sábado, 21 de diciembre de 2019

Los 50 mejores libros de 2019 / Segunda parte


Los 50 mejores libros de 2019

SEGUNDA PARTE

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Babelia
21 de diciembre de 2019



21. Teatro, Henrik Ibsen. (Traducción de Cristina Gómez-Baggethun. Nórdica)


Las ocho obras fundamentales del teatro de Henrik Ibsen


Teatro (1877-1890) es el resultado de varios años de trabajo de la traductora, Cristina Gómez-Baggethun, y reúne los ocho dramas más importantes de Henrik Ibsen. Sus obras fueron consideradas escandalosas por una sociedad dominada por los valores victorianos, al cuestionar el modelo preponderante de familia y de sociedad. No han perdido vigencia y es uno de los autores no contemporáneos más representados en la actualidad. Ibsen influyó en otros autores de su tiempo como en los entonces jóvenes Strindberg y Chéjov. Esta nueva traducción ha sido posible gracias a Ibsen in Translation, un ambicioso proyecto del Ministerio de Exteriores de Noruega, NORLA y el Centro de Estudios Ibsenianos. Las obras que reúne este volumen son: Los pilares de la sociedad (1877), Casa de muñecas (1879), Espectros (1881), Un enemigo del pueblo (1882), El pato silvestre (1884), La Casa Rosmer (1886), La Dama del Mar (1888) y Hedda Gabler (1890).

«Al igual que Shakespeare, Ibsen poseyó el misterioso don del verdadero dramaturgo, que es capaz de prodigar a un personaje más vida de la que él mismo posee».
Harold Bloom, El canon occidental


22. Cuentos completos, Mario Levrero. (Literatura Random House)

Esta edición condensa el universo literario de Levrero, y está integrada por la totalidad de cuentos publicados entre 1970 y 2003. En este volumen al cuidado de su hijo Nicolás Varlotta se reúnen por primera vez cuentos que hasta ahora se creían inconseguibles.

