lugar en California en 1973 y recaudaron casi medio millón de dólares para las víctimas.

Bianca Jagger lleva chaqueta negra de esmoquin y blusa blanca de popelina de algodón, todo de DIOR.TOM MUNRO

Aquel concierto fue quizá su primera acción en su lucha por causas humanitarias, pero su conciencia política es muy anterior. Su madre, Dora Macías, fue su primer ejemplo. “De ella aprendí los conceptos de justicia, derechos humanos, libertad y democracia. Era muy consciente de que vivíamos en la dictadura de la dinastía Somoza, ella fue muy política. Apoyó la revolución sandinista, pero se desilusionó con la traición de sus líderes. En 1982 obtuvo asilo político en Estados Unidos y se llevó a mi familia allí”. El caso de Bianca es similar. “Cuando era adolescente me sentía impotente al ver las masacres de estudiantes perpetradas por la guardia nacional de Somoza. Desde muy joven quise protestar contra la brutalidad del Estado, convertirme en un instrumento de cambio”. Fue muy beligerante contra la intervención de Estados Unidos en favor de los contras de Nicaragua, pero la decepción con los líderes de la revolución fue temprana. Desde entonces hasta hoy su enfrentamiento con la dictadura de Ortega-Murillo se recrudece cada día y se concreta en peticiones muy determinadas, como la exigencia de puesta en libertad del obispo Rolando Álvarez Lagos: “Es un símbolo de la resistencia del pueblo de Nicaragua. Sus sermones denunciaban las violaciones sistemáticas de derechos humanos del régimen, las persecuciones religiosas y los abusos de poder. En agosto de 2022, fue secuestrado y puesto en arresto domiciliario en Managua. Lo sentenciaron a 26 años de prisión por traición a la patria y comprometer la seguridad nacional en un juicio espurio. Ha sido encarcelado en condiciones execrables en la infame cárcel La Modelo, donde violan las reglas de Mandela. Estoy muy preocupada por la vida del obispo. Pido al régimen que presente una prueba de vida y que permita el acceso a la Cruz Roja. Exijo su inmediata puesta en libertad”, escribe Bianca en un mail de 19 páginas que me envía con algunas reflexiones que añadir a nuestra entrevista.

Porque otro rasgo que la define es su compromiso con el trabajo. “Me levanto entre las cinco y las seis, miro mis mensajes, leo periódicos y escucho la BBC. Desayuno y comienzo mi trabajo para la fundación: escribo piezas de opinión, hablo con organizaciones ambientales y de derechos humanos. Después de comer, hago ejercicio. Continúo con mi trabajo de oficina y luego voy a exposiciones, conciertos, obras de teatro o al cine. Antes de dormir, trabajo de nuevo”. En 2005, creó la fundación Bianca Jagger, dedicada a defender los derechos humanos y poner fin a la violencia contra las mujeres y las niñas. Habla de la violación como arma de guerra, de la situación de las mujeres en Irán o Afganistán, pero también de los estragos del covid para los avances en igualdad y de la Agenda 2030, que está lejos de cumplirse. “Dicen que hay fatiga mediática en torno a los derechos de las mujeres por un aumento de la cobertura en prensa y su popularidad. Incluso afirman que hemos logrado la igualdad de género, al menos en el mundo desarrollado. Ojalá fuera cierto, pero no lo es”. Se interesa por la situación de las mujeres en España. Cuando en 2017 habló con Mar Moreno en S Moda, percibió que algunas de las reacciones que aquella certera entrevista suscitó fueron muy reactivas, muy machistas. Sabe que, desde entonces, España como el mundo entero ha vivido la cuarta ola del feminismo y que ha habido progresos legislativos y sociales, pero que estos se ven cuestionados, como se ha constatado en la última campaña electoral. “Me entristece ver que a estas alturas los avances están siendo amenazados”. Su labor ―como me recuerda citando una frase de Audre Lorde: “Escribo para las mujeres que no pueden hablar”― es tener el coraje de hablar por quienes no pueden. “Cuando era joven decidí que nunca iba a ser tratada como una ciudadana de segunda clase por mi género”. Su vehículo emancipador fue la educación. En 1969 se instaló en París con una beca para estudiar en el Instituto de Estudios Políticos, “una institución muy progresista. Abracé la cultura francesa, la lengua, sus valores. En Nicaragua la libertad y la igualdad eran sueños, en Francia descubrí el valor de esas palabras”. Por eso el que el régimen Ortega-Murillo haya cancelado el estatus legal de 28 universidades desde 2018, “de las que 14 han sido confiscadas, robadas”, explica, le toca de cerca.

