Charlotte Gainsbourg pasa del porno
Su negativa a masturbar a un actor X calienta el estreno de 'Nymphomaniac'
Esta será su tercera colaboración con el realizador danés Lars von Trier
La actriz y cantante permanece inmune al escándalo, a pesar de haberlo vivido desde cría
BORJA BAS Madrid 20 DIC 2013 - 20:51 CET
A veces basta una chispa para quemar todo el bosque. En el caso de Charlotte Gainsbourg han sido unas declaraciones extraída del Vanity Fair francés en referencia a su tercera colaboración con Lars von Trier, para la película Nymphomaniac, que se estrena este miércoles: “Nadie me había pedido que fuera tan lejos. Resultó excitante e intenso, con tanto sufrimiento… A veces me sentí realmente mal. Nunca había vivido nada tan fuerte”. Y añadía: “Lars lleva demasiado lejos sus obsesiones sexuales. Se pasa de explícito, tanto en su discurso como en las imágenes”. Reconocía haberse negado a masturbar a un actor porno y a compartir el plano mientras él se masturbaba. Y en la presentación en Copenhague, hace unos días, confesaba: “Las escenas de sexo no fueron tan duras como las de masoquismo. Esas resultaban vergonzosas y, sí, un tanto humillantes”.
Pero no hay que llamarse a engaño: Charlotte Gainsbourg lleva 30 años acostumbrada al escándalo. Desde el día en que entonó a dúo junto a su padre, el ínclito Serge, Lemon incest, la canción que transformaba una pieza de Chopin en un libidinoso canto de amor paterno-filial. Tenía 13 años. Y ya parecía inmune. “No fue un shock. Entendía que se trataba de una provocación”, comentaba en una entrevista reciente en la BBC.
Quizá por eso suena a sobredimensionado el eco de su protesta ante Von Trier. Sencillamente, estamos ante una artista –actriz, cantante, musa de Nicolas Ghesquière– que puede permitirse hacer lo que quiera. Por algo es hija del chanteur por excelencia y de Jane Birkin, y ejerce de manera innata de emblema del bobo (bohemian bourgeois).Carine Roitfeld, exdirectora de Vogue Paris, ha definido su magnetismo mejor que nadie: “Es el equivalente francés a Sofia Coppola: alguien que viene de una familia famosa y con un estilo cool que todas las chicas de París quieren tener. Hay algo en su forma de andar, con su chaqueta de cuero y el pelo en la cara, que es mitad de su madre, mitad de su padre, pero que le pertenece exclusivamente a ella”.
El estreno de Nymphomaniac viene precedido también por la pérdida de su medio hermana, la fotógrafa Kate Barry, que cayó de su apartamento en París a la calle. Esta semana, el clan se unía de luto en la iglesia de Saint-Roch rodeado por otras celebridades como Catherine Deneuve o Carla Bruni. La propia Charlotte ya vio la muerte de cerca en 2007. Mes y medio después de sufrir un accidente de esquí acuático, tuvo que ser intervenida de urgencia. “Mi cabeza estaba llena de sangre”, contaba sin pudor en una entrevista tras otra durante la promoción de IRM, el disco que le produjo Beck donde incluyó los sonidos de sus resonancias magnéticas.
Convirtió su entrega a la locura (la pérdida de un hijo, la automutilación genital...) de Anticristo en parte de su recuperación. “Llevaba un año preocupándome de mi salud cuando me la ofrecieron. Quería olvidarme de mí y esa película era tan violenta que me arrastró a otro mundo”, contaba a este periódico en 2010. El encuentro con Lars von Trier le valió el premio a la mejor actriz en Cannes.
La película que ahora protagoniza se vende como “el viaje erótico de una mujer desde que nace hasta que cumple 50 años”. La ninfómana del título es, claro, Gainsbourg. La sola premisa ha llevado a los agoreros a señalar que estamos ante otro exabrupto misógino del danés. Su actual musa se adelantó a defenderle en The Hollywood Reporter: “Retratar a mujeres que sufren o se castigan no le convierte en un misógino. Mi papel podría haberlo escrito una mujer. De hecho, siento que estoy interpretando al propio Lars”.
La coproductora de todos los filmes de Von Trier, Marianne Slot, lo confirma al teléfono: “Es evidente que habla ante todo de sí mismo [risas]. Hay muchas historias rondando sobre Lars que magnifican su faceta oscura, obsesiva y cruel. En primer lugar, es un tipo fantástico con el que trabajar, siempre propone nuevos retos. La prueba no está en que Charlotte haya repetido tres veces, sino en que la mayoría de los que rodamos con él lo hemos hecho durante muchos años. No engaña a nadie sobre lo que quiere, y solo hay una manera de sacarlo adelante: con él, nunca contra él”.
Que se lo digan a Biörk, la primera en despacharse con él tras Bailar en la oscuridad. “Necesita a las mujeres. Las envidia y las odia por ello. Así que tiene que destruirlas”, escribió la islandesa en su blog. Para Slot, es exagerado. “Por supuesto que te va a llevar muy lejos. ¿Demasiado? Eso ya debe valorarlo cada uno. Pero una cosa es irrebatible: lo que han hecho con él las grandes actrices que han estado a sus órdenes no se lo habíamos visto hacer en otras películas antes”. Dice que “hay muchas Charlottes: la divertida, la frágil, la fuerte… Pero la discreta prevalece sobre las demás”. La mejor fórmula, quizá, para sobrevivir con éxito al peso del apellido.
http://elpais.com/elpais/2013/12/20/gente/1387569103_160756.html
EL PAÍS
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