martes, 15 de septiembre de 2020

Dennis Lehane: "Que Trump no lea libros es uno de nuestros menores problemas"

Dennis Lehane: "Que Trump no lea libros es uno de nuestros menores  problemas" | GQ España
Dennis Lehane

Dennis Lehane: "Que Trump no lea libros es uno de nuestros menores problemas"


Alberto Moreno
6 de marzo de 2017

El autor de 'Ese mundo desaparecido' (Salamandra) nunca ha ansiado ser el mejor escritor, ni siquiera el mejor de temática gangsteril, sino el más emparentado con la ciudad de Boston. Y cree que lo ha conseguido.

El pasado 2 de febrero fue agraciado con el Premio Pepe Carvalho 2017 por su trayectoria en la novela negra: "Hay gente que piensa que los relatos en que se basan 'Infiltrados' o 'The Town' los escribí yo".
Son las 17:15 de la tarde del día 2 de febrero de 2017 y la entrevista con el escritor Dennis Lehane en el hotel Alma de Barcelona atraviesa su meridiano. Llevamos casi media hora deconstruyendo Boston en los diferentes clichés que de ella nos ha traído la cultura popular: catolicismo, pistolas y barras de bar, y es entonces cuando le deslizo al autor de 'Ese mundo desconocido' que, charlando días antes con uno de los más populares, importantes y leídos críticos de cine de nuestro país, este no era capaz de recordar si 'The Town' (Ben Affleck, 2010) se basaba en una de sus novelas: "Me pasa todo el rato. Si es Boston, hay un arma y un bar, ¡es mío! Hay gente que piensa que los relatos en que se basan 'Infiltrados' o 'The Town' los escribí yo". Dentro de 90 minutos le será entregado el Premio Pepe Carvalho 2017 por su trayectoria en novela negra.
Lehane retoma el hilo después de rascarse la barbilla unos segundos: "La verdad es que nadie me atribuye haber escrito 'La red social', así que tal vez debería expandir los horizontes (sonríe resignado)".
GQ: Pero que se te haya identificado totalmente con cierto ecosistema cuenta como éxito...
D. L.: Estoy de acuerdo y es divertido que suceda porque es mi única ambición como escritor. No quiero ser el más relacionado con el crimen o con los gángsteres. Quiero ser el más asociado con Boston. Mi hermano y yo lo hablábamos hace poco. "Recuerdo que lo dijiste cuando tenías 12 años", me dijo. "Y lo he conseguido", le respondí.
Ciñéndonos a esta máxima, te sorprenderá comprobar la cantidad de novelas adaptadas al cine que has visto de uno de los más condecorados guionistas de 'The Wire': 'Mystic River', 'Shutter Island', 'La entrega', 'Adiós pequeña, adiós' y 'Vivir de noche', estos dos últimos títulos pertenecientes a las sagas de 'Kenzie y Gennaro' y 'Joe Coughlin'. La cuarta de la primera y la de en medio de la segunda han sido llevadas a la gran pantalla por Ben Affleck en 2007 y 2016 respectivamente, dando lugar al 50% de su corpus como director.

Batacazo en taquilla
'Vivir de noche', precuela de 'Ese mundo desconocido' que hoy nos reúne en torno a una taza de café, fue publicada en 2012 y estrenada como cinta en enero. La película ha supuesto un fracaso económico para Warner de 75 millones de dólares, lo que tuvo como inmediata consecuencia que Affleck se desembarazara de la dirección de 'The Batman' a las pocas horas. Todas estas son circunstancias a las que Lehane no puede sentirse más ajeno. "Creo que [la película] 'Vivir de noche' funciona, pero solo puedo juzgarlo por partes, porque como conjunto tengo que desconectar. La actuación, dirección y producción me parecen bellamente resueltas, aunque soy incapaz de ponerme en la piel de un espectador promedio. Si este se sumerge a los diez minutos estamos hablando de una buena película, pero a mí eso nunca me pasa con mi material".
Con origen –cómo no– bostoniano, el desenlace de 'Vivir de noche' llevó a Joe Coughlin a establecerse en Tampa (Florida), esta vez ya en un plano secundario dentro de las esferas de poder de la mafia de los años 30. Ahora, en su rol de padre soltero, procurará expiar incesantemente los pecados derivados de haber vivido rápido durante la década anterior. Dejó la empresa en manos de su hermano de armas, Dion Bartolo, para reservarse un papel de consigliere, jerga popularizada por Mario Puzo con cuyo 'El padrino' ha comparado Stephen King esta trama. Boston ya no está tan presente aquí, pero hizo de Coughlin quien es y recorre la trama como un fantasma casi corpóreo. "La ventaja de hablar de Boston es que se vuelve representativo. Si lo haces correctamente al modo de Faulkner, un pequeño pueblo puede ser reflejo de todo el universo".

No le quitan el sueño la fama ni los premios que pesan en sus alforjas. Lehane ha encontrado a sus 51 la fórmula de la Coca-Cola literaria y parece saber cómo exprimirla sin darle demasiadas vueltas al asunto. "La razón por la que no pienso en ventas o popularidad en otros países es porque me condicionaría mucho. No quiero preocuparme de si me entienden o soy exitoso aquí o allí. Mientras mi familia tenga comida en el plato estoy contento". Y sin embargo es popular. Muy popular.
GQ: Eres bastante más famoso que la última vez que visitaste Madrid para la promoción de 'Shutter Island'.
D. L.: ¿Lo soy?
GQ: Hombre, 'The Wire' se ha convertido en fenómeno global y tu nombre está muy ligado a ella.
D. L: Ah, sí. Es verdad. Escribí el tercero de la tercera temporada, el cuarto de la cuarta y el octavo de la quinta.
GQ: Vaya memoria.
D. L.: Suelo recordar cada capítulo de las series que he trabajado porque tiendo a hacer buenos episodios con buena gente.
GQ: Hablando de tu nueva novela, Joe Coughlin vivió su efervescencia en ‘Vivir de noche’. Consolidó un imperio mafioso viniendo de la calle. Hoy lo llamaríamos emprendedor.
D.L.: Es una estrella de rock. En la segunda entrega se metió en negocios y ahora anda en términos de cooperación. Es el precio del éxito, pero si no sabes moverte no monetizas. En este cierre se estabiliza intentando estar más tranquilo estableciéndose… y llevando una vida más aburrida.
GQ: Lo catalogas explícitamente como consigliere. ¿Te ves así a ti mismo en tu carrera como guionista, como una especie de consejero de los directores?
D.L.: Sí que me pasó con ‘La entrega’, el primero de mis guiones que no partía de una novela.
GQ: ¿Los guionistas sois algo así como un cerebro en la sombra?
D.L.: Si alguna vez hay una personalidad conflictiva en el set que choca con el director, el guionista puede mediar (y viceversa). Lidiar con estrellas es difícil a veces.
GQ: Hablando de directores de los que has sido escudero... Eastwood, Affleck, Scorsese... Suena bastante impresionante.
D. L.: Ya, es raro. A veces tengo que convencerme a mí mismo de lo bien que me ha ido.

GQ: De la saga 'Kenzie y Gennaro' Affleck adaptó la cuarta cuarta novela (lo que acabó siendo 'Adiós pequeña, adiós') y de la de 'Joe Coughlin', la segunda de tres ('Vivir de noche'). ¿No es raro que cojan una parte por el todo?
D. L. Es bastante raro, sí, pero no porque carezca de sentido si solo coges uno de los episodios. Es por el libro que tenías en la cabeza. La peli que lo representaría perfectamente solo se tendría sentido proyectando mi cabeza en un muro, y eso nunca va a suceder. En la peli solo se proyectan secuencias, así que lo entiendo y me molesta para nada.

GQ: ¿Afectan a la rutina del escritor las grandes giras promocionales como esta?
D. L.: Si las haces todo el rato, sí. Conozco a escritores que viajan por cualquier cosa y no lo entiendo. No habría viajado solo por el lanzamiento de este libro en España, viajo por el Premio Pepe Carvalho y porque es Barcelona (ríe). Creo que un escritor tiene que escribir. Quiero estar en una habitación escribiendo. Eso es lo que se supone que tengo que hacer, no dedicarme a ser una estrella del pop.
GQ: Ese mundo desaparecido trata temas muy alegres, como la melancolia y muerte.
D. L.: Son temas muy alegres, es verdad (risas).
GQ: ¿La mortalidad es algo tangible ahora que pasas el medio siglo?
D. L.: Sí, es algo en lo que piensas ahora. Ya no es algo abstracto. Con 30 es abstracto. A los 45, ves que es algo que te empieza a rondar. Ahora conozco a algunas personas que han muerto. Comienzas a verlo como una larga carrera y yo me encuentro en el trecho final.
GQ: La otra vez que trabajaste con Affleck pusisteis el foco en una pareja de detectives que ya han protagonizado seis novelas. ¿Es más estimulante crear personajes nuevos o explotar a los veteranos?
D.L.: Después de seis libros, creo no hay mucho más que decir de esta gente.
GQ: ¿Se parecía (el recién oscarizado) Casey Affleck al Patrick Kenzie que habías imaginado?
D.L.: En absoluto. Nunca habría pensado en Casey Affleck cuando escribí el libro. De hecho, habría sido una de mis últimas opciones, pero cuando vi la película me encantó su actuación. Creo que hace un trabajo enorme. Pero es su Patrick, no el mío. Y cohabitan en el mismo universo.
GQ: ¿A quién sí habrías imaginado?
D.L.: No lo sé. Dependiendo de cuándo se hubiera rodado. Ray Liotta hace 20 años. También Denis Leary habría sido un Kenzie interesante, pero nada de eso es importante. Incluso si yo hubiera hecho el casting, dirigido y producido ‘Adiós pequeña, adiós’ seguiría sin parecerse a lo que tenía en la cabeza por la misma razón que te he dado antes.

GQ: Ni siquiera consta en iMDB, pero he leído que a mediados de los 90 dirigiste una película indie titulada ‘Neighborhoods’ con bastantes puntos en común con ‘El indomable Will Hunting’.
D.L.: Nadie vio aquella película. Desafortunadamente se parecía mucho en tono y temas a ‘El indomable Will Hunting’ pero nadie copió a nadie; simplemente tuvimos mala suerte. No había ningún genio como Matt Damon, pero sí un tipo muy espabilado que intentaba enmascarar lo listo que era.
GQ: Ben Affleck se llevó un Oscar por retratar el Boston violento de las pandillas con aquella película, algo que nunca ha dejado de interesarte. ¿Es esa conexión el secreto de vuestra asociación creativa?
D.L.: Por alguna razón, una de las maneras de explicar antropológica y socialmente lo que vemos en el mundo es a través de las películas de crímenes. Nadie ve a los gángsters, solo sabes que están ahí. Boston es pequeño, es la mitad que Barcelona, pero pasan cosas y las ves en las noticias. Creo que Ben y yo crecimos en mundos parecidos, uno a cada orilla del río.

GQ: Pasando al Premio Pepe Carvalho, España siente amor por ti y lo expresa con este reconocimiento. Creo que tu presidente no piensa lo mismo de nosotros.
D.L.: ¿Sabe que existís?
GQ: Entiéndeme, eres estadounidense, acaba de ser elegido y está haciendo cosas raras todos los días. Tengo que preguntarte.
D.L.: Todavía estamos procesándolo. La mitad del pueblo está preocupada. Por mi parte, creo firmemente en el sistema que Jefferson construyó. Era un hombre muy listo y su idea fue que incluso si alguien con cualidades dictatoriales llegaba al poder sería difícil que hiciera cosas irreversibles por la manera en que está construido. Si no nos gusta la manera en que están yendo las cosas, en dos años podremos votar al congreso y al senado para cambiarlas. Y si sigue yendo mal, en cuatro años podremos tener otros presidente.
GQ: Nuestro presidente del Gobierno dijo hace poco que no tiene tiempo para ver películas y fue muy atacado. Tú tienes un presidente que no lee libros.
D.L.: Estamos acostumbrados a presidentes que no promuevan demasiado el arte, pero casi es peor que no se respete a los inmigrantes, la ley, la constitución, a los afroamericanos, a las mujeres, o al medio ambiente. Así que no creo sea una buena noticia que no lea libros, pero es uno de nuestros menores problemas.
GQ: Ahora mismo el debate del género en la literatura está más vigente que nunca. ¿Te han recriminado tener mayoría de protagonistas masculinos en tus novelas?
D.L.: Soy un escritor varón, en la novela que presento estos días hay dos personajes femeninos muy fuertes y mi próximo libro está protagonizado por una mujer. Cuando alguien me dice “¿Por qué no escribes sobre esto?” mi respuesta es siempre la misma: "¿Por qué no lo haces tú?". Mira, yo solo escribo lo que escribo. No quiero hacer una declaración de intenciones política. Social sí, pero no de de género.
GQ: De las líneas de 'Ese mundo desaparecido' se desprende que te sentiste muy cómodo recreándote en las descripciones, algo que no cabe en tu labor de guionista...
D.L.: Los intentos de lirismo del autor son lo primero que que se tiene que ir.
GQ: ¿Con cuál de los dos trabajos te quedarías si estuvieras obligado a elegir?
D.L.: No prefiero ninguno de las dos porque son totalmente distintos. Se me acaba de ocurrir una buena metáfora. Escribir un guion es lo mismo que tomar una fotografía y escribir una novela se parece más a pintar un cuadro. Es muy cierto y nunca lo había pensado. Escribir una novela es muchas cosas pero sobre todo, excepcionalmente duro. Hacer un guion tiene que ver con cuestiones estructurales y es más fácil escribir en ese formato cuando no tienes mucho que contar. La novela son muchas más cosas a interconectar.

GQ: ¿Están sujetos a las mismas manías y necesidades ambos procesos?
D.L.: No. Soy capaz de escribir guiones en todos lados pero novelas solo en mi despacho. Puedo despertarme por la mañana, hacer el desayuno, llevar a los niños al colegio y después trabajar en un guion; pero es imposible que trabaje una novela en esas condiciones. La mejor novela que he escrito ha sido muy temprano por la mañana, antes de que mis niños fueran a la escuela o si alguien los llevaba por mí.
GQ: Para acabar, ¿hay un número de horas o palabras que te impongas como mínimo en cada jornada laboral?
D.L.: No creo en un mínimo de producción al día. Lo que hago es darme lapsos de tiempo; en concreto, tres horas seguidas. Si escribo 20 palabras, está bien. No estoy contento pero me vale. Espero no hacerlo todos los días, pero, ¿qué pasa si hago 900 y no son buenas? ¿Y si apestan?
*Una versión parcial de esta entrevista fue publicada en el nº 230 de GQ

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