sábado, 5 de octubre de 2019

Cómo estaremos de mal que Carolina Sanín es nuestra gran intelectual



Cómo estaremos de mal que Carolina Sanín es nuestra gran intelectual

Cómo estaremos de mal que Carolina Sanín es nuestra gran intelectual

“En un país machista, que cree que la mujer debe permanecer en la cocina o no es capaz de ser inteligente, está más que claro por qué su figura resulta llamativa”
Por: Alejandra Santacruz junio 19, 2019


En un país con los doctores contados y con una pobre oferta de profesores especializados es normal que una persona que haya adquirido un doctorado sea vista con buenos ojos como una autoridad en su materia y, a veces también, como un faro público. Algo parecido sucede con Carolina Sanín, quien, tras su despido de la Universidad de Los Andes, goza de presencia en medios de comunicación por escándalos, pero también por su redacción de columnas (¡es una excelente columnista!). Y mi queja frente a la profesora Sanín reside precisamente en que ser figura pública conlleva consigo una responsabilidad pública.
Las declaraciones de Sanín respecto al estudiantado uniandino, además de su comportamiento en general y su trato hacia otras personas, dejan mucho que desear. A diferencia de lo que se piensa, no me refiero a que la profesora Sanín cometa un delito o haga apología de estos, me estoy refiriendo simplemente a que para mí Sanín no debería ser considerada un ejemplo de la intelectualidad colombiana —o quizá sí y por eso estamos como estamos—.
Quisiera simplemente enumerar las situaciones en las que he encontrado gran descontento frente a la profesora para señarlas públicamente y con eso dar cierre de alguna forma a este tema:
1. Sanín no toma responsabilidad de aquello que pública ni de aquello que realiza. Esto está relacionado con el tema de su despido de la Universidad de Los Andes. En un tuit Carolina Sanín dijo que denunciaría a Pablo Navas (un pésimo rector, aclaro, pero no eso significa que no le atine a algo) por calumnia puesto que este había argumentado que el despido de la profesora había sido realizado por estudiantes y profesores. Sanín en Twitter estipuló que durante el proceso no había quejas de estudiantes y que las quejas de estudiantes no existieron. Como estudiante de la Universidad de los Andes quisiera aclarar que las quejas sí existieron en ese entonces y fueron enviadas en una carta junto con firmas a la decana Zabaleta del departamento de Humanidades. Durante días varios estudiantes recogimos firmas puesto que considerábamos que el que Sanín nos comparase con delincuentes y dijese que comparábamos nuestros títulos iba en contra de nuestro derecho al buen nombre. De hecho, Sanín fue despedida por una iniciativa estudiantil, no por Navas, no por ser mujer, no por ser de izquierda y, por supuesto, tampoco por ser mala docente, en honor a la verdad, es una buena docente.
2. Sanín humilla a sus contendores. Que en Twitter se realicen publicaciones agresivas, que insulte a Abad, que haga uso de un lenguaje soez a mí me tiene sin cuidado. Puede hacerlo: tiene derecho, las groserías también son lenguaje y ofender hasta cierto punto estaría bien si a quien se ofende también realiza alguna agresión. Lo que no tolero es que se ofenda aprovechándose de su relación de poder. Si ofende a Abad, él bien puede devolverle la ofensa, a un tuitero, también, pero en otras situaciones donde ella tiene una ventaja saca provecho de esto y es antiético. Un ejemplo que recuerdo vivamente fue cuando realizamos un evento en la universidad y el fotógrafo encargado estaba tomándole fotografías mientras hablaba, momento en el que aprovecha para gritar en el micrófono de manera poco asertiva que dejara de tomar fotos, que le molestaba. El tono, la forma en que se dirigió a alguien que, humildemente, realiza su trabajo de tomar fotografías deja mucho que desear para quien dice estar “en defensa de los menos favorecidos”.
3. El uso y abuso de “la intelectualidad”. Esto lo realiza constantemente y explicaría por qué tiene tantos seguidores. Es que en un país machista, que considera que la mujer debe permanecer en la cocina o no es capaz de ser inteligente, está más que claro por qué la figura de Carolina Sanín resulta llamativa: una mujer atractiva que hace uso de su inteligencia para vender humo. Ponga un video de Carolina Sanín, ponga su voz más grave y el rostro de un hombre y verá que aquello que dice no es ni intelectual ni fundamentado: que Fernando Vallejo supuestamente es un gran creyente porque blasfema, que en el relato de la metamorfosis hay una relación con el incesto, que la tauromaquia expresa una represión de la homosexualidad, que llamar a los paramilitares como paras es [un] apócope y que entonces uno les dice así porque les tiene cariño. Todos usos de palabrería, abuso de la semántica, del psicoanálisis que no se fundamenta, sino que son lanzadas al aire sin argumentación posterior. Y cuando se le pide argumentación o explicación o peor aún, se le aclara algo, simplemente reciben las respuestas de siempre: que hay falta de comprensión lectora, que es lo que ella ve y de eso se trata (porque solo ella ve), que la contraargumentación se da porque no se soporta (si se es hombre) la inteligencia de una mujer, etc; todo eso acompañado seguramente de alguna corrección ortográfica o gramatical de quien escribe su nombre en minúsculas.
Por ende, quisiera pedir, al público de Sanín y en general a nosotros: por favor, dejemos de hacer famosa a alguien así. Si queremos seguir intelectuales tendremos que buscarlos raspando un poco más, con mayor esfuerzo. Y de paso también como mujer quisiera pedir: seamos conscientes de nuestro machismo, a ver si así, de una vez por todas, apreciamos a las mujeres no por su rostro sino sus aportes a la sociedad y su comportamiento ético, como creo yo, deberíamos exigir también a los hombres.

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