Mario Levrero, dar cuerda a las cosas muertas

Juan Bonilla
21 de mayo de 2019



El escritor uruguayo Mario Levrero. EL MUNDO
Quizá La novela luminosa (2005) ensombreció acaso el resto de la obra de Mario Levrero (Montevideo,1940-2004). Publicada un año después de su muerte, la novela -disfrazada de no novela, de diario con el que suplir la imposibilidad de erguir una novela- agigantó a un autor siempre esquinado, del que nos habían llegado los libros a cuentagotas, uno de esos autores de cultos que, por paradójico que suene, se enorgullecía de proceder de la novela popular.
Uno lo descubrió en La ciudad, publicada en España en 1999, es decir, casi treinta años después de su edición original. Mucho tiempo para cruzar un charco. Pero poco a poco se ha ido imponiendo la convicción de que Levrero era un mundo, puede que, como apunta Fabián Casas en el prólogo de la recopilación de sus Cuentos Completos (Random), dos.
Sinceramente no tengo tan clara esa división entre el primer Levrero, virado hacia el absurdo, la extrañeza y la fantasía, y el Levrero más plantado en lo real y en lo autobiográfico al que debemos su obra mayor. Lo real siempre tiene en Levrero un mecanismo que le hace rozar lo absurdo, mientras que lo absurdo se nos presenta siempre con la eficaz convicción de la realidad. En su primer libro de relatos, memorablemente titulado La máquina de pensar en Gladys, hay uno en el que el protagonista se da cuenta de que el mechero no le funciona y decide descomponerlo para localizar la avería: al desmontarlo, las piezas que lo componían empiezan a ocupar toda la casa y acaban echando al protagonista. El cuento está a punto de ser solo un chiste, aunque haga pie en Kafka, como casi todas las piezas del primer Levrero, y se salva por la potencia con que la prosa de Levrero encarna la perplejidad de lo que se narra, aunque sea más uno de esos relatos de los que te acuerdas por la felicidad de la ocurrencia que por su exposición.
Pasa de vez en cuando con Levrero, porque en sus momentos más débiles corre ese riesgo de explorar una ocurrencia, pero en sus mejores momentos, como en el relato El sótano, Levrero consigue de manera solvente que los componentes fantásticos o irreales se disfracen de pura realidad. Ahí, en El sótano, un cuento para niños en apariencia, la singladura de un niño que guiado por un abuelo perdido en su propia casa intenta adivinar qué hay en El sótano, Levrero muestra todas sus claves: para empezar no le teme a los límites que imponga ningún género -era consumidor hechizado de narrativa pulp-, embarca al lector en la misma singladura en la que va el narrador, a menudo un espectador impotente, un simple notario de la plantación de perplejidades que es el mundo. El mundo por decirlo así, enfáticamente: en realidad muchos de los cuentos de Levrero tienen a la casa por protagonista, y hay pocos escritores capacitados como él para inyectarle vida a las cosas inertes.
En La máquina de pensar en Gladys -que es en realidad un poema en prosa más que una pieza narrativa-, alguien repasa, antes de irse a dormir, que todo está en su sitio, y realiza un inventario doméstico. Entre los objetos que menciona está esa máquina que da título al texto y que no precisa siquiera ser descrita para golpearnos con su rumor.
La recopilación de unos Cuentos completos supone siempre, para un escritor, un asunto problemático: tengo la sospecha de que casi todos los cuentistas recogen sus cuentos en volúmenes para que alguna de sus piezas alimente alguna vez, en el futuro, una antología hecha por otro. Levrero publicó siete libros de cuentos que puestos una tras otras sus sesenta piezas pesan cerca de setecientas páginas. Dada la flexibilidad del propio género, que Levrero aprovechó como aprovechaba todo lo que pudiera servirle sin pararse en su prestigio o su procedencia, conviven en el libro microrrelatos y novelas breves, ejercicios de calculado riesgo retórico y tintes surrealistas que no han envejecido bien con unas cuantas piezas ciertamente memorables, como Los carros de fuego, un cuento en el que, otra vez, un personaje es expulsado de su casa por una invasión de ratones y tiene que salir a buscar un gato, o Espacios Libres en el que un hombre obtiene un perro para seguir el rastro de la mujer que ama.
Son estas, naturalmente, las que tasan la estatura como cuentista de Levrero, que a veces también se permitía recurrir al mero boceto de personaje (El inspectorEl mendigo) con elocuente calidad de página. En todas ellas un estilo diáfano, alérgico a cualquier asomo de pomposidad, aligerado siempre por la capacidad humorística del autor, presente incluso en los textos más graves. Al final de su sexto libro se encuentran dos textos intensos, Diario de un canalla Entrevista imaginaria, que enlazarán este volumen con La novela luminosa. No en vano esta, de alguna manera, sigue el mismo mecanismo que el cuento del mechero al que me he referido: se trata del desmontaje de las piezas que forman un objeto -una novela, una vida- y que una vez sacadas de donde estaban acaban ocupando una extensión irreal y formidable.
Cuentos completos, que se enriquece con unas notas finales del hijo del autor, nos procura la imagen fresca, a ratos deliciosa, de un escritor que, como las voces más nítidas de nuestra literatura, es un maestro peligroso: resulta muy complicado ir más lejos en sus estrategias de donde él llegó.



23. Terra Alta, Javier Cercas. (Planeta)


Un crimen terrible sacude la apacible comarca de la Terra Alta: los propietarios de su mayor empresa, Gráficas Adell, aparecen asesinados tras haber sido sometidos a atroces torturas. Se encarga del caso Melchor Marín, un joven policía y lector voraz llegado desde Barcelona cuatro años atrás, con un oscuro pasado a cuestas que le ha convertido en una leyenda del cuerpo y que cree haber enterrado bajo su vida feliz como marido de la bibliotecaria del pueblo y padre de una niña llamada Cosette, igual que la hija de Jean Valjean, el protagonista de su novela favorita: Los miserables.

Partiendo de ese suceso, y a través de una narración trepidante y repleta de personajes memorables, esta novela se convierte en una lúcida reflexión sobre el valor de la ley, la posibilidad de la justicia y la legitimidad de la venganza, pero sobre todo en la epopeya de un hombre en busca de su lugar en el mundo.


