viernes, 25 de agosto de 2017

El aura de Bowie impregna las calles de Londres

David Bowie
Poster de T.A.

El aura de Bowie 

impregna las calles de Londres

La ciudad celebra conciertos, protege murales y señala rutas con la vida del cantante a un año de su muerte


Pablo Guimón
Londres, 10 de enero de 2017

Inquietud entre los congregados en torno al altar callejero en memoria de David Bowie en Brixton, el que fuera barrio londinense del artista. Dos operarios tapan parsimoniosos su retrato, quebrado por un rayo en su encarnación de Aladdin Sane, con una gran lámina blanca. El mural, pintado por el artista callejero australiano James Cochran en 2013, se ha convertido en espontáneo templo y centro de peregrinación de sus seguidores desde que el creador de Ziggy Stardust volviera a las estrellas el 10 de enero de 2016, en el primero de un hilo de decesos que tejió un año negro para la música pop.
Al rato, uno de los operarios desvela el misterio: cuando retiren la pegatina blanca que lo cubre, asegura, podrán comprobar que se trata en realidad de una lámina de policarbonato transparente destinada a proteger temporalmente la pieza ante el aluvión de dedicatorias que se espera en las próximas horas. Apenas cabe una frase más en este trozo de pared de la trasera de unos grandes almacenes, frente a la estación de metro de Brixton. Y eso que, en julio, el exceso de verborrea obligó a repintar algunas partes del mural. Desde entonces un cartel pide "amablemente" a los peregrinos que escriban sus mensajes y dedicatorias "en los márgenes del mural" y "no encima de David o de las esferas".
"Abrumada por la efusión de afecto", la autoridad local de Lambeth, distrito al que pertenece Brixton, anunció en marzo pasado sus planes para proteger urbanísticamente el mural y renombrar el lugar en su honor. Los centenares de dibujos, fotografías y objetos depositados son trasladados periódicamente a los archivos locales. Peor suerte corren, inevitablemente, los ramos de flores que se ofrecen a la memoria del delgado duque blanco. Como las rosas blancas, adquiridas en el puesto estratégicamente situado al otro lado de la calle, que depositaban este lunes bajo la lluvia las hermanas Emily y Megan, de 17 y 23 años, llegadas de un pueblo del sur de Gales.
Estos primeros días de enero Bowie vuelve a vivir en Londres. Los fastos arrancaron el viernes, con veladas dedicadas a la memoria del artista en garitos de Brixton. Al día siguiente arrancaba, junto a la estación de metro del barrio, el primer tour de David Bowie, que conducirá cada sábado a los curiosos, previo desembolso de 10 libras, por los escenarios tempranos de la estrella: desde su casa natal en Stansfield Road hasta la peluquería en la que se creó el peinado de Ziggy Stardust. Y ayer, domingo, coincidiendo con el que hubiera sido el 70 cumpleaños de la estrella, se celebró en la Brixton Academy un concierto homenaje, organizado por su amigo el actor Gary Oldman, en el que músicos que tocaron con Bowie y célebres compañeros del artista reinterpretaron su repertorio durante tres horas. Los beneficios del bolo, que había colgado el cartel de no hay entradas hace semanas y se repetirá por otras ciudades del mundo, se destinarán a causas benéficas.
La industria discográfica, estimulada por el abrumador éxito de Blackstar, el álbum que lanzó Bowie poco antes de morir, celebrado casi unánimemente como uno de los discos más importantes del año pasado, no ha querido desaprovechar el potencial del aniversario. El domingo, Sony lanzó, solo en formato digital, el EP No plan. Contiene cuatro canciones: Lazarus, segundo sencillo del último álbum de Bowie, y otros tres temas grabados también durante las sesiones de Blackstar. Estos ya vieron la luz en octubre del año pasado en el álbum que contenía los temas del musical Lazarus, escrito por Bowie y Edna Walsh. Dicho musical, al que el artista dedicó sus últimas energías, sigue en cartel en Londres hasta el próximo día 22 y apenas quedan ya entradas.
También la BBC se sumó al aniversario con el estreno, el sábado, del documental The last five years. La cinta investiga los últimos cinco años de vida de la estrella y trata de desmentir la extendida creencia de que Lazarus, su último sencillo, fue una premeditada despedida de sus fans: según esta película, Bowie no supo que el cáncer que padecía era terminal hasta tres meses antes de morir, mientras rodaba el videoclip de la canción, que había sido guionizado con antelación.
Todo ello mantiene vivo el aura de Bowie, que se resiste a abandonar este rincón de Brixton que este martes, con toda seguridad, visitarán centenares de seguidores. Fans para los que la figura de Bowie trasciende lo musical y se convierte en una razón para ser feliz. Como Stacy, que escribió a los pies del mural: “Si estás triste, simplemente recuerda esto: la Tierra tiene 4.543 millones de años y te las has arreglado para existir al mismo tiempo que Bowie”.


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