«El pulpo se ha desintegrado». NOG – Muerte a la Novela Chorras
«Debo atreverme a no ser desentrañado. No debo dejarme conocer, con el fin de conocerme a mí mismo. Hay variaciones. Me gusta como suenan todas ellas».
Presente, pasado y futuro se mezclan en la mente del narrador en una novela que ―a pesar de los constantes malabarismos con los tiempos verbales y la ausencia de verdades absolutas a las que poder aferrarte durante la narración― posee una coherencia hipnótica que te hace devorar sus páginas tratando de encontrar un sentido entre peyote y recuerdos fabricados. Es la historia de un hombre sin nombre ni origen, sin más posesiones que un pulpo y una camioneta y prácticamente sin recuerdos: apenas tres, fabricados como sustitutos de la realidad de la que busca huir. Es la narración de un viaje inverosímil a través del desierto del sur de California. Una novela inimitable que parece reclamar el derecho a lo absurdo, buscar la confusión del lector como único objetivo. El protagonista crea y destruye recuerdos simultáneamente. Disuelve a los personajes y vuelve a integrarlos en la narración como si nunca hubieran abandonado su lado. Nog ―un finlandés de rostro magro y afilado, con una brillante luz amarilla brotando a raudales de su pecho― y un falso pulpo de yeso y látex, parecen ser la única constante real en la mente del protagonista.
Personajes irrefutablemente imaginarios destruyen la veracidad de una historia que reclama su derecho a la selección subjetiva. No se trata de una narración de la realidad, es una expresión fidedigna de la percepción que el protagonista tiene de lo que sucede a su alrededor. No busca ser realista ― ni siquiera comprensible ― únicamente debe su fidelidad a la incongruencia de la mente humana. Se niega a dotar de sentido lógico a aquello que, en el momento presente, carece de ello. Su viaje hacia Nueva York es el intento de encontrar la respuesta a una incógnita que tanto el lector como el protagonista desconocen. Nada de lo que sucede dentro de las páginas de esta novela parece creíble y ―sin embargo― pocas narraciones consiguen asemejarse tanto a la naturaleza voluble de la mente humana. Igual que el hambre que siente el protagonista en la novela de Knut Hamsun (Hambre, 1890) modela la visión de los hechos que en ella se describen, la oposición del protagonista de NOG a afrontar la realidad, hace que esta se disuelva y pierda relevancia. Lo que realmente acontece no es significativo, es la mente y su visión de lo que sucede a su alrededor la protagonista indiscutible de la novela. La historia se doblega a los deseos subconscientes de un narrador que busca definir SU realidad. Lo que ocurre pierde peso en contraste con el cómo se percibe. Sumergirse de pleno en una mente trastornada y no poder recordar cómo era estar cuerdo.
«Nada pasa. Nada ha pasado. Nada va a pasar».
Y quizás sea esa la esencia de todo el libro. La incógnita de si realmente ha sucedido algo entre sus páginas. Si había alguna historia enterrada entre las demencias de un narrador confundido, o se trataba únicamente de un narrador defendiendo su derecho a confundir. Una apología de lo absurdo con un estilo único e inimitable.
*Nog, Rudolph Wurlitzer, Underwood Editorial
**Reseña aparecida en la versión en papel de Bruxismo Nº2
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