PARÍS, 1963
2 de enero
No eres tú la culpable de que tu poema hable de lo que no eres.
9 de enero
9 de enero
El invierno da miedo. Miedo de que se vaya.
A fuerza de pensar y de sentir me convertí en una estatua. (Esto es poético pero es mentira.)
Pregunto si la poesía es tan trágica y terrible y temible como yo suelo decirlo. Después de todo, los pocos versos válidos que escribí se escribieron solos.
12 de enero
Soñé con el Polo Norte. Montañas de sal. Pájaros blancos sin ojos ni patas. Desierto de nieve con un armario de caoba oscuro en el centro. Los pájaros abrían y cerraban los cajones. Del último salta una niña del tamaño de mi mano. Lleva un sombrero lleno de plumas de varios colores: rojos, verdes y celestes. Después saca de su bolsillo un par de patines y se pierde en la lejanía.
13 de enero
Releo Crime et Châtiment. Estoy afiebrada y fatigada como si fuera yo quien cometió los crímenes de R. Me duelen los brazos como si hubieran bajado el hacha homicida. Y sufro de un sufrimiento ajeno pero misteriosamente mío. D. de atiene a los detalles con una pasión que me enferma. Escenas en las que todo parece culminar pero que sólo son el principio de otro momento de exaltación que a su vez prepara otro.
Las injurias de R. por su sombrero absurdo y peligroso.
¿Por qué no hay un olvido de un crimen? Es decir, ¿por qué no tiene qué haberlo? Esto depende de la moral suicida. De que se la padezca o no.
2 de febrero
En suma, se trata de un problema musical o de un temblor en ese lugar al que se refieren los demás cuando dicen “alma”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario