Hilary Mantel |
Hilary Mantel: “Me interesa menos la realeza que quienes nacen en la oscuridad”
BIOGRAFÍA
Nunca sabremos si la carrera de Hilary Mantel habría alcanzado la cima mundial de la novela histórica sin ese cúmulo de problemas de salud que fueron arrinconando su actividad laboral cotidiana y dejando la escritura como asidero. Nunca sabremos si, por otro camino, la mujer que a finales de los años setenta trataba sin mucho éxito de vender una novela de más de 700 páginas sobre la Revolución Francesa habría tenido a principios del siglo XXI siete años para cerrar su trilogía sobre Thomas Cromwell, más de 2.000 páginas de ficción histórica acerca del reinado de Enrique VIII y el hombre que lo mantuvo en el poder. Ahora llega a España El trueno en el reino (Destino, traducción de José Manuel Álvarez), el broche final a una serie que se inició en 2009 con La corte del lobo y siguió tres años después con Una reina en el estrado, libros que le valieron sendos premios Booker de novela en inglés –ninguna otra escritora lo ha ganado dos veces, y ahora aspira a un tercero con esta nueva obra– y le otorgaron el respeto reverencial de la crítica y unas ventas estratosféricas.
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Estoy genuinamente interesada en llegar tan cerca de la verdad como sea posible
“Ganar tantos premios y vender tantos libros ha cambiado mi vida, si bien lo ha hecho con efectos contrapuestos. Por un lado, mi obra me mantiene, no necesito ingresos suplementarios de ningún tipo. Y eso ayuda. Por otro, la promoción y la atención a los medios se ha convertido en una parte más importante de mi vida. Pero pase lo que pase, mi mecanismo interior está determinado por la misión en sí. Siempre voy a por la siguiente frase y estoy absorbida por lo que voy creando día a día”. Mantel (Derbyshire, 68 años) responde a Babelia desde su casa en el suroeste de Inglaterra, un apartamento con vistas al mar en una mañana tormentosa de finales de julio. “Oh, el viento ha estado machacando toda la noche. Hace un tiempo casi de invierno, pero en esta época del año cambia cada diez minutos de manera drástica”, cuenta divertida y con la solvencia de cualquier británico que se precie sobre asuntos climatológicos.
Verdad, rumores y 'fake news'
El trueno en el reino es una monumental epopeya sobre los últimos años de Thomas Cromwell (1485-1540), un libro luminoso y obsesivo que se lee como un thriller literario bien pertrechado. Instalado ya en la cincuentena, perseguido por los fantasmas y los errores cometidos, el hijo del herrero, el hombre hecho a sí mismo, el soldado de fortuna, el funcionario excepcional sigue al servicio de los caprichos de Enrique VIII. Junto a él ha llegado a la cima, de su mano caerá decapitado. En los libros de Mantel no hay destripe posible: la trama es fiel a lo que ocurrió. “Uso la imaginación solo cuando no conocemos los hechos documentados y cuando estoy segura de que ningún esfuerzo los hará públicos. Estoy consagrada a los registros y a interrogarlos. Tengo que saber lo que dicen, cómo lo interpretan los historiadores, cuáles son sus prejuicios y asunciones, y qué dicen otros historiadores sobre sus interpretaciones. En última instancia tengo que saber suficiente para tener mi propio juicio. Hago todo este trabajo porque estoy genuinamente interesada en llegar tan cerca de la verdad como sea posible y la historia es tan importante como la ficción. Eso explica por qué tardo tanto en escribirlos”, cuenta antes de detallar, muy seria, qué pasó en los años que van de un libro a otro. “Este es el más complejo y el mayor reto de mi carrera. Tenía que responder a la creciente complejidad de la vida y el trabajo de Cromwell. Es como si la historia fuera más densa y las fuentes se multiplicaran. A medida que se aferraba más al poder, Cromwell parecía estar por todas partes y mi respuesta a todo esto se volvió más compleja”, explica. Siete años son también “una era completa en una vida en la que muchas cosas pasaron”, continúa, incluidos cientos de horas de investigación, viajes de promoción, miles de notas, una estancia en Estados Unidos como coguionista de la adaptación teatral de las dos primeras novelas, una serie en la BBC, una candidatura a los Tony, la muerte de su madre y un duelo a la altura de la figura que sostuvo a la familia durante otros tiempos duros ya pasados y, finalmente, tres años de pura escritura. “Un escritor no es una máquina, tiene vida personal”, apuntilla.
Shakespeare es el padre de mi imaginación. A los 13 años me sabía de memoria los dramas históricos. De él aprendimos cómo embeber problemas universales en las vidas de individuos particulares. Es Dios. Lo ve todo
Junto a la verdad histórica, en la trilogía que se cierra con El trueno en el reino los rumores y las mentiras fabricadas ya están muy presentes. Que le pregunten, si no, a Ana Bolena. “Mientras escribía el tercer libro, las fake news se convirtieron en un gran tema. Siempre he estado fascinada por la desinformación, por la difusión del rumor, por la credulidad y cómo la gente elige qué creer. Viví en la Arabia Saudí de los años ochenta [experiencia en la que basa La jaula de cristal, Destino] y ese tipo de ambiente cerrado y censurado es muy destructivo”.
“Concéntrate en lo que quieres decir y dilo de la manera más directa y vigorosa posible. Come carne. Bebe sangre (...). Levántate en las horas tranquilas de la noche, rájate las yemas de los dedos y usa la sangre como tinta. Esto te quitará el gusto por el parloteo”. Así explica la autora en sus memorias Giving Up the Ghost (Fourth State) cómo concretar, cómo llegar a la esencia de un relato. Ella asegura poco después que no lo pone en práctica, pero libros de 900 páginas como El trueno en el reino prueban lo contrario y así lo reconoce durante la conversación: “Creo que hay gente que ve que es un libro largo y que asumen que podría haber sido más corto. Pero no creo que la longitud del libro importe. Lo que influye en el lector es el ritmo de cada capítulo. Pienso en la acción por escenas más que por capítulos y dentro de cada escena trato de saber dónde está el clímax. Veo y oigo todo”.
Mantel no solo cultiva la novela histórica de larguísimo recorrido. También impactó con el libro de relatos El asesinato de Margaret Thatcher (Destino, 2015) en el que, entre otras historias, incluye una recreación de un atentado contra la primera ministra, poco más de 30 páginas que le llevaron cerca de 30 años. “Con la novela sé que puedo hacer que funcione. Pero una historia corta tiene un mecanismo más delicado, para mí depende de una revelación repentina. Con la historia de la señora Thatcher estuve tantas veces convencida de que podía funcion
Boris Johnson y Shakespeare
Cuando la actualidad aparece en escena las respuestas se hacen más directas y concisas. Los Tudor son un material excelente para la ficción. ¿Qué le parece la reina Isabel II y su familia? “Ofrecen una buena cantidad de misterio, pero creo que hace falta más distancia para crear una ficción”. Con la ayuda inestimable de Cromwell, Enrique VIII buscaba desprenderse del tutelaje vaticano y crear una iglesia soberana. ¿Este sentimiento vuelve a la actualidad con el Brexit? “El Brexit hunde su raíz en parte en la obstinada y venenosa nostalgia de un país que ha fracasado a la hora de imaginarse como parte del mundo moderno”. El mundo de los Tudor está amenazado por la peste, Cromwell pasa una cuarentena parecida en lo esencial a las de hoy en día tras la muerte de su mujer y sus hijas, los ricos se salvan, el rey ignora el mal. ¿Es Boris Johnson el malo de la película? “No creo que se pueda decir que sea un personaje diabólico. Quizás sería mejor calificarlo como moralmente inadecuado”, zanja.
