Luis Humberto Soriano con Alfa y Beto |
Luis Humberto Soriano
EL BIBLIOBURRO
La idea del Biblioburro tuvo sus comienzos en el Departamento del Magdalena, cuando el profesor Luis Humberto Soriano, observando como los niños de las veredas cercanas llegaban a la escuela sin hacer las tareas por falta de libros, decidió con la ayuda de un burro llevar durante los fines de semana los libros a las veredas. Las implicaciones fueron mucho mayores que las que esperaba el profesor Soriano.
La idea ha sido muy exitosa y fue llevada también a la Sierra Nevada de Santa Marta. En el valle de Nabusímake, donde se ha creado la biblioteca Atikinchukwua, en la que se han reunido cerca de 400 libros que con la ayuda del mulo Bunzuganu se van rotando en ocho escuelas, de treinta y dos que tiene el resguardo, con el trabajo voluntario de los padres de familia. Biblioburro en la Sierra comenzó a finales del 2006, y las escuelas que actualmente se benefician del proyecto son las de Piñumuke, Kurakatá, Atiurumuke, Makogeka, Zigkuta, Jeurwua, Gamuke y Busingekun. El objetivo es el de dotar a la biblioteca central de muchos libros apropiados para los niños, y sobre temas agrarios útiles para la comunidad, y más adelante, cuando se vea la necesidad, de otro u otros burros, para llegar a alimentar algún día a las treinta y dos escuelas del resguardo.
Los niños leyendo en la biblioteca central de Atikinchukwa.
Luis Humberto Soriano con Alfa y Beto |
BIBLIOBURRO PARA RATO
- El Heraldo,
Por Carlos Polo
“Esto no es limitante,
hay biblioburro para rato”
dice Luis Humberto Soriano
Luis Soriano, sonriente y entusiasta, luego de la cirugía.
El profe Luis Soriano (creador del biblioburro), nos recibió
en una pequeña sala de la Clínica General del Norte al medio día de ayer cuando
ya le habían dado de alta y esperaba el taxi que lo iba a trasladar a Santa
Marta de donde partiría luego para el corregimiento de la Gloria.
Pese a haber pasado por la sala de cirugía en la que se le
practicó una amputación a nivel del tercio medio de su pierna izquierda, una
experiencia que resultaría a todas luces traumática y depresiva para cualquier
cristiano del común, el célebre maestro nos atendió sonriente, jocoso y lleno
de una entereza y control dignos de admirar.
Soriano cumplió ayer 40 años, 12 de los cuales se los ha
dedicado en cuerpo y alma y a lomo de burro a obsequiar un tesoro invaluable
entre las veredas y los pueblitos más recónditos del Magdalena y en general en
la región Caribe.
Esta especie de Melquíades de la era postmoderna a bordo de
sus naves orejudas y de cuatro patas se ha encargado de esparcir el
conocimiento entre los pequeños Macondos que ha visitado desde hace más de una
década sobre el lomo de Alfa y Beto, sus compañeros de bitácora en esta gran
experiencia de la educación, que ha obtenido grandes reconocimientos y ha sido
replicada a nivel mundial.
La biblioteca itinerante que entrega herramientas para la
formación de los niños de poblaciones donde aún no llega el Internet y donde de
trinos de canarios, mochuelos sí que conocen y bastante, pero del trino digital
que tiene adictos a los internautas de la gran ciudad, más bien poco o nada, la
llegada de Soriano y sus libros siempre es recibida con entusiasmo por los
líderes de cada comunidad.
A pesar de su nueva condición, el profe no mostró asomo de
tristeza.“Es que el tratamiento era muy largo, tedioso, tocaba aguantar varias
operaciones, seguir aguantando el dolor y yo mismo decidí que mejor era un solo
dolor”, afirmó categórico y sin asomo de duda en su determinación. “Esto no va
a ser una limitante, hay biblioburro para rato, yo cuento con 4 patas demás,
ahora voy andar montado en un burro de cinco patas y para montarme al burro yo
salto es sobre la pierna derecha”, aseguró en un tono jocoso para luego agregar
que, “ahora en mi casa ya me están esperando un par de muletas, en 30 días voy
a estar andando entre los caminos otra vez, eso no lo dude”, enfatizó.
Por ahora esos 260 niños que se benefician mensualmente con
esta jornada escolar complementaria que ofrece Soriano y las 30 localidades que
este visita anualmente no tienen nada que temer ya que Soriano explicó que
tiene grandes planes con su fundación. “La idea es meterle a esto tecnología de
punta, llevarle a los niños allá en el monte computadores, cámaras digitales,
videobeam, cámaras de video, que ellos se familiaricen y aprendan un manejo
elemental de las nuevas tecnologías”, acotó.
Soriano tiene pensado abrir una causa internacional para
poder obtener los recursos para comprar estos elementos. La idea es que lleguen
aportes de la empresa privada para que esta labor quijotesca encuentre mucho
más eco y logre replicarse en todo el territorio Nacional. Esas son las
aspiraciones de Soriano cuando piensa en el futuro inmediato.
Por su parte su hermana Zoila Soriano, aseguró que, “para
bienestar de Luis tenía que ser así, pero él está bien, pues es un hombre
fuerte y positivo”, apuntó. En este momento y durante los días de su
convalecencia, a Soriano lo está reemplazando uno de sus exalumnos llamado
Óscar España, un padre de familia responsable, tal como el profe lo señala. “
Por ahora todo está en buenas manos, yo creo que en menos de 30 días ya estoy
de nuevo sobre mis burros”, puntualizó.
Para el admirado catedrático costeño, esta prueba es solo un
escalón más para su crecimiento personal y la depresión no tiene cabida en su
vida. “La depresión hace rato que la mandé a quebrar, eso no existe, con la
amputación me evité la posibilidad de otras enfermedades peligrosas”, aseguró
este colombiano ejemplar que tiene como lema, “donde se acaba el pavimento, ahí
comienza el biblioburro”.
NADA PARARÁ LOS BILIOBURROS
Si para muchos perder una pierna es un drama, Luis lo asumió tranquilo. Su labor es reconocida en el mundo. FOTO HENRY AGUDELO |
"Nada parará mis Biblioburros",
dice Luis
Una caída de su burra Alfa le ocasionó la pérdida de una pierna, pero él seguirá alfabetizando.
Por GUSTAVO OSPINA ZAPATA | Publicado el 19 de agosto de 2012
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Puestecita ahí, una
pierna artificial. A un lado, en una silla, Luis Soriano, el
creador del Biblioburro. Un suspiro. Unos minutos. Y ¡suaz!, la pierna puesta
en Soriano, que en unos segundos ya no se ve así, digámoslo sin eufemismos,
mocho. Ahora es Soriano entero y la vida que sigue para él muy normal, como si
nada.
-Tranquilo señor, que
eso pasa con todos los que vienen acá, son como bebés aprendiendo, pero al rato
ya caminan normal-, le dice la joven terapeuta que le puso la pierna mientras
lo guía en sus primeros pasos.
-Pero tengo miedo,
tengo calor, yo quiero un tinto pa’que se me pase esta vaina-, dice Luis con
sus manos apoyadas de las barras de metal mientras avanza inseguro en su primer
entrenamiento.
Pero es que esa vaina
de la que se queja Soriano no es cualquier cosa. A este costeño de acento tan
costeño y de entusiasmo tan costeño, le acaban de poner una prótesis que le va
a reemplazar su pierna izquierda, la cual le amputaron hace dos meses, y tamaño
acontecimiento no es fácil para nadie, así sea fuerte.
Así sea Luis
Soriano, el mismo hombre valiente e ingenioso que hace 15 años se inventó
el Biblioburro, una biblioteca ambulante que empezó a recorrer las veredas
lejanas de la Sierra Nevada y del Magdalena con la misión de poner a leer a los
niños y adultos analfabetas de la Costa.
Esa vaina jode, por
más que Luis haya desafiado montes y trochas a lomo de burro y por más que haya
visto de frente a paramilitares armados que en ocasiones le impidieron seguir,
“porque ellos se sentían amenazados con la mente, ilustrar a un campesino es
armarlo también, el desconocimiento es una parte vulnerable, pero cuando
conoces las leyes estás armando una persona a través de la intelectualidad”,
dice Soriano.
Pero no niega que, de
algún modo, los grupos armados lo frenaron, solo que él y sus Biblioburros
vencieron la opresión y un día regresaron a los montes.
Lo mismo pasará ahora,
cuando ya no tiene su pierna de hueso y carne sino una prótesis de polietileno de
alta densidad con pie de jaipur, lo más similar al pie humano, explica John
Jairo Tobón, directivo de Mahavir Kmina, la fundación paisa que se la donó
y se la puso.
Luis ve esto con toda
naturalidad y parece dolerle más a uno. Sí, porque es vicio compadecer a los
que tienen alguna discapacidad, pero ellos suelen dar lecciones de
grandeza.
