martes, 29 de agosto de 2017

Muere Mireille Darc, la mujer con el escote más turbador de la historia




Muere Mireille Darc, la mujer con el escote más turbador de la historia


Su relación con Alain Delon duró más de una década, pero ella siempre será recordada por el espectacular vestido de Guy Laroche que lució en 'El gran rubio con un zapato negro'

Por IANKO LÓPEZ
28 de agosto de 2017 / 15:37


Allí trabajó como modelo y empleada doméstica (cuidó de los niños y los perros de una condesa) hasta conseguir sus primeros papeles en teatro y televisión. Eligió “Darc” como apellido artístico a modo de homenaje a Juana de Arco (“Jeanne d’Arc”), y parece que encomendarse a la santa nacional por excelencia le aportó la suerte buscada. Tras llamar la atención del público francés en diversas comedias -en 1963 interpretó a la hija de Louis de Funèsen Pouic-Pouic–, hizo lo propio con el director Georges Lautner, que la requirió primero para encarnar a una mujer liberada en la película Galia (1966) y que no se separaría de ella a lo largo de otras doce películas.

Mireille Darc nunca logró convertirse en una auténtica celebridad mundial ni en una actriz tan respetada como una Catherine Deneuve o una Romy Schneider –por citar dos componentes del star system francés de su generación–, pero el público galo siempre agradecía la presencia de aquella encantadora rubia platino. Fuera de las pantallas, mantuvo una larga y muy publicitada relación con Alain Delon, con el que también compartió plató en numerosas ocasiones. Contaba ella que casi diez años antes de comenzar el idilio –se enamoraron durante el rodaje de su primera película juntos, Jeff(1969)– ya se habían cruzado por la calle: “Alain me miró, yo le miré, nos sonreímos, y ya está. No hubo tilín. Lo encontré estupendo, pero no me dije: ¡Oh, es el hombre de mi vida!”.
La relación duró más de una década, y terminó cuando él la abandonó por Anne Parillaud, a la que había conocido en el rodaje de Pour la peau d’un flic (1981). Pero siguieron siendo amigos toda la vida. Incluso el hijo de Alain con su primera esposa Nathalie, Anthony Delon, declararía: “Para mí, la mujer de Delon no era mi madre, sino Mireille Darc”. Alain y Mireille nunca tuvieron hijos: los médicos lo habían desaconsejado debido a una enfermedad cardiaca congénita de ella, que la haría pasar por el quirófano en diversas ocasiones y que ya le dio tres sustos en forma de derrames cerebrales en 2016 antes de llevarse su vida anoche.
Cuando en 1972 fue contratada para interpretar a una atractiva agente secreta en la comedia de espías y equívocos El gran rubio con un zapato negro, su papel requería exactamente ocho días de rodaje. Mireille pensó que ocho días no son muchos para generar una impresión duradera en el espectador, y que algo llamativo tenía que sacarse de la manga para no ser completamente eclipsada por su compañero de reparto, el histriónico Pierre Richard. Así que acudió a su amigo el modisto Guy Laroche, y entre los dos pergeñaron aquel vestido, que por delante parecía apto para una visita dominical a las ursulinas y por detrás sería capaz de causar estragos en el escenario del Crazy Horse.
Mireille Darc y Alain Delon en 2012.
El escote posterior no solo desvelaba generosamente la chute de rein de la usuaria sino que, gracias a la adición de una simple cadenita dorada, fetichizaba turbadoramente esta parte de su anatomía. Cuando ya en pleno rodaje Yves Robert, el director, vio aquello, no estaba muy seguro de que le gustara para su película: una cosa era que el público recordara a la protagonista después de encenderse las luces, y otra muy distinta que todo el argumento perdiera automáticamente relevancia a la media hora de empezar.
Mireille lo convenció para que el vestido se quedara, y también para que nadie le dijera nada a Pierre Richard, que al rodarse la escena reaccionó con genuina sorpresa. ¿Cómo no iban los espectadores a identificarse con él? Obviamente, la película obtuvo un éxito extraordinario: empezó regular en la taquilla, pero enseguida un entusiasta boca-oreja cumplió su labor y consiguió que se vendieran solo en Francia más de tres millones y medio de entradas. El bombazo se extendió después al resto del mundo, hasta el punto que, ya en los 80, se rodaría un remake americano con Tom Hanks bajo el título El hombre con un zapato rojo. Hubo también una segunda parte con los mismos actores, El regreso del gran rubio (1974), en la que se repitió la jugada con el vestido, esta vez cambiando el color negro por blanco.
Aquel traje representaba limpiamente el espíritu de esa Francia hedonista, sexy y coquine –esa Francia también un poco pasadita de testosterona, para qué vamos a negarlo– de los años 70, la de la revista Lui o el citado cabaret Crazy Horse. Pero además resultaba terriblemente sofisticado, e incorporaba un factor sorpresa ante el que solo cabía rendirse. Darc, huelga decirlo, logró su propósito de no pasar inadvertida. Quizá lo logró en mayor medida de lo que habría deseado, ya que desde entonces nunca pudo sustraerse al peso de aquella breve escena. Pese a otros éxitos en la pantalla grande, quedó encasillada en papeles de rubia burbujeante, y a partir de cierto momento trabajó casi exclusivamente para televisión. Mujer con talento e inquietudes, también dirigió documentales y una película de ficción, La barbare (1989), con Ángela Molina.
La actriz fotografiada en 1967.
En 1983 había sufrido un gravísimo accidente de coche que le fracturó la columna vertebral, del que finalmente pudo recuperarse. Alain Delon, por cierto, siempre estuvo a su lado durante aquel mal trago. Siguieron trabajando juntos, más recientemente en la serie Frank Riva (2003) y en una adaptación de Los puentes de Madison (2007). Además del actor, tuvo otros dos compañeros sentimentales importantes: Pierre Barret (director del semanario L’Express, fallecido prematuramente en 1989) y el arquitecto Pascal Desprez, con el que se casó en 2002. Entre los aspectos más pintorescos de su existencia, contaba en su autobiografía (reveladoramente titulada Mi padre), cómo en 2007 tuvo un encuentro con una médium que le aseguró que su auténtico padre era un marinero de paso, fallecido en Indochina durante la II Guerra Mundial.
Mireille Darc obtuvo la Legión de Honor en 2006, pero la mayor parte de los artículos y obituarios que hoy se publican sobre ella en Francia –de Instagram ni hablamos– hacen referencia al traje negro de Guy Laroche. El famoso vestido ha participado en varias exposiciones de moda, y ya fue objeto de un homenaje cuando, en 2013, las aspirantes el título de Miss Francia desfilaron con atuendos similares. La propia Mireille Darc acabaría donándolo al Louvre. “No soportaría ver otro par de nalgas dentro de él”, declaró con humor.

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