domingo, 4 de diciembre de 2011

Gonzalo Pajares / El menú de Mick Jagger

Mick Jagger
Gonzalo Pajares
EL MENÚ DE MICK JAGGER
25 de octubre de 2011

Vino Mick Jagger y alborotó este país que es cumbiambero pero no rockero. Cosas de nuestra identidad. Y aunque yo adore a los Rolling Stones y los considere fundamentales, Mick Jagger, como solista, me parece prescindible. Por eso, para evitar oírlo -y perseguirlo- preferí averiguar qué comió en Lima... tan difícil no fue.
Llegó un viernes y, al toque, fue descubierto por un fanático quien lo vio entrando al hotel Country. Le tomó una foto con su celular, y en un minuto la imagen estaba colgada en Internet y, a través del Facebook y del Twitter, se reportaba su paradero, peso y medida oficial. Pobrecito Mick, le cagaron el viaje, quiso pasar desapercibido en Indias, pero esa boca y figura son inconfundibles, únicas, como la banda que fundó con Keith Richards y Brian Jones.
Llegó con su novia -altísima, guapísima, atorrantísima, dicen quienes la trataron-, con su hijo adolescente -lo tuvo con una modelo brasileña, dicen que fue forzado a reconocerlo- y con unos guardaespaldas más grandes que el 'Cuto' Guadalupe y más gordos que el 'Loco' Vargas. Si uno quiere pasar desapercibido, se viene solito, no se hospeda en el Country (en el hotel España, en el Centro de Lima, hay cientos de pastrulos que se le parecen: allí hasta se hubieran burlado de él por ser una mala copia del original) y de frente uno chapa su Peruvian Airlines pa'l Cusco... pero, bueno, el buen Mick canta de puta madre -repito, en los Rolling Stones- pero muy solapa no es.
Instalado en el Country, y descubierto ya, Jagger ni siquiera pudo darse un saltito por el Bar Inglés, donde el gran Roberto Meléndez prepara el mejor pisco sour del mundo; ni pudo bajarse la mala noche con un capitán, esa delicia que tiene pisco y vermouth rosso en iguales proporciones.
Y tampoco pudo sentarse en El Perroquet, el espacio donde reina el gigante Jacinto Sánchez, un cocinerazo, y de su mano probar uno de los mejores lomos saltados del mundo, o esa plancha de mariscos que llevarán a Jacinto al paraíso, o ese osobuco con trigo que a mí me hace viajar hacia la mesa de mi abuela. Ay, Mick, no sabes los sabores que te perdiste por ser un Rolling Stone.
Y por tanta fama, tuvo que quedarse en su habitación. Y qué creen, Mick Jagger no come carne, qué huevón. Es un vegetariano que, a sus 68 años rockerísimamente vividos, se cuida. Yo me pregunto de qué. No entiendo a los que, después de probarlo todo, se jubilan. Digo, si tan bien la pasaron, ¿por qué retirarse? Y una vida sin placeres -eso incluye la carne- no es vida.
Alejado de las carnes, el feo Mick (porque ya no me atrevo a tratarlo de 'buen') desayunó en Lima frutas, cereales y su poquito de jugo. ¿Y el tocino, los huevos y el colesterol? Para sus guardaespaldas. Bueno, las frutas en el Perú son tan ricas y frescas que por eso no lo vamos a criticar.
Ah, aunque esté alejado de las carnes, sí le gustan los pescados. En el Country, hotel ficho como pocos, tenían corvina, salmón y atún. Cogiéndose la panza y haciendo gesto de indigestión, el feo Mick pidió algo suave: salmón con una mantequilla de naranja y limón y, de yapa, perdón, de guarnición, un puresazo de papa. La papa era peruana; el salmón, chileno. Bueno, al menos en su plato reinó la armonía que en el fútbol y en la política nos falta.
Y como nosotros somos unos profesionales, también averiguamos qué comió la novia. Tome nota, fanático: atún en salsa de albaricoque con risotto. Me datean que el atún venía con risotto de espárragos pero que a la novia, sí, a la atorrante, no le gustaban los espárragos así que solo se comió un risotto a la crema con vegetales al vapor. Qué cool.
Ok, Ok. También les diremos qué comió el hijo (que, a la sazón, se llama Lucas): ravioles de cangrejo con langostinos en salsa de azafrán. Sin duda, es un chibolo gourmet (o el hotel es demasiado nice).
Pero la mala nueva, devotos de la lengua más famosa del mundo, es que el feo Mick no bebió una maldita gota de alcohol durante su estadía en Lima... al menos no en el hotel (su novia tomó el espumante Mumm del frío bar, qué horror). ¿Mick es abstemio? Qué espanto. Si vivir como un rock star implica dejar la carne y el alcohol, yo renuncio al rock'n'roll y me quedo tranquilito en mi anónima realidad, eso sí, escribiendo cosas fundamentales... como lo que come un rockero que ya no es un Rolling Stone.





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