Johnny Depp: “Jack Sparrow siempre va conmigo”
El intérprete presenta en el BCN Film Fest la conmovedora ‘El fotógrafo de Minamata’ que protagoniza y produce
Jacinto Antón
Barcelona, 16 de abril de 2021
Ha sido el tipo al que nunca le estrecharías la mano (Eduardo Manostijeras), ni dejarías que te afeitara (Sweeney Todd), el que llevaba un jersey de angora imposible (Ed Wood), el del chocolate por duplicado (Chocolat y Charlie y la fábrica de chocolate), el perseguidor de Jack el destripador (Desde el infierno), el hermano que se deja a Leonardo di Caprio en la bañera (¿Quién ama a Gilbert Grape?), el padre de Peter Pan, un vampiro, el Sombrerero loco, el mago Grindenwald, Dillinger... Y ha sido el capitán Jack Sparrow. Johnny Depp, que ha sido todos esos personajes y muchos más, y que es también un acusado de maltrato (contra su ex esposa Amber Heard) ya con sentencia firme, se encuentra en Barcelona donde esta tarde ha presentado en el BCN Film Fest su última película El fotógrafo de Minamata, de Andrew Levitas, en la que incorpora a un nuevo personaje, real, a su carrera, el famoso reportero gráfico Eugene Smith, autor de un sensacional reportaje en Life sobre el trágico envenenamiento por mercurio a causa de vertidos de una fábrica en una pequeña comunidad pesquera japonesa.
Depp, entre cuyos planes estaba visitar algún anticuario y el palacio Güell, ha provocado gran expectación en Barcelona. Ha llegado dos horas tarde -habrá dado un rodeo, como el Holandés Errante- a una multitudinaria rueda de prensa seguida de entrevistas en el hotel Casa Fuster mostrando su característico aspecto de bohemio desaliño, por decirlo suave, y con una rosa que le había regalado una fan. Ha tenido un lapsus de entrada al apuntar que le encantaba estar “en la ciudad del Guernica”. Ciudad que, deploró, siempre visita muy rápido (!). También durante el rodaje en Japón tuvo la sensación de que se perdía mucho de lo interesante “que estaba al otro lado de la ventana del hotel”. De Eugene Smith, al que interpreta con increíble camaleonismo, ha dicho que le gustó mucho bucear en el personaje, que ha sido como “excavar” en busca de un tesoro. Lo ha definido como una personalidad única por la que siempre ha sentido admiración. Ha reflexionado, con parte de su herencia cherokee, sobre lo que dice el fotógrafo en la película de que cuando haces una foto robas algo del alma de lo fotografiado y también pierdes algo de la tuya propia. “La fotografía vive en ese baile, el toma y daca de la danza de la fotografía”.
Ha alabado a los actores japoneses del filme muchos de ellos no profesionales. “Marlon Brando ya lo dijo: cualquiera puede llegar a ser actor”. Sobre su recurrencia en interpretar a personajes excesivos, ha reflexionado que “el exceso es parte del poder creativo de esos personajes”. Y ha traído a colación a artistas como Van Gogh o Baudelaire, y sus adicciones, y ha añadido a muchos comediantes cuya natural habilidad para hacer reír “procede del dolor”. Ha descrito el trabajo del actor como dejar entrever una serie de capas y ha dicho que a menudo lo importante no está en los diálogos sino debajo de ellos. “No es que haya que sufrir para hacer arte, pero sí tiene que haber un compromiso para ser capaz de transmitir deseo y pasión”.
A la pregunta de este diario de si no siente pena de que muy posiblemente no volverá a ser Sparrow en pantalla, ha contestado: “No, no lo echo de menos, porque lo tengo cada día, lo llevo siempre conmigo, viajo con el capitán Jack en la maleta. Pertenezco a Jack Sparrow y él me es leal”. Ha explicado que cuando tiene la oportunidad visita niños en hospitales e improvisa con su pirata.
