domingo, 24 de mayo de 2020

Woody Allen contraataca a Mia Farrow: crudos detalles en sus memorias


Woody Allen y Soon-Yi Previn con sus dos hijas
El cineasta Woody Allen, en compania de su esposa Soon-Yi Previn y sus hijas, saluda en Oviedo, en el año 2002, cuando recibió el premio Príncipe de Asturias.


Woody Allen contraataca a Mia Farrow: crudos detalles en sus memorias

Su autobiografía 'Apropos of Nothing está llena de oscuras intimidades de la actriz y sus hijos.


Julio César Guzmán
19 de abril de 2020
“A Mia (Farrow) le gustaba adoptar, le encantaba la emoción, como cuando uno compra un juguete nuevo; le gustaba la reputación de santa, la publicidad de admiración, pero no le gustaba criar a los niños y realmente no los cuidaba (...). No es de extrañar que dos de sus niños adoptados se hayan suicidado, un tercero lo contempló, y que Mia haya abandonado a otra hija encantadora que resultó VIH positiva a los 30 años y murió sola de sida en el hospital, una mañana de Navidad”.Con sentencias de esta crudeza, Woody Allen responde finalmente a la fama de abusador sexual y padre incestuoso que le generó su exnovia Mia Farrow. Son muchos los párrafos escandalosos que salpican su autobiografía 'Apropos of Nothing' (A propósito de nada), que lanzó la editorial Arcade hace menos de un mes y causó de inmediato controversia global.
La polémica empezó incluso antes de la publicación, pues otra firma, Hachette, que había adquirido los derechos, desistió de estos tras las protestas de algunos de sus empleados y la presión del hijo de Farrow y Allen, Ronan Farrow, quien amenazó con abandonar ese sello editorial, que ganó millones de dólares por sus denuncias sobre Harvey Weinstein.
La disputa Allen-Farrow se remonta a 1992, cuando la hija adoptiva de ella Soon-Yi Previn comenzó una relación sentimental (y sexual) con el cineasta y Farrow la descubrió por unas fotos eróticas que encontró en el apartamento de él (Mia y Woody nunca vivieron juntos), tras lo cual gritó a los cuatro vientos que él había violado a una de sus hijas, menor de edad y un poco “retardada”.

El creador de películas de culto como 'Annie Hall', 'Manhattan' o 'Blue Jasmine' lanza el contragolpe: niega haberse aprovechado de su noviazgo con Farrow para seducir a la hija de esta, con quien no tenía ninguna relación familiar y que ya era mayor de edad: tenía 22 años y estudiaba en la universidad. Además, acusa a Farrow de menospreciar y maltratar a quien hoy es su esposa (adoptada en Corea del Sur, cuando tenía 7 años), desde el mismo día en el que la adoptó:

“Mia llevó a Soon-Yi a su habitación de hotel, la sumergió en una bañera y la dejó allí sola. Nunca antes había estado en una bañera, no hablaba inglés y no sabía lo que estaba pasando. Mia era estricta e impaciente, con un temperamento feroz. Con el tiempo trató de enseñarle inglés a Soon-Yi, lo cual no era sencillo para una huérfana de 7 años. Mia despertaba a Soon-Yi en medio de la noche para gritarle por no aprender lo suficientemente rápido. La niña tenía problemas con el inglés, y Mia se enojaba y se frustraba. Más tarde castigó la incapacidad de Soon-Yi para aprender a deletrear más rápido sosteniéndola boca abajo, alzándola en vilo y amenazando con meterla en un manicomio si no aprendía pronto. En ese momento, Mia y su esposo André Previn no se llevaban bien, y tenían peleas cuyos gritos despertaban a Soon-Yi y la aterrorizaban”.
Inocencia interrumpida
El punto más sórdido de la confrontación se produjo el mismo año 1992, cuando la célebre actriz llevó al cineasta a los tribunales y lo acusó de haber “tocado inapropiadamente y asaltado sexualmente” a la hija adoptiva de los dos, Dylan, quien apenas tenía 7 años.

Allen reivindica que dos investigaciones profesionales lo declararon inocente y que incluso sugirieron que un testimonio de la niña, grabado en video por su madre, había sido manipulado: “La Clínica de Abuso Sexual Infantil Yale-New Haven, la entidad más reconocida en EE. UU. sobre el tema –dice la autobiografía–, fue contratada por la Policía y concluyó: ‘Nuestra opinión experta es que Dylan no fue abusada sexualmente por el señor Allen. Además, creemos que las declaraciones de Dylan en video y durante nuestra evaluación no se refieren a eventos reales que le hayan ocurrido”.

