lunes, 20 de agosto de 2018

Maltratos, alcohol y abandono / El drama de Aretha Franklin, la reina del soul



Aretha Franklin y Glynn Russell  caminan hacia el altar
11 de abril de 1978

Maltratos, alcohol y abandono: el drama de Aretha Franklin, la reina del soul

Pablo Scarpellini
Los Angeles, 18 de agosto de 2018



La cantante se maquilla en 1969 antes de salir a actuar en el Newark Symphony Hall de Nueva Jersey.


Tuvo su primer hijo con 12 años; el segundo, con 14. Su primer marido la maltrataba y lidió contra el alcohol. Ha muerto tras luchar contra el cáncer
Detrás de la voz rotunda hubo siempre un drama. En eso la vida de Aretha Franklin no fue muy diferente a la de otras divas de la canción. Etta James o Tina Turner tuvieron infancias complicadas y fueron víctimas de abusos físicos y psicológicos sin que el tamaño de su talento pudiese mediar en el asunto.
A Franklin, nacida en una casa humilde del Memphis de 1942, le tocó aguantar la traumática carga de un embarazo a los 12 años y otro a los 14, fruto de relaciones con dos jóvenes distintos. También tuvo que lidiar con un padre mujeriego y autoritario, además de la separación de sus progenitores cuando sólo tenía seis años, la muerte de su madre a los 10 y la carga pesada de su alcoholismo más la guerra constante con el sobrepeso. No faltarán los psicólogos que se lo achaquen a lo que tuvo que vivir la joven Aretha durante su infancia y juventud.
"Tuvo una infancia dura", admitió a la revista People uno de sus biógrafos, David Ritz, y una necesidad imperiosa de mantener las partes oscuras a cubierto, siempre tratando de mostrar una cara mucho más amable que lo pasaba de puertas para adentro. Al principio se creyó que su primer hijo podía ser de su padre, Clarence LaVaughn C.L. Franklin, un pastor de una iglesia baptista en Detroit muy poco convencional. Una de las biografías de su hija asegura que era aficionado a las orgías bajo el mismísimo techo del templo en el que daba sus sermones de voz cavernosa.
Al final, resultó ser de un niño de su mismo colegio, un tal Donald Bruk, ydos años más tarde volvió a dar a luz, de nuevo un varón aunque de distinto padre. Esos dos golpes prematuros en la vida no frenaron sus ansias. Aretha quería ser cantante y no dudó en marcharse a Nueva York con 18 años y no mirar atrás. A los niños los criaron su abuela y la hermana de ésta.





Allí conoció a Ted White, su primer marido, el hombre del que se separó por las presuntas palizas que le pegaba. Ya desde el principio de su carrera Franklin se topó con los tabloides, como explica Ritz, cuando se empezaron a filtrar las agresiones del hombre que también ejercía de mánager de la cantante. Ella detestaba esos rumores y se empeñaba en desmentirlos. "Había historias que la pintaban como víctima de violencia doméstica y a ella no le gustaba", explica Ritz. "No le gustaba la imagen de ser una mujer maltratada. Adoraba el blues, pero no quería ser percibida como una figura trágica del blues".
Pese a la imagen de perfección que pretendía proyectar, se separó de White en 1969, poniendo fin a un matrimonio que comenzó cuando la cantante tenía 19 años. Además de los abusos físicos, entre ellos hubo muchas disputas en el ámbito profesional. Antes del divorcio, cesó a White como mánager y a eso le siguieron las órdenes de alejamiento. Todo ello aderezado por fuertes etapas de alcoholismo antes de volver a la sobriedad en los 70.

¿Abandonada por su madre?

Tampoco estaba de acuerdo con las versiones que hablaban del abandono de su madre, que decidió trasladarse a Buffalo (Nueva York) tras las varias infidelidades su marido. "De ninguna forma o manera nos abandonó nuestra madre", dijo la propia cantante en su autobiografía, Aretha: From These Roots. "Era extremadamente responsable, amorosa y protectora". Jamás habló de su vida turbulenta en público ni del cáncer que padecía desde hacía años, pese a haber acabado con la vida de tres hermanos. Las únicas pistas que dejó caer llegaron a través de su música, de las letras de canciones como Think, Chain of Fools y The House that Jack Built, temas donde se adivinaban sus problemas maritales.





No fue, tampoco, una mujer rencorosa. Pese a la relación tormentosa con su padre, optó por estar a su lado hasta el final. A Franklin le pegaron un tiro en la cabeza en 1979 en un robo a mano armada en su casa de Detroit. La reina del soul estuvo haciendo el viaje entre Los Angeles y Detroit una vez al mes para estar junto a él hasta el final, en 1984. Ya para entonces se había instalado de vuelta en Detroit, coincidiendo con el final de su segundo matrimonio con el actor Glynn Turman. En uno de sus viajes le cogió miedo a volar y decidió no volver a montarse en un avión hasta nueva orden. Fue un bimotor que atravesó turbulencias y de donde pensó que no salía, viajando en autobús de concierto en concierto desde entonces.
Aún así, no faltó nunca a las citas importantes. Cantó para tres presidentes demócratas en sus actos inaugurales, siendo el de Barack Obama el más reciente y recordada en enero de 2009. 
"(Franklin) Nos ayudó a sentirnos más conectados, más esperanzados, más humanos. Y a veces ella nos ayudaba a olvidarnos de todo lo demás y bailar", escribió el ex presidente en su despedida a la artista. "Aretha puede haber pasado a un lugar mejor, pero el don de su música permanece para inspirarnos a todos. Que la reina del soul descanse en paz eterna".

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