Depp, cargado de anillos, pendientes, pulseras, abalorios y tatuajes que valdrían para la tripulación completa de La Perla Negra, tocado con una gorra que parecía un desmesurado homenaje a The Kid de Chaplin (el icono del festival) y vestido como si le hubiera robado la ropa a un espantapájaros, pero con mucha gracia, ha hablado de su trabajo, de arte y artistas, de El fotógrafo de Minamata, y hasta de Trump, de Baudelaire y del I Ching, pero no ha aceptado preguntas sobre su relación con su exmujer y la sentencia de maltrato. El actor ha dicho que no se considera un artista” aunque me acerco a todo lo que hago con la intención de serlo” y que trata de no acomodarse nunca, “cuando te sientes satisfecho es el momento de que te sustituyan”. Ha revelado que tiene el proyecto, “antes de irme”, de volver a dirigir una película, aunque esta vez no va también a interpretarla cono en el caso de The brave -filme que es muy importante para él y que agradece que se lo mencionen-, porque realizar ambas labores es como estar sometido “a dos fuerzas opuestas”, y “como los caballos, cuando eres actor tienes que ponerte anteojeras y mirar sólo hacia adelante, sólo eso”.
Ha dudado de que se pueda cambiar el mundo con el cine y de que una persona sola pueda hacerlo, “aunque Trump lo hizo bastante bien metiéndonos en un pozo a todos”. Ha reflexionado, en plan Palabras para Julia, que una persona sola “no es nada, pero cuando la gente se junta sin sentimientos de ego y con altruismo se puede recomponer el tejido social que se deshilacha”. Se ha referido al “poder de lo pequeño”, a partir del noveno hexagrama del I Ching, Hsiao ch’u -así de profundo se ha puesto-, y ha considerado que “si muchos golpean al monstruo de la ambición y la oscuridad en la base se lo puede hacer caer al final”. Se ha referido al “mal del mundo”, ha dicho que “al menos Trump se ha ido” y lo ha comparado con un albatros (en referencia seguramente al de La balada del viejo marinero, de Coleridge) que sobrevolaba EE UU y el mundo. Ha dicho todo esto bebiéndose sólo una coca-cola y fumándose un pitillo (de tabaco) que ha liado y encendido tras pedir permiso. Depp no portaba mascarilla sino un largo pañuelo enrollado que le daba un aspecto aún más estrafalario y que se ha quitado para la rueda de prensa y las entrevistas. “No serán las farmacéuticas las que salven al mundo, sino las personas”, ha sostenido.
Ha considerado que es vital que los medios “den la verdad” y ha recordado a “mi amigo Hunter S. Thompson”, el rey del periodismo Gonzo, al que ha llevado al cine, “que estaba obsesionado con la verdad” y al que en una ocasión observó lanzando cabreado el New York Times “como si fuera un Frisby”. Ha hablado bastante de Trump y del asalto del Capitolio y ha advertido que hay que luchar contra “la cultura del miedo” y las palabras peligrosas. “Hay que encontrar la verdad, y entonces guardarla bien”.
“Sólo hay una cosa que uno puede hacer en la vida cuando se levanta, respirar hondo y sin miedo. Yo no suelo enredarme en cosas malas y problemas temporales”, ha señalado. “Me interesa más dedicarme a ser, y a hacer música otra vez, y a escribir y escribir, canciones o palabras, un libro, o a pintar, a ser feliz. No me voy a limitar ya más”. Se ha descrito como “algo que fluye entre cosas, que cambia”. Ha recordado su infancia en Kentucky, cuando solían pegarle. “No puedo decir que fuera la infancia más agradable del mundo, y eso se convierte en lo que eres”.
Ha dicho que le inoculó la pasión de la lectura su hermano diez años mayor y que En el camino de Keroauc fue “mi primera Biblia: sentí conexión por la gente rota desde muy pequeño, entendí sus inseguridades y dolores; tienes que pasar sobre el umbral del dolor; a los 11 años empecé a hacerlo, traté de hacerme insensible pero un día tienes que enfrentarte a los demonios, no es agradable pero has de hacerlo, no dejar que el ruido del interior de tu cráneo se apodere de todo”.
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