El informe se inclinó por considerar que esas declaraciones fueron una mezcla de haber sido “inventadas por una niña emocionalmente vulnerable que estaba atrapada en una familia perturbada” y que “Dylan fue entrenada o influenciada por su madre, la señora Farrow”, según consta textualmente en el archivo.

De hecho, Allen cita una discusión insólita durante el juicio: “Mia describió en detalle cómo Dylan abrazó a Lark (otra niña adoptada), sacudida por la experiencia, y derramó su corazón en su hermana, quien la calmó. Yo, zorro cauteloso que era, escuché atentamente a Mia dramatizar la historia a los investigadores, y esperé para sacar mi as de la manga. Le dije: “¿Me estás diciendo que Dylan estaba tan traumatizada que huyó llorando a los brazos de Lark?” Mia se mantuvo firme, restregando la necesidad que tenía la niña de ser ayudada por su hermana mayor. “¿Por qué pregunta?”, me indagaron los investigadores (...). “Porque Lark no estaba en Connecticut cuando dijiste que sucedió. Estaba en Nueva York, así que, ¿cómo pudo Dylan correr y abrazarla?”. Un silencio incómodo llenó el aire, y Mia, luchando por una respuesta y pensando de pie, dijo: “Sé que Lark estaba en Nueva York en ese momento, pero Dylan la abrazó espiritualmente”.

El proceso se ensució tanto que en algún momento los abogados de Farrow acusaron a Allen de pagar por prostitutas para tener sexo ilícito. Las pruebas fueron fotocopias de una tarjeta de crédito a su nombre. Pero una investigación más profunda encontró que la tarjeta pertenecía a otra persona llamada Woody Allen, un pobre sujeto del medio Oeste que, de visita en Nueva York, decidió pagar por servicios sexuales.

Las memorias del humorista no son su única defensa. Hace dos años, otro de los hijos comunes, Moses Farrow, escribió un blog titulado 'Un hijo alza la voz', en el que cuestionó duramente a su madre. Relató, por ejemplo, los hechos oscuros que condujeron a la muerte de una de sus hermanas adoptadas, Tam Farrow: “La mayoría de las fuentes de los medios afirman que mi hermana Tam murió de ‘insuficiencia cardíaca’ a la edad de 21 años. De hecho, Tam luchó con la depresión durante gran parte de su vida, una situación exacerbada por mi madre, quien se negó a buscarle ayuda, insistiendo en que Tam era ‘temperamental’. Una tarde de 2000, después de una pelea final con Mia, que terminó con mi madre saliendo de la casa, Tam se suicidó por sobredosis de píldoras”.

En el otro extremo de la balanza está el ya mencionado Ronan Farrow (uno de los once hijos que tiene hoy Mia), defensor a ultranza de su madre y quien ha apuntado a la cabeza de su padre biológico (aunque Woody Allen, revela que el verdadero padre pudo haber sido Frank Sinatra) desde cuando escribió una resonante columna en 2016 que aseguraba: “Poco antes de que la historia de (Bill) Cosby explotara nuevamente, mi hermana Dylan Farrow escribió sobre sus propias experiencias, alegando que nuestro padre, Woody Allen, la había ‘peinado’ de forma inapropiada cuando era niña y la había agredido sexualmente cuando tenía 7 años. Estar en los medios de comunicación cuando la historia de mi hermana llegó a los titulares, y el motor de relaciones públicas de Woody Allen se puso en marcha, me dio una ventana sobre cuán potente puede ser la presión para tomar el camino fácil. Todos los días, los colegas de las organizaciones de noticias me enviaban los correos electrónicos lanzados por el poderoso publicista de Allen, quien años antes había organizado una campaña publicitaria sólida para validar la relación sexual de mi padre con otra de mis hermanas”.

