miércoles, 24 de diciembre de 2025

Ariana Harwicz por Daniel Gigena




ARIANA Harwicz
por Daniel Gigena


En POCO MÁS DE UNA DÉCADA Y EN CONTRA DE LA CORRECCIÓN POLÍTICA, SU VOZ DEBATE EN REDES SOCIALES

Entre el lanzamiento en 2012 de Matate, amor, su primera novela, que pudo publicar en una editorial independiente con el apoyo financiero de su padre, y el lanzamiento en el Festival de Cine de Cannes de la película Die, MyLove, con producción de Martin Scorsese y protagonizada por Jennifer Lawrence y Robert Pattinson, pasaron poco más de diez años. En ese lapso, la escritora argentina residente en Francia Ariana Harwicz(Buenos Aires, 1977) fue finalista del Premio Booker Internacional con la traducción al inglés de la misma novela, completó una “involuntaria” trilogía novelesca sobre la maternidad con La débil mental y Precoz, publicó otras dos nouvelles (Degenerado y Perder el juicio); Desertar, un libro de conversaciones sobre traducción y huida de la lengua materna, en colaboración con Mikaël Gómez Guthart, y un ensayo de estilo aforístico y fragmentario, El ruido de una época, sobre el “mal” literario y las formas que adopta en la cultura contemporánea. Varios de sus libros fueron adaptados al teatro en la Argentina (Matate, amor, protagonizada por Érica Rivas y con dirección de Marilú Marini, dio el puntapié inicial), en América Latina y Europa. El actor, director y productor Adrián Suar ya compró los derechos para llevar a un teatro de la avenida Corrientes la versión teatral de Perder el juicio, que también tiene en el centro de la historia a una madre más allá del borde del ataque de nervios. Por su parte, la británica Vanessa Saal, en alianza con el productor Pablo Bossi, adaptará al cine la historia ambientada en la campiña francesa. Y en el otoño de 2026, en el Teatro Colón se estrenará la ópera Dementia, con música de Oscar Strasnoy, puesta en escena de Mariano Pensotti y libreto de Harwicz.



“Tiene un efecto conmovedor ver cómo una obra se va ramificando, teniendo herederos, en una especie de traspaso de mando”

De Villa Crespo (donde, en la casa familiar, pared de por medio, escuchaba a los pacientes que atendía su madre psicoanalista) a las capitales del hemisferio norte, Harwicz hizo su propio “camino de la heroína” con una obra que conjuga violencia, misterio y deseo. Actualmente, avanza en la escritura de lo que podría ser su primer libro de cuentos. “Es ideal el invierno que está llegando acá: tres o cuatro sagrados meses invernales y oscuros para escribir cuentos”, revela. Es madre de dos hijos y pareja del escritor Edgardo Scott. Para Harwicz, las adaptaciones de sus novelas (incluidas las traducciones) son como “hijos de los hijos”. “Hay un cambio estético, un cambio de signo; tiene un efecto muy conmovedor ver cómo una obra se va ramificando, convirtiendo en otra cosa, teniendo herederos, en una especie de traspaso de mando”, dice a LA NACION. Confía en que muchos espectadores de la película que dirigió la escocesa Lynne Ramsay querrán leer el libro después de verla. “Es todo a favor y multiplicación de sentidos”, sintetiza. En redes sociales, donde ensaya un estilo de intervención pública desafiante y reflexivo, cuestiona los preceptos de la corrección política, toma partido en causas y opta a veces por un silencio estratégico. “Me parece bien haberme expuesto, no haber tenido miedo o haber tenido miedo y hacerlo igual, a pesar de la amenaza de la lista negra o al acoso o la cancelación. Siempre que tenga sentido, voy a seguir tomando posición. Siempre está planeando el fantasma de la cancelación, a todos nos pasa. Y el cinismo también siempre está ahí. No hay posibilidad de que haya una redención o una síntesis de eso, porque siempre va a estar esa tensión en el campo de la cultura; tensiones políticas, haya guerra o no haya guerra. Siempre habrá discursos de odio cruzados, pero me parece inevitable que un artista tome posición, la manifieste o no, escriba ensayos o no, se mantenga con bandera blanca y en silencio o no”


Aunque vive hace muchos años en Francia, su relación con la literatura argentina es muy cercana. “Tanto en la tradición, con la que me formé, que leía y analizaba en clase, en los talleres, en el secundario y después en los cursos de literatura en la universidad y en diferentes circuitos como en la literatura contemporánea, en la literatura que se fabrica, que se está escribiendo ahora, siempre está presente; la leo, me interpela, la discuto, la refuto, me gusta, la pienso en relación con otras literaturas que se están escribiendo, cómo está el campo literario argentino, a qué autores elige, a cuáles descarta e invisibiliza, a cuáles subraya y festeja y por qué. Siempre estoy pensando en el campo de la literatura argentina y leyendo a mis contemporáneos”. En su opinión, Ramsay optó por seguir una de las vertientes más profundas de Matate, amor. “Como si hubiese tomado una de las arterias del cuerpo, del corazón, y hubiese explorado a todo nivel, musical, pictórico, de actuación, esa sola arteria -grafica-. Es como que quiso explorar un solo camino a fondo, contra viento y marea. Hizo una obra expresionista, poco convencional y con algunas licencias poéticas donde no le importa el verosímil; como si hubiese trabajado la obra de una forma total, pensando en el teatro, la ópera, la literatura. Hay mucho de la película que es literario, metáforas de la literatura que ella llevó al cine. No le importó mucho la historia, el cuentito, el desarrollo de personajes secundarios; le importó hacer un poema y en ese gesto me siento representada porque algunas novelas mías, por no decir todas, son eso: un solo gesto explorado hasta el final”.



El actor, director y productor Adrián Suar ya compró los derechos para llevar a un teatro de la avenida Corrientes la versión teatral dePerder el juicio

Todavía le cuesta opinar sobre la película de Ramsay, que se estrenó el mes pasado en la Argentina. “La vi una sola vez, en el Festival de Cannes, y me parece todo muy reciente para ver los efectos que tiene -explica-. Me gustaría primero hablar con cinéfilos, clubes de lectura, universidades de cine; empiezo a tener esa relación que nunca antes había tenido con los estudiantes y es como verme a mí misma hace veinte años, estudiando cine en las aulas. Me parece muy pronto para tener una opinión ya establecida; me va a llevar tiempo pensar las fluctuaciones de la obra de la literatura al cine”. Harwicz ha participado como jurado y tutora de clínicas de escritura en varias ediciones del concurso de obras inéditas y en desarrollo “Todos los tiempos el tiempo”, de la Fundación Bunge & Born, Fundación Proa y LA NACION, destinado a creadores de las nuevas generaciones. “Cuando me piden un consejo a los jóvenes escritores, siento que es otra vez como Dios, hablándome a mí misma, joven estudiante de cine, de guion, de dramaturgia, de literatura, de periodismo, de todo en lo que me formé -admite-. Les diría que el camino es larguísimo, muy largo, aunque puede haber excepciones. Penoso, difícil, lleno de rotondas en las que creés que no va a ser posible, lleno de desengaños como en los tangos, motivo por el que no hay que fiarse de las redes sociales, que aprueban o desaprueban. No funciona así el arte. Armar una obra necesita un tiempo más largo, casi toda una vida; si la obra tiene que ser universal y llegar, llegará”.


https://www.lanacion.com.ar/cultura/ariana-harwicz-la-escritora-prolifica-y-desafiante-de-matate-amor-que-fue-del-libro-al-cine-nid23122025/

LA NACIÓN 


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