Así pasa con Soriano.
Será por su fortaleza mental, porque la mente es capaz de lo más grande. O de
lo más pequeño. La suya es elevada y afirma que los designios de Dios hay que
tomarlos con resignación, porque “esto no me va a vencer, no estoy para que me
venza una amputación”.
Alfa no tuvo la culpa
Cuando le pregunto por
su tragedia, así con esa palabra, sus respuestas me hacen dar vergüenza de mí
mismo. En el mismo instante en el que él se prueba la pierna artificial, Mariana
Pajón vence a siete rivales y se gana una medalla de oro en los
olímpicos de Londres. Y al rato,Carlos Oquendo gana la de bronce.
Pero Luis está ahí, como un niño, aprendiendo a caminar. Un lugar donde los
burros no valen nada y su historia, su mágica historia y su grandeza, de nada
le sirven ante la cruda realidad: le falta una pierna y debe aprender a caminar
con prótesis.
Pero Luis no arma
drama y aunque se queja de la incomodidad inicial, se ve dispuesto a seguir,
seguro de que nada frenará sus Biblioburros, esos que les llevan educación a
los niños pobres de esta Colombia de abandonos y olvidos.
Aclara que su burra
Alfa no le pegó una patada, como habían dicho. Dice que se cayó del animal en
febrero de 2009, que recibió la mejor atención médica, pero que una bacteria se
incubó en el hueso, lo infectó, y tres años después se le creció tanto que
obligó al doctor a recomendar la amputación.
El corte fue a
principios de junio. Luego, un amigo le recomendó contactar a Mahavir Kmina, de
Medellín, que dona prótesis a personas que han perdido sus piernas, sea en
accidentes, por minas o porque así nacieron.
Soriano no dudó.
Llamó. Se vino. Le pusieron la prótesis. Lo entrenaron todo ese día. Y cuando
estuvo a punto y dominando su pierna artificial, regresó al Magdalena a
montarse en sus burros Alfa y Beto, que simbolizan el alfabeto y que hoy en día
no son solo los suyos sino una extensa red de 16 Biblioburros arropados en
Cajamag, caja de Compensación Familiar del Magdalena.
Es decir, es una
misión irrenunciable, que empezó en 1997, un año después de que Luis regresara
a su pueblo tras un exilio obligado por la violencia, cuando el alcalde le hizo
honores como el primer bachiller de Nueva Granada (Magdalena) y de paso lo
nombro, por decreto, como el primer maestro de la municipalidad.
-Con miedo acepté y al
tiempo nació el Biblioburro, cuando decidí ir a las veredas de unos amigos a
enseñarles a leer a sus hijos. La mejor manera de llegar era en burro-,
recuerda este hombre cuya inteligencia desbordante y calidez humana lo hermanan
a uno con su sueño.
Ya hay Bibliollamas
Con los años, ese
burro cargado con libros, que en realidad era una burra que él bautizó Alfa, se
multiplicó. El primero en llegar a acompañarla fue Beto, burro varón que ayudó
con las cargas, y luego se volvió un plan institucional de alfabetización.
-Ya somos una red de
Biblioburros, una biblioteca itinerante, recorriendo los departamentos del
Magdalena y Bolívar. Empecé con 70 libros de mi biblioteca personal y ya
tenemos más de 5.000. En Medellín me han donado muchos.
Y así, Luis se volvió
un ícono de Colombia, que da hombres como él, que sin esperar más recompensa
que un abrazo o la sonrisa de un niño, lo dan todo.
Y un día Luis se hizo
internacional. Ha viajado por el mundo enseñando su proyecto y ya hay Biblioburros
en España, Italia y en América.
-Se replicó en Timor
del Este, Singapur, Bolivia, Chile, donde no hay burros sino Bibliollamas... en
Italia hay uno que se llama Serafino-.
Luis, hombre ya de
historia eterna, inagotable, dio su lección. Seguirá con sus Biblioburros
despertando sueños y llevando realidades a donde el Estado si acaso un día
llevó promesas vanas.
Continuará su misión
así le falte su pierna, “aunque la copa de mi árbol tenga que llegar al cielo y
las raíces al infierno por ayudar a la gente”, advierte.
En un país donde la
guerrilla carga los burros con dinamita para cometer atentados terroristas y
asesinar inocentes, él les monta libros y se va de monte en monte a impartir
educación. Así le falte una pierna. ¡Qué más da, qué vaina!
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