Ronan, quien se cambió el nombre original que le puso Allen (Satchel), tampoco escapa a las revelaciones de la autobiografía recién publicada: “Desde su nacimiento –dice Allen–, Mia expropió a Satchel. Se lo llevó a su habitación, su cama, e insistió en amamantarlo. Ella seguía diciéndome que tenía la intención de hacerlo durante años, y que los estudios antropológicos habían mostrado resultados positivos de las tribus donde la lactancia materna dura mucho más que en el Upper West Side. Años más tarde, dos mujeres muy profesionales y perspicaces que trabajaban en la casa de Mia, Sandy Boluch y Judy Hollister, la primera como niñera y la segunda como ama de llaves, describieron numerosos incidentes. Sandy informa haber visto a Mia dormir a veces desnuda con Satchel (ahora Ronan) varias veces hasta que tenía 11 años. No sé qué dirían los antropólogos sobre eso, pero puedo imaginar lo que dirían los muchachos en un salón de billar”.
El cine y otros demonios
Más allá de las amargas confidencias de 'Apropos of Nothing', su lectura es una delicia para quienes han seguido la prolífica carrera de Allen, quien hasta hoy ostenta más de 50 títulos como director de cine, 80 guiones, obras de teatro exitosas en Broadway, montajes de ópera en La Scala de Milán y en Los Ángeles, 19 nominaciones al Óscar (sin contar las de los actores de sus películas) y 22 a los premios del gremio de escritores de EE. UU. Postulaciones que podrían haber sido más numerosas sin la antipatía que le depararon sus escándalos y su desprecio por posar en las galas de Hollywood.

Cuando 'Annie Hall' arrasó en los Óscar de 1978, incluyendo las estatuillas de mejor película y mejor director, Woody Allen inauguró su hábito de faltar a las entregas de premios: “La noche de la ceremonia estaba tocando jazz en Nueva York –escribe en sus memorias–. Recuerdo haber tocado Jackass Blues, una canción que hizo famosa King Oliver. Usé mi concierto como excusa, pero no habría ido si estuviera libre. No me gusta la idea de dar premios por cosas artísticas. No están creadas con el propósito de competir; están hechas para satisfacer una comezón artística y, con suerte, entretener”.

Recorrer las páginas de su infancia, tocada por su afición a la magia, y sus encuentros posteriores con legendarios cineastas, escritores, filósofos, políticos y toda suerte de personajes es como caminar dentro de una de sus películas, a veces profunda, a veces ligera; ahora trágica, como 'Crímenes y pecados', luego sublime, como 'Stardust Memories'. Pero siempre escuchando mentalmente el clarinete de fondo de su jazz nostálgico.

También hay giros cómicos, como cuando viajó en el avión oficial de Disney rumbo a Los Ángeles para hacer la voz de Z en 'Hormigaz' y escuchó que las instrucciones del cinturón de seguridad y los chalecos salvavidas llegaban por los altavoces con la voz de Mickey Mouse: “Qué inquietante, pensé, hay un roedor en los controles”.

Su capítulo final (el de su autobiografía, quiero decir) es una oda a la melancolía y el nihilismo. “Tengo 84 años; mi vida está casi terminada. A mi edad, estoy jugando con las últimas monedas. Como no creo en el más allá, no puedo ver ninguna diferencia práctica si la gente se acuerda de mí como director de cine o pedófilo, o de cualquier otra forma. Todo lo que pido es que mis cenizas se esparzan cerca de donde haya una droguería”.

El viejo Allen seguirá haciendo películas, como hoy, cuando trata de terminar 'Rifkin’s Festival', en contra del bloqueo financiero y artístico que le han impuesto. Sus fieles seguidores la esperamos impacientes. “Trabajo todo el día –concluye– y generalmente trabajo al menos una parte de todos los días de la semana. No es porque sea un adicto al trabajo, sino porque el trabajo me impide ver el mundo, uno de mis lugares menos favoritos”.
Frases ingeniosas del libro
“Me parece que la única esperanza para la humanidad reside en la magia. Siempre he odiado la realidad, pero es el único lugar donde puedes conseguir buenas alitas de pollo”.

“He sido muy afortunado en que casi todos los que he idolatrado parecen disfrutar lo que hice: Groucho, Perelman, Ingmar (Bergman), Tennessee Williams, (Arthur) Miller, Kazan, Truffaut, Fellini, García Márquez, Wislawa Szymborska, por nombrar algunos. A menos que sea una especie de broma en la que todos están metidos”.

“Los que hacemos películas no sabemos casi nada. No es una ciencia exacta, y cada cinta es una experiencia nueva con problemas únicos. Usas tu cerebro, usas tu experiencia en la medida en que significa algo, pero principalmente usas tu instinto”.

“En lugar de vivir en los corazones y la mente del público, prefiero vivir en mi apartamento”.
EL TIEMPO

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