LOS HOMBRES
Cuando era joven, solía mirar
Detrás de las cortinas
A los hombres que iban y venían por
la calle. Hombres viejos, borrachos.
Hombres jóvenes, más ácidos que la
mostaza.
Los veía. Los hombres siempre
Están yendo a alguna parte.
Ellos sabían que estaba ahí. Con
quince
Años, y famélica.
Se paraban bajo mi ventana
Con los hombros en alto como los
Pechos de una adolescente,
Y la cola del traje palmeándoles
Las nalgas,
Los hombres.
Un día te toman con delicadeza
entre sus manos, como si
Fueras el último huevo crudo de la
tierra. Después
Aprietan. Un poquito no más. El
Primer estrujón es agradable. Un
abrazo rápido.
Suaves hasta tu indefensión. Un
poquito
Más. Y empieza a doler. Te
arrancan una
Sonrisa que patina en el miedo.
Cuando
Se acaba el aire,
El cerebro te explota, estalla breve
y ferozmente
Como la cabeza de un fósforo. Hecho
trizas.
Es tu jugo
El que baja por sus piernas.
Manchándoles los zapatos.
Mientras la tierra vuelve a
enderezarse,
Y el gusto trata de retornar a la
lengua,
Tu cuerpo ya se cerró. Para siempre.
No existen llaves.
Después la ventana se cierra toda
sobre
Tu mente. Ahí, detrás
Del oscilar de las cortinas, caminan
los hombres.
Sabiendo algo.
Yendo a alguna parte.
Pero esta vez, nada más voy a
Pararme y mirar.
A lo mejor.
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