Mi imaginación no está tan dedicada a los que nacieron en la realeza como a los que nacieron en la oscuridad
Si alguien ha tenido un libro de Hilary Mantel entre sus manos y ha pensado en Shakespeare estaba en lo cierto. “Él es el padre de mi imaginación”, cuenta sobre su gran influencia literaria. “A los 13 años me sabía de memoria los dramas históricos. De él aprendimos cómo embeber problemas universales en las vidas de individuos particulares. Es Dios. Lo ve todo”.
La trilogía da vida a algunos caracteres inventados (el cocinero de Cromwell, por ejemplo) pero sobre todo está llena de personajes históricos complejos, oscuros y que aman el poder en sus distintas formas. Tomás Moro y el cardenal Wolsey son solo dos ejemplos que el lector, Mantel y el propio Cromwell van echando en falta según desaparecen. “Son dos fantasmas que están muy vivos y que intervienen a menudo en la narración”, afirma una autora que dedicó parte de sus memorias a los fantasmas de su vida. “Siento que los muertos están muy cerca, pero en una frecuencia diferente. La mayor parte del tiempo son completamente inaccesibles, pero una nunca puede estar totalmente segura”, explica.
Tras el éxito de las adaptaciones teatrales y de la serie producida por la BBC y protagonizada por Damien Lewis y Claire Foy –de la que se prepara la tercera parte, con participación de la propia autora como asesora– Mantel no se plantea seguir con los Tudor. Incluso aunque la cronología le empujara por los terribles y a su manera grandiosos años de María I de Inglaterra. “Ya he tenido bastante. María es tremendamente interesante, pero mi imaginación no está tan dedicada a los que nacieron en la realeza como a los que nacieron en la oscuridad”.
Hombres crueles, mujeres poderosas pese a todo
En su trilogía Mantel describe un mundo liderado y dominado por los hombres y su violencia, un mundo de guerras, abusos y traiciones. "Enrique tenía un gran deseo de poder, pero no más que otros mandatarios europeos de la época. No era más cruel o arbitrario que Carlos I o Francisco I. Solo creemos que lo fue por sus desastres en casa", explica la autora de Experimento de amor. En la Inglaterra de los Tudor, sin embargo, las mujeres no siempre juegan el papel secundario que se tenía reservado para ellas. Catalina de Aragón, primera mujer de Enrique VIII, aparece distante y poderosa. Su hija María evoluciona de chiquilla irritante e irritable a personaje maquiavélico. Ana Bolena está inmensa en el segundo libro de la trilogía y al inicio del tercero, con el cuello ya a merced del verdugo. Secundarias que rodean y enamoran a Cromwell forman un elenco extraordinario. Su hija Jenneke, otro de los personajes inventados, y su mujer Anselma, poco presentes pero de manera decisiva para la vida interior del protagonista, son modelos de mujer independiente y de personaje sólido.
Mantel ve otra dimensión del poder femenino cuando el cuerpo de la mujer se convertía en mero recipiente para la reproducción y en ese proceso se concentraban alianzas internacionales y los anhelos y cuchicheos de todo el país. "Es triste, pero es algo con lo que hay que trabajar. Es intrigante ver cómo en la era de Enrique, los cuerpos de las mujeres se convirtieron en un elemento central. Solo una mujer podía darle al país lo que más necesitaba, un heredero. Pero, ¿qué mujer y cuándo? El clero se tenía que rendir ante la misteriosa fuerza de lo femenino. Tenían que aprender a ser pacientes y a resignarse".
En Una reina en el estrado con Ana Bolena y en El trueno en la corte con las más insulsas tercera y cuarta esposa de Enrique, Mantel perfila grandes personajes femeninos para hacer más complejo el de Cromwell, su gran creación. La segunda esposa de Enrique VIII es una pieza apetecible para cualquier creador porque es de quien menos se sabe con certeza. No se tiene, por ejemplo, constancia de lo que dijo antes de morir. Y Mantel sabe jugar con ello, pero sigue fiel a Cromwell como protagonista de todo. "Creo que la diferencia es que muchos escritores a lo largo de los siglos se han dedicado a reimaginar a Ana mientras que yo he sido la única que ha hecho lo menos obvio: reimaginar a Cromwell".
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