1. Amarcord (2:05)
2. La fogaraccia (2:14)
3. Le manine di primavera (3:09)
4. Lo struscio quel motivetto che mi piace tanto (0:42)
Stormy Weather (0:40)
La cucaracha (0:23)
5. L'Emiro e le sue Odalische Salome - Abat - jour (0:44)
6. Gary Cooper (1:19)
7. La Gradisca e il principe (2:25)
8. Sibonei (2:05)
9. Danzando nella nebbia (1:48)
10. Tutti a vedere il Rex (2:25)
11. Quanto mi piace la Gradisca (3:06)
12. La Gradisca si sposa e se ne va (2:16)
Se quejan muchos aficionados al cine, y seguramente con razón, de que el moderno cine italiano tiende a ser ultraconservador, demasiado anclado en tiempos pasados, como si el dominio absoluto del régimen allí vigente forzase de algún modo a los cineastas a sonreír con nostalgia al recordar los tiempos del fascismo cutre y a ensalzarlos veladamente. Para alguien que no tenga ni idea de quién fue Federico Fellini, esto es igualmente válido; y si escuchamos a la ligera esta banda sonora de su clásico Amarcord (1973) podemos tener una impresión parecida. Ambas serían visiones equivocadas sobre lo que superficialmente puede parecer una "italianada".
Nino Rota, en una de sus fotografías más difundidas.
Como este blog no versa sobre cine y realizar una definición breve del estilo felliniano es muy difícil, basta con decir que la obra del más famoso director italiano de todos los tiempos se caracteriza por su mezcla de costumbrismo y surrealismo, todo ello con una potente carga de exotismo y colorido tonal que convirtió al compositor Nino Rota en el perfecto acompañante musical. Rota, músico de formación académica, supo adaptar su talento a los tiempos que corrían en lo cinematográfico con el estallido de un nuevo cine europeo -como contrapunto artístico frente al más estereotipado de Hollywood-, sembrando sus partituras de un sabor popular, casi de vodevil folclórico, que pese a su aparente simplicidad en la producción y las orquestaciones ocultaba la labor de un compositor en la gran tradición de la música clásica del cine.
Trailer americano de la película. Incluye fragmentos de su música.
Amarcord ("Me acuerdo"), además de poseer elementos autobiográficos de Fellini, puede entenderse como una de las películas más representativas de su peculiar estilo, y también del de Nino Rota. Ahí tenemos ese tema principal ardorosamente melódico y sensual, mezcla de nostalgia y ensueño, como si despertase en nosotros recuerdos que -tal y como sucede en la propia película- son tanto realidades pasadas como productos de la imaginación. Gran parte de la banda sonora se cimenta en este tema principal, como en el elegante corte titulado La gradisca e il principe, en el que se convierte en un vals; en Danzando nella nebbia, donde parece sonar de manos de una banda de jazz de club nocturno; o en Gary Cooper, con una maravillosa versión al piano en su conclusión. También podríamos concluir que el tema titulado simplemente Amarcord está asociado directamente con ese personaje de la chica guapa del pueblo donde se desarrolla la trama, conocida como la Gradisca, que aspira a casarse con un príncipe y es objeto de admiración por parte de los muchachos. No obstante, la mayor parte de los temas posee un alma de festejo a la italiana, de los que se celebran en la plaza con una modesta banda tocando mientras la gente baila. Incluso puede apreciarse algún matiz circense y travieso en sorpresas como su versión de La cucaracha.
Lo que está claro es que Nino Rota consigue dotar a su música de ese aura de "amable esperpento" que es la película Amarcord, y como las carnosas ninfas que pueblan las casas de la villa donde se desarrolla la trama, sus melodías se desarrollan sinuosamente entre múltiples instrumentaciones de lo más variopinto, con abundantes trompetas y trombones, e incluso algún sencillo acordeón, como en Le manine di primavera. Resumiendo, se trata de una obra muy cortita, de menos de treinta minutos, que sin embargo resulta plenamente satisfactoria por la variedad de melodías y ambientes que recrea. Un buen ejercicio puede ser comparar este luminoso y optimista ejercicio de Amarcord con el bastante más agrio de las famosas partituras para la saga El Padrino, también de Nino Rota. No es una simple cuestión de recrear el folclore italiano; es una cuestión de administrarlo con sutileza y sacarle partido inteligentemente.
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