viernes, 24 de julio de 2020

Juan Marsé / Antología de un escritor libre y furioso


Juan Marsé, galardonado con el Premio Liber al autor hispanoamericano
Juan Marsé

Juan Marsé, antología de un escritor libre y furioso

Reunimos aquí los mejores fragmentos que nos han dejado dos décadas de entrevistas en El Cultural con el novelista barcelonés, que se explaya sobre temas como la literatura, el nacionalismo o la memoria
El Cultural
20 de julio de 2020



Barcelona
«La Barcelona del diseño y el turismo sí ha cambiado, y sigue cambiando, en algunos casos para bien, no en todos. Superado el estallido eufórico que suscitó las repentinas avalanchas de turistas, hay cierta sensación de caos y cunde el desconcierto. ¿Acabaremos algún día de querer ponernos al día entregando la ciudad a los turistas? Se han hecho cosas necesarias. Pero cuando una ciudad se pone de moda, se emputece. La Rambla ya no es un paseo, tampoco el Paseig de Gràcia. Son escaparates, vitrinas. Barcelona ofrece relaxing de pa amb tomàquet en el Park Güell. Fantástico».

Cine

«El cine ha estado ahí desde el principio, incluso antes que la literatura. Dejé el colegio a los trece, y lo dejé encantado, que conste, no hacíamos más que perder el tiempo con aquel solterón excéntrico que teníamos como director. El caso es que mi formación, si tengo alguna, le debe tanto al cine como a la literatura».
«El cine español necesita un buen bisturí. La piratería no es el mayor problema que tiene. El gran problema del cine español es la falta de talento».Crítica
«Me importa. Y tomo nota de ella cuando me afecta, tanto si se refiere a mis libros como a los de otros escritores. Pero, en general, la encuentro demasiado benevolente, conformista. Debería ser más incisiva, más exigente».

Cultura

«Hay quien opina que hoy en día el mundo del arte y la literatura, la cultura, se asemeja cada vez más al «pret-a-porter». El reto para un artista auténtico no es hacer méritos para entrar en ese mundo, sino ser capaz de resistirlo».

El Pijoaparte, hoy

«Este personaje andará hoy por los ochenta y pico años, pero no se ha jubilado, le veo detrás de su tenderete en la plaza de Sant Jaume, enfrente de la Generalitat, vendiendo un surtido colosal de camisetas del Barça, botellines con Aromas de Montserrat y figuritas del pesebre, caganers, barretinas y senyeres, y es saludado y respetado por los consellers que van y vienen de sus reuniones y asambleas, y que le recuerdan de la época en que era chófer de la Generalitat y con su coche oficial trasladaba a Andorra, disfrazado de Pilar Rahola, a la esposa del expresident Jordi Pujol. Todo un personaje, este charnego irredento. Nunca fue de fiar».

Ficción

«Lo que se elabora como producto genuino de la imaginación, cuando esta es poderosa, tiene para mí más peso y solvencia que lo real, más vida propia, autosuficiente y más perdurable que algunos recuerdos, y más significante. Madame Bovary o Fortunata son más reales que Esperanza Aguirre, a que sí. ¿Por qué? No lo sé, pero yo siento que es así. Es que yo soy un forofo de la ficción».

Literatura

«La mayoría de lo que se publica es discutible, pero eso ya pasaba el siglo pasado y el anterior y pasará el siglo que viene. La literatura es cuestión de gustos. Y si lo que predomina es el mal gusto, se continuarán publicando novelas mediocres desde el punto de vista literario. No vamos a poder impedirlo».
«No hay escritor sin memoria, pero tampoco sin imaginación. Y por supuesto no hay escritor sin infancia. Ha citado los tres pilares sobre los que se asienta toda obra de creación».
«Cuando un novelista tiene poco que contar, pone todo el énfasis en cómo contarlo. Está en su derecho, si lo que quiere es ser un estilista».
«Lo que realmente distingue al novelista de raza es su capacidad para dotar de verdad y de vida todo lo que toca, personajes, objetos, atmósferas, visiones, emociones y sentimientos. Es la primera señal del talento, y no precisa de artificio verbal deslumbrante».
«No me siento a gusto en la piel de un intelectual y onsidero que el intelecto no le ha hecho ningún bien a la novela. Prefiero trabajar sobre emociones y sentimientos, y no sobre ideas y conceptos».

