lunes, 17 de marzo de 2014

Léa Seydoux / Las risas de la bella Seydoux


Léa Seydoux

Las risas de la ‘bella’ Seydoux


La actriz interpreta al personaje del clásico cuento de hadas en una versión de Christophe Gans con Vincent Cassel como Bestia



Léa Seydoux en un cartel de 'La bella y la bestia' de Christophe Gans.
Léa Seydoux no puede parar de reír. Se ríe al descolgar el teléfono por primera vez, disculpándose por la hora de retraso. Se ríe la segunda vez que lo descuelga, 20 minutos después, pidiendo de nuevo perdón por "no saber usar bien mi teléfono". Se ríe si se le pregunta por Vincent Cassel como Bestia, por el cambio tan radical de registro de La vida de Adèle y hasta por las malas críticas de su última película, la adaptación de este cuento que vuelve a sus raíces cinematográficas francesas tras la inolvidable versión de Jean Cocteau con Josette Day y Jean Marais de 1946.
Seydoux es consciente de que esta no es la película que esperaban los que se fascinaron con su interpretación de la artista de cabellos azules en La vida de Adèle. Pero no le importa, porque está convencida de querer llevar una doble vida frente a la cámara: "Me encanta hacer blockbusters. Y me encantan también hacer películas más intimistas. Creo que no tengo por qué elegir". La razón de encariñarse con el cine más comercial, muy de actor: "Te ve mucha más gente. Llegas a todo tipo de público. Y además son muy divertidas de hacer, ¡Correr de aquí para allá!". Cómo no, se ríe al decirlo.

Léa Seydoux
Claro que los blockbusters también tienen su contrapartida. Que con un director como Christophe Gans (El pacto de lobos, Silent Hill) ya se sabe lo que toca: grúa por aquí, grúa por allá, y una omnipresente pantalla verde. Esta última era el verdadero enemigo de Seydoux durante el rodaje. "¡Es que todo era verde! La mayoría del rodaje tuvimos que imaginárnoslo todo". Claro que tanta dependencia de lo digital también daban oportunidades para el pasatiempo favorito de esta Bella, las carcajadas. Muchas de ellas fueron a costa de su monstruosa pareja de baile, Vincent Cassel, que apenas sale como tal en la película porque se pasa la mayoría del metraje como un Bestia CGI (creado por ordenador), lo que le obligaba a vestir el aparatoso traje de captura de movimiento: "¡Se suponía que me tenía que dar miedo, y lo único que podía hacer era reírme de él! Verlo allí, con ese pijama negro y los puntitos en la cara... No daba ningún miedo. Daba risa. Tuvimos que parar muchas veces porque no podía mantenerme seria".
Sobre la presencia de Eduardo Noriega, villano de la función con cicatriz incluida, no tiene mucho que contar: "Apenas compartimos una secuencia. Pero lo pasamos bien, que luchamos contra gigantes". Tanto le ha gustado la experiencia con la acción que tiene claro un objetivo a corto plazo: Hollywood, aunque reconozca que el inglés aún le cueste. "Me encantaría hacer una película enorme allí. Es una experiencia que quiero tener". Eso sí, la chanza no le abandona cuando se le pide que nombre a su director ideal para esa megasuperproducción en la que ansía enrolarse. ¿Será Spielberg? ¿Scorsese? ¿Nolan? "Woody Allen. ¡Que sí, que sí, Woody Allen!".


Léa Seydoux


Me encantaría hacer una película enorme en Hollywood
Algo más seria se pone Seydoux si se le recuerdan los pitos de Berlín, que capturó con especial mala leche Jessica King en su crítica para The Playlist: "La reacción del público en el pase de prensa resumió perfectamente la estúpida grandilocuencia del proyecto por entero: en los momentos que debían resultar de silenciosa tragedia, la dramática revelación vino acompañada de una banda sonora compuesta por un par de cientos de silbidos y no pocos ronquidos". Seydoux no se despeina en el contraataque. "Es que me importa poco lo que digan los críticos. No es una película ni para ellos ni para los cinéfilos. Es un cuento de hadas para disfrutar en familia". Los números de momento le dan la razón. Casi dos millones de espectadores y 10 millones de euros en el bolsillo en su periplo francés, que aún continúa, y la pasada semana se estrenó con el número uno en Italia. Eso sí, como su presupuesto ronda los 35 millones de euros (y la regla no escrita para las películas grandes es de que hay que doblar para entrar en beneficio), no le llegará con haber goleado en casa.
En España, su debut ha sido tibio. Ante el (teóricamente) mejor público posible, los fans del fantástico de la semana Syfy, La bella y la bestia de Seydoux fue recibida con algún "¡Menuda merde!" durante la proyección y unos tibios aplausos en el final. También hubo quien se levantó de la sala y hasta el propio Noriega, que asumió con paciencia la caótica interacción entre Leticia Dolera y el público pasado de rosca y fiestero de la muestra, soltó una broma que sonó a profecía: "Ya me habían dicho que erais un público intenso, pero vamos, no esperéis ni de coña que me quede durante la proyección. Así que podéis darle palos a gusto". Seydoux no entra el trapo del mal boca a boca del filme. En lugar de eso, hace un chiste: "Pero La vida de Adèle sí tuvo buenas críticas, ¿no?". Y se ríe.


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