Bianca Jagger es una mujer decidida. Desde que comenzamos a hablar de esta portada sabía quién quería que la fotografiara: Tom Munro. En Londres, durante la sesión de fotos, mira en la pantalla el resultado después de cada disparo. Si no queda satisfecha, indica exactamente qué quiere cambiar. Conoce a la perfección el juego y escoge quién la peina, quién la maquilla y quién la viste: en este caso, Dior. Su relación con la casa francesa viene de largo, y la admiración hacia Maria Grazia Chiuri, la actual diseñadora de la firma, ha renovado esa conexión. “En su primer desfile de Dior en 2017, las modelos lucían camisetas con el mensaje ‘Todos deberíamos ser feministas’, inspiradas por el ensayo de Chimamanda Ngozi Adichie. Esa camiseta es una pieza de museo. Me gustó ver en ese desfile a las modelos con zapatillas y zapatos planos en un momento en que la mayoría de los diseñadores imponían a las mujeres usar peligrosos zapatos de tacón alto. Maria Grazia, la primera diseñadora mujer de Dior, ha conseguido que el feminismo sea popular en la industria de la moda”, dice. Para ella, el estilo siempre fue un mensaje y un acto político. “Desde que era adolescente en Nicaragua sabía cómo quería vestir. Mi padre era un dandi, muy particular sobre sus trajes blancos de lino. Mi gusto por los trajes de hombre viene de él. Cuando era joven, las mujeres eran ciudadanas de segunda. Llevar un traje de hombre me hacía sentir de algún modo emancipada”.

Tocado de tul y terciopelo de CONCHITTA.TOM MUNRO

Bianca Jagger es una mujer rigurosa. No le gustan los cuentos ni las leyendas que campan respecto a ella. En 2015 zanjó de una vez por todas el mito de que había entrado a caballo a Studio 54 en una carta al director del Financial Times para precisar esa información publicada en el periódico. Ella entró andando, puntualizó. Cuando le pregunto por un artículo que he leído que cuenta un evento en el que todo el mundo iba vestido de Yves Saint Laurent menos ella, se ríe: “Era el matrimonio de Loulou de la Falaise, la musa de Yves, y no todo el mundo iba vestido de Yves. Yo era muy amiga suya, lo admiraba mucho. Llevé un vestido de Marc Bohan para Dior bellísimo y Yves lo decoró con helechos, lo adornó”. En aquella época conoció a algunos de los creadores más interesantes del siglo XX. La vistieron Yves Saint Laurent, Marc Bohan o Halston, pero también compartió su tiempo con la escena artística de Nueva York. Con Andy Warhol la unía una relación especial: su hija Jade recuerda en su Instagram a Warhol tomando té con ella y sus muñecos en el jardín de su casa de Montauk. El artista fotografió a Bianca en sus famosas polaroids en 1979 y trabajaron juntos en Interview, la revista de Warhol, de la que Bianca fue portada tres veces y en la que en 2017 entrevistó a Maria Grazia Chiuri, en una conversación en la que el arte tuvo un papel predominante. Me cuenta Bianca que ella ha logrado unir en su fundación sus dos pasiones, el arte y su labor humanitaria, con la iniciativa Arts for Human Rights (Arte por los derechos humanos). La última edición en 2014 contó con artistas de primerísimo nivel: Alex Katz, Anselm Kiefer, Bill Viola, Marina Abramovic, Tracey Emin y Yoko Ono, entre otros. La gala fue organizada con ayuda de Dior.

Le pregunto por esa falsa dicotomía que duda que una persona con contactos en la alta sociedad, un apellido y un pasado famoso e interés por la moda y el arte pueda desarrollar una labor social comprometida. “Hay una tendencia a querernos limitar a las mujeres. Si tú eres una intelectual o una defensora de los derechos humanos, supuestamente no puedes interesarte por estar bien vestida, por el estilo. No juzgamos de la misma manera a los hombres”. Esta idea misógina de limitarnos también la traslada al edadismo, aunque es consciente de que ya ocupan portadas y espacio en los medios mujeres más maduras: “Creo que hay una belleza en envejecer”, dice. La edad no le preocupa, trabajará hasta el día que muera. La última definición de Bianca me la da ella misma sin querer tratando de explicar cómo una mujer puede ser poliédrica, tener muchas capas. “Ser a woman of substance, ¿cómo traducirías eso?”.


Estilismo: Beatriz Moreno de la Cova

Maquillaje: Lisa Eldridge (Streeters). Peluquería: Davide Barbieri (A-Frame). Producción local: Thuy Tran (2b Management). Producción: Cristina Serrano. Técnico digital: Bruno Conrad. Asistentes de fotografía: Benedikt Frank y Kad Aliu. Asistente de estilismo: Diego Grimaldi. Asistente de maquillaje: Nilofar Mussa. Asistente de producción: Louis Guillemain (2b Management).


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