Memoria

«La memoria puede falsearse. Y de eso trata la historia [de su novela Esa puta tan distinguida]. En este país, además, la discusión sobre la memoria es un hecho constante. Se habla de la memoria histórica, de la memoria colectiva. En relación con el poder, la memoria es un incordio, siempre. Los gobernantes, los responsables políticos, preferirían que determinadas cosas no se recordaran. Y aún se discute sobre si es conveniente o no recordar determinadas cosas. La puta es la memoria, sí. En manos de depende quién, está claro».
«Al inicio de la Transición, los franquistas que quedaban estaban muy interesados en manipular el olvido. “Esto, hasta aquí, lo podemos recordar, pero a partir de aquí, no”, se decían. Hubo un pacto durante la Transición, entre los partidos de izquierdas y los de derechas, sobre hasta dónde debía recordarse. Y esa conveniencia es lo que representa en mi novela el asesino. El asesino pasa por una terapia muy agresiva, tanto que le ha hecho olvidar por qué mató a la chica. Ha olvidado porque otros quieren que olvide».

Nacionalismo

«Con respecto al nacionalismo y al soberanismo, en lo que me toca como catalán, pues parece que no me toca lo que me debería tocar. No soy nacionalista ni independentista, y la tan llevada y traída identidad nacional me importa un bledo. Me da lo mismo sentirme español que catalán, ninguna de las dos cosas me llena de entusiasmo y mucho menos de fervor patriótico. La patria es un peligroso artefacto sentimental que me tiene ya muy harto».
«El nacionalismo es una carroña sentimental tan putrefacta que es capaz de exculpar moralmente a corruptos nacionalistas como Jordi Pujol y familia. Se han envuelto en la bandera y espero que paguen por ello». (17 de abril de 2015)

Pasado

«En España nunca acabamos de ajustar cuentas con el pasado. Sospecho que por eso nos sigue incordiando y agraviando, a causa de tantos persistentes errores y problemas sin resolver. La única manera de ajustar cuentas con el pasado y constituir un país moderno es afrontar los problemas pendientes, pero yo no veo a los responsables políticos, ni de un color ni de otro, con muchas ganas de ponerse a ello».

Política

«En política me he convertido ya en un escéptico irremediable. Nos preparan, me temo, veinte años más de pujolismo. ¿Hay motivos para esperar mejoras en la educación y en la cultura? Si los hay, yo no sé verlos. Y no espero que se acaben las payasadas patrioteristas, las de aquí en Cataluña como las de allá en España, que también las hay y no pocas».
«Cuando la clase política esgrime la lengua como si fuera una bandera, hay que salir corriendo. Es una señal de patriotismo que me asusta».
«Me siento robado y engañado tanto por los poderes de Madrid como por los poderes de Barcelona, de modo que el famoso derecho a decidir para mí no significa más que esto: derecho a decidir que me jodan unos u otros. Qué más da».

Realidad

«La actualidad y su posible eco en una trama novelesca, a la hora de escribir no cuenta para nada, más bien me estorba. Si surgen semejanzas, la crítica lo celebra y lo bendice, pero con frecuencia tiene poco que ver con la literatura. Si una obra se sostiene, no es por su relación con la actualidad, sino por la naturaleza de su lenguaje en relación con cierta realidad estrictamente inventada, o sea, un soberano artificio. Y es que, siempre me gustó dejarlo bien claro, entre tanta variedad de gustos y tendencias, yo soy partidario de la ficción».

Teatro

«En la época en que era un aprendiz de escritor (bueno, todavía los soy) escribí una obra. Tendría 17 o 18 años y la presenté a un premio que creo que se llamaba Ciudad de Barcelona, en el que estaba de jurado Rovira Beleta. No hubo suerte pero me sirvió como precedente, mal forjado, de lo que después sería mi primera novela, Encerrado con un solo juguete. Era una época en que estaba tanteando: también escribía poesías horribles, algunos relatos…».

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