24. Hambruna roja, Anne Applebaum. (Traducción de Nerea Arando Sastre. Debate)
25. El naufragio de las civilizaciones, Amin Maalouf. (Traducción de María Teresa Gallego. Alianza)



26. Fin. Mi lucha: 6, Karl Ove Knausgård. (Traducción de Kirsti Baggethun y Asunción Lorenzo. Anagrama)

El noruego Karl Ove Knausgård (1968) narra su vida en seis tomos bajo el título de Mi lucha, como la autobiografía de Hitler. “Un vertedero documentario que necesita existir para que surja, de vez en cuando, un prodigio que, por sí solo, parecería puramente retórico pero que, nacido de la abrumadora acumulación de detalles, se convierte en una epifanía”, opinó Alberto Manguel en 2014.


La familia, la paternidad, la pareja, la escritura: el Knausgård más sincero y maximalista pone la última piedra en ese monumento literario que es Mi lucha.
Mi lucha, de Karl Ove Knausgård, alcanza el Fin, y lo hace llevándonos hasta el principio: Knausgård, enfrentado a un callejón sin salida literario y un punto muerto existencial, acaba de volcar sus ansiedades (y exponer a sus allegados) en La muerte del padre, y se dispone a publicarla. Se hace fotos para el lanzamiento, se prepara para las primeras entrevistas promocionales, da, nervioso, a leer el manuscrito y recibe respuestas mayormente conformes. Y, de pronto, una bomba anunciada por dos palabras, «Violación verbal», que encabezan el e-mail que a Knausgård le manda su tío Gunnar: un e-mail que lo acusa de haber escrito un libro lleno de mentiras bajo el influjo adoctrinador de su madre, y que anuncia medidas legales si este llega a ver la luz. Una bomba que sacude al autor e impacta contra la línea de flotación de su proyecto, que busca poner la memoria al servicio de la honestidad: Knausgård tendrá que preguntarse si la primera no lo está traicionando, comprometiendo así la segunda, y, en caso negativo, cuáles son los efectos de querer ser honesto a toda costa.
Y, a raíz de ello, el Knausgård más minucioso y exhaustivo, el más desenvuelto y proteico, capaz de entreverar su hiperrealismo doméstico de variadísimas reflexiones y derivas ensayísticas, inicia un excurso de una osadía casi desafiante y una inusual capacidad asociativa donde del peso del nombre en la familia y en la construcción de la identidad se pasa a su peso en la literatura, y de ahí al Holocausto y a Hitler y su Mi lucha, examinando las formas a veces perversas en que puede influir en la realidad la palabra.
Y cuando el excurso termina, de vuelta en casa al otro lado de la palabra, a Knausgård le espera la realidad en toda su crudeza. Fin redobla esfuerzos para conseguir un cierre a la altura de Mi lucha, amplificando las propiedades más relevantes del estilo knausgårdiano: su maximalismo, su libertad formal y expresiva, su transparencia, su urgencia sin maquillar, su capacidad para englobar todo lo que bulle y late en una vida. El resultado regresa al terreno de La muerte del padre y Un hombre enamorado para, potenciando sus logros, entregar páginas agudas e inmediatas, dolorosas y emocionantes, sobre la familia, la paternidad, la pareja, la escritura y el equilibrio inestable que todas ellas mantienen: la encrucijada sobre la que Knausgård ha edificado un monumento literario que ya está, ahora, deslumbrantemente completo.




27. El arte mágico, André Breton. (Traducción de Mauro Armiño. Atalanta)
De las pinturas rupestres a Gauguin pasando por Grecia y Roma, El Bosco y Mondrian, André Breton compuso en 'El arte mágico' (Atalanta) una de sus obras esenciales, una provocadora historia de la cultura desde el punto de vista de su contenido simbólico y surreal.  NURI AZANCOT



28. Testamento de juventud, Vera Brittain. (Traducción de Regina López Muñoz. Periférica / Errata Naturae)


Las intensas memorias de toda una generación. La vida de una mujer durante el primer tercio del siglo XX. Un ambicioso clásico que se reedita constantemente en Gran Bretaña y ha dado origen a películas, series de televisión y obras de teatro.



Vera Brittain dedicó casi veinte años a escribir esta obra portentosa, en la que debía haber espacio «para los seres queridos y también para aquellos a quienes no conoceremos nunca, pero que, no cabe duda, son nuestros iguales». Pocas veces se ha contado la vida de aquella juventud, la que sufrió la Primera Guerra Mundial y la posguerra, con tanta profundidad, elegancia y exactitud. Se combinan aquí las peripecias (siempre verdaderas) de la hija del propietario de una fábrica de papel de provincias que luchaba por emanciparse con las de la joven estudiante de Oxford y con el sufrimiento que esa misma joven, convertida en enfermera, encuentra en el frente durante la guerra; su pasión por el estudio y la literatura con el afecto por muchos de los que la rodearon desde adolescente… Todos sus amigos lucharán en las trincheras, y todos sus amigos vivirán el fin de una época mejor en la que todo parecía más puro e ingenuo.



«Si la guerra me perdona la vida», escribió Brittain a su hermano, «mi único objetivo será inmortalizar en un libro nuestra historia, la de nuestros amigos». Aquel deseo, casi una promesa, se convirtió en uno de los libros de memorias más famosos y conmovedores del siglo XX. A pesar de su interés por ajustarse al marco histórico de lo sucedido y a los datos reales, Vera Brittain, cuando escribe, siempre lo hace en los alrededores de la poesía y de los sentimientos, respaldados por una inteligencia viva y sus fervientes creencias pacifistas y feministas.



Cuando finalmente se publicó, en 1933, Testamento de juventud fue un éxito instantáneo. La primera edición se agotó en pocas semanas; Virginia Woolf anotó en su diario que se sentía impelida a quedarse despierta toda la noche para terminar de leerlo; y cuando apareció su edición americana, The New York Times escribió con entusiasmo que aquella historia autobiográfica era «honesta, reveladora… y desgarradoramente hermosa».



Un clásico emocionante que, al fin, casi noventa años después, podemos descubrir en castellano.





«Nadie debería dejar de leer este libro. Como todos los verdaderos clásicos, tiene algo que decirnos, generación tras generación… Si tienes lágrimas, prepárate para compartirlas». The Sunday Times



«El desgarrador relato de Vera Brittain sobre la forma en que cambió la vida de su generación sigue siendo tan sorprendente y conmovedor como el primer día». The Sunday Telegraph



«Fue una gratísima sorpresa encontrarme con el libro en esta nueva edición y redescubrir lo bueno que es». The Guardian



«Sublime y conmovedor… Un libro extraordinario». Daily Mail



«O cuando todas las plagas de la Biblia caen sobre una mujer a la que adoramos desde las primeras páginas… Pocas escritoras con un mensaje tan rotundo y de tanto calado literario como Vera Brittain». The Times Literary Supplement






29. Cometierra, Dolores Reyes. (Sigilo)

Trabajada a lo largo de varios años -algo que se traduce, entre otras cosas, en la potencia narrativa y la calidad de las voces de los protagonistas-, esta novela breve y original en su concepción es un puñetazo en medio del pecho y, curiosamente, es también al mismo tiempo pura luz. Narrada en primera persona, Cometierra es la historia de una joven vidente a la que recurren vecinos desesperados. Se trata de un ser que tiene la capacidad de darles respuesta a los que buscan y su don la acompaña desde chiquita, desde cuando ella misma era una nena desesperada por la brutal ausencia de su madre.

Cometierra logra ver dónde están los que faltan y para eso, para ver ese más allá que muchas veces es la muerte pero que también puede ser un cautiverio, necesita que le alcancen un puñado de tierra cercana a los cuerpos ausentes. La escena se repite. Ella cierra los ojos, toma el puñado de tierra y lo traga: es en ese acto cuando llega, con más o menos esfuerzo, con más o menos fortuna, el contacto con la imagen esperada, esa respuesta que puede calmar la angustia de los que van tras sus desaparecidos.


30. Un apartamento en Urano, Paul B. Preciado. (Anagrama)


Urano, el gigante helado, es el planeta más frío del sistema solar, y también un dios de la mitología griega. Urano da además nombre al uranismo, concepto forjado por el primer activista sexual europeo, Karl-Heinrich Ullrichs, en 1864 para definir el «tercer sexo». Paul B. Preciado sueña con un apartamento en Urano donde vivir fuera de las relaciones de poder y de las taxonomías sexuales, de género y raciales que la modernidad ha inventado. «Mi condición trans», dice el autor, «es una nueva forma de uranismo. No soy un hombre. No soy una mujer. No soy heterosexual. No soy homosexual. Soy un disidente del sistema sexo-género. Soy la multiplicidad del cosmos encerrada en un régimen epistemológico y político binario, gritando delante de ustedes. Soy un uranista en los confines del capitalismo tecnocientífico.»


Paul B. Preciado

En este libro, que reúne una extensa serie de «crónicas del cruce», relata su proceso de transformación de Beatriz en Paul B., donde las hormonas y el cambio de nombre legal son tan importantes como la escritura. Esta no es solo la crónica de una transición de género, sino también la de una transición planetaria: Preciado analiza otros procesos de mutación política, cultural y sexual, abordando temas diversos, como el procés catalán, el zapatismo en México, la crisis griega, la América de Trump, las nuevas formas de violencia masculina, la apropiación tecnológica del útero, la figura de Assange, el trabajo sexual, el acoso a niños trans o el papel de los museos como motores de una revolución cultural posible.



Paul B. Preciado cuestiona las normas políticas y las fronteras, escruta las estructuras sociales establecidas y las pone en jaque en unos textos que tienen la contundencia de la proclama, y una estimulante radicalidad formal que también cuestiona los límites de lo literario.



Este es un libro valiente, transgresor y necesario que parte de una experiencia personal para cuestionar los fundamentos de una sociedad que excluye la heterodoxia, la problematiza y la convierte en enfermedad. Este es un libro escrito desde la frontera, desde una lúcida radicalidad queer, que busca liberar el cuerpo y la mente de ataduras morales y restricciones políticas.


31. Canto yo y la montaña baila, Irene Solà. (Traducción de Concha Cardeñoso Sáenz de Miera. Anagrama)
32. El negociado del yin y el yang, Eduardo Mendoza. (Seix Barral)
33. Javier Pradera o el poder de la izquierda, Jordi Gracia. (Anagrama)
34. Una odisea, Daniel Mendelsohn. (Traducción de Ramón Buenaventura. Anagrama)
35. España. Un relato de grandeza y odio, José Varela Ortega. (Espasa)
36. Las lealtades, Delphine de Vigan. (Traducción de Javier Albiñana Serraín. Anagrama)
37. La mente de los justos, Jonathan Haidt. (Traducción de Antonio García Maldonado. Deusto)

38. Los testamentos, Margaret Atwood. (Traducción de Eugenia Vázquez Nacarino. Salamandra)


Obra maestra de la literatura distópica, El cuento de la criada se ha convertido en un clásico moderno. Tres décadas más tarde, Margaret Atwood recupera su icónico mundo y lo lleva hasta un final dramático en esta impresionante secuela.



Quince años después de los acontecimientos narrados en El cuento de la criada, el régimen teocrático de la República de Gilead se mantiene en pie, pero está empezando a mostrar signos de descomposición. En este momento crucial, las vidas de tres mujeres radicalmente diferentes convergen, con resultados explosivos. Dos de ellas han crecido en lados opuestos de la frontera: una en Gilead, como la hija privilegiada de un importante Comandante, y otra en Canadá, donde se manifiesta en contra del régimen mientras sigue por televisión las noticias de los horrores que allí acontecen. Ambas pertenecen a la primera generación que va a alcanzar la mayoría de edad desde que existe el nuevo orden, y sus testimonios están trenzados con una tercera voz: la de una de las mujeres más influyentes del sistema, que mueve los hilos del poder de manera despiadada. Sus caminos acabarán por encontrarse, forzando a cada una de ellas a colaborar, a enfrentarse consigo mismas y a decidir dónde pondrán los límites en la lucha por sus ideales.



A medida que desarrolla estas tres voces, Margaret Atwood profundiza en los recovecos más recónditos de Gilead, y logra, gracias a su virtuosa capacidad para recrear un mundo nuevo, que Los testamentos sea una mezcla triunfal de suspense e ingenio.





39. Sidi. Un relato de frontera, Arturo Pérez-Reverte. (